domingo, 12 de junio de 2011

Encuentro en Segovia 2011

No es fácil comentar un encuentro, hacer partícipe a los demás de esa experiencia sin caer en la falsedad de interpretar personalmente algo que ha sido compartido por bastantes personas y que seguramente cada cual tiene un punto de vista diferente.

El encuentro de Segovia organizado por los amigos de Krishnamurti de Madrid en el Centro San Juan de la Cruz ubicado en La Fuencisla es un espacio entrañable donde cada año se reúnen alrededor de 60 personas en torno a las enseñanzas o filosofía de Jiddu Krishnamurti. En esta ocasión el tema elegido era “la libertad, primer y último paso”.

El monasterio está enclavado en las afueras de Segovia en un paraje rodeado de cerros donde se encuentran el curso de dos ríos y cuyas riberas está repleta de castaños, tilos, alisos, fresnos, chopos, huertas, fuentes, y unos caminos que invitan a la meditación o a ese caminar solitario donde uno puede escuchar el silencio de su alma mientras un milano rastrea desde las alturas cada centímetro de la espesa yerba de primavera. Uno es testigo de todo ello a la llegada del viernes por la tarde y se impregna de esa energía que desborda la naturaleza expresando con suma frescura que todo se está creando delante de tus ojos en cada instante.

Antes de la cena gran parte de los participantes al encuentro nos juntamos en el claustro del convento entre abrazos, besos y saludos que demuestran el gran cariño que las personas se van teniendo con los años y a la vez esa alegría encantada de conocer personas que llegan por primera vez.

Durante el encuentro pudimos participar de la proyección de dos videos de K y de grupos de diálogo formados entre 10 o 14 personas donde pudimos dialogar al respecto de la libertad.

Si bien el encuentro fue muy provechoso e interesante a mi me gustaría, sin que nadie se siente molesto por ello, hacer una reflexión ´algo diferente´ de lo que se expresó en la reunión final de clausura donde casi todos dimos las gracias y nos sentimos complacidos con la organización y con la intensidad de lo vivido.

Sin embargo también es cierto que sentí una falta de energía capaz de hacer frente a cualquier imprevisto, lo que produjo espacios superficiales que quitan seriedad y verdadero gozo al significado del encuentro. Con ello no estoy criticando a nadie, únicamente expreso el sentimiento de cierta energía dispersa que dio lugar a momentos de desconcierto, de aburrimiento, e incluso de falta de seriedad, sin desmerecer para nada la belleza y profundidad del propio encuentro.

Estos encuentros son espacios propensos para el despertar de aquellas personas que sienten acercarse a la enseñanza de K con un aire puro que hay que cuidar y alentar.

Cuando el sentido del humor se convierte en chiste, cuando el silencio surge porque se atoran las palabras, cuando no hay más remedio que ironizar, cuando lo más interesante del encuentro es la biodanza, cuando voy al encuentro a decirle a los demás lo que no saben, entonces es que ni siquiera hemos intentado comprender esa frase que la organización nos regalaba en la primera página y que expresaba: “La total negación de lo conocido es la esencia de la libertad”.

En este tipo de encuentros no debería valer todo. A veces tengo la sensación que en estos círculos Krishnamurtianos no se da una respuesta adecuada a aquellas personas que se acercan con la clara intención de convencernos de sus obsesiones. La enseñanza no tiene autoridades pero los organizadores de estos encuentros, foros, y espacios de diálogo o silencio deberíamos mostrar los límites de lo que pretendemos hacer, porque de lo contrario estaríamos creando cierta confusión y desánimo al respecto de la enseñanza.

Cuando hay cosas que son rematadamente obvias y no sabemos dar una repuesta es que algo falla en nosotros, y seguramente no somos sensibles a las consecuencias que ello trae.

A pesar de todo el encuentro de Segovia sigue siendo un espacio lleno de magia donde uno puede encontrarse consigo mismo y con los demás.

Desde mi corazón doy las gracias a los organizadores por ofrecernos esa flor tan hermosa… que deberíamos cuidar entre todos.

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