miércoles, 29 de mayo de 2013

Segovia 2013 ¿Qué hemos aprendido?

Si uno tuviera que expresar una síntesis del encuentro que ha tenido lugar en Segovia, en este precioso mes primaveral de mayo, podría decir sin lugar a dudas que la vida es sorprendente a cada instante, que todo aquello que se manifiesta es absolutamente nuevo y bello, y que participar de su movimiento creativo es la esencia del amor.
 
El encuentro de Segovia es una encuentro con amigos en un ambiente afectuoso, con la pretensión de dialogar al respecto de nosotros mismos, de conocernos en mayor medida, de observar juntos los hechos que suceden, de compartir nuestros problemas, nuestros conflictos, nuestro sentimiento profundo de soledad, todo ese afán por lograr metas imaginarias y de ver sus consecuencias sin necesidad de sacar conclusiones.
 
El encuentro de Segovia es un encuentro con uno mismo a través de los demás, los demás son un espejo donde podemos vernos, un espejo con el que poder hablar afectuosamente para conocernos. Discutir con el espejo o estar de acuerdo o en descuerdo con él, es algo inútil. Identificarnos con el espejo, enamorarnos del espejo, admirar al espejo es absurdo, porque todo lo que vemos, interpretamos, juzgamos, criticamos, en los demás es una proyección de nuestra propia mente. Es curioso cómo podemos vivir sin darnos cuenta de que esa lucha que mantenemos con el mundo solo se está dando en nuestra cabeza.
 
En cierta manera las personas que vienen a este tipo de encuentro son seres humanos valientes y atrevidos que quieren hacer frente a su propio problema personal y a los problemas que compartimos el resto de la humanidad. Ciertamente es necesario decir que cuando dialogamos las primeras veces podemos llegar a sentirnos molestos porque alguien piensa diferente a nosotros o porque alguien no acepta nuestro punto de vista, pero cuando esa barrera se salta es hermoso ver como las personas aprenden de sí mismas dialogando con afecto y sin necesidad de ponerse de acuerdo.
 
Si bien en todo desarrollo humano es importante hacer un trabajo en solitario: leyendo, observando, escuchando, en silencio, también es importante encontrarse con los demás y ver todo lo que surge en la relación, de lo contrario podemos irnos a vivir aislados a una cueva separados de la realidad y nunca descubriremos como somos realmente. Por esa razón animo a todo el mundo que haya hecho un trabajo serio consigo mismo, a acercarse a estos encuentros y verse en relación con personas que como uno mismo están en ese camino de comprenderse.
 
Este año Segovia se ha vestido con sus mejores galas. La primavera ha llenado los paseos con multitud de flores y han despertado nuestros sentidos haciéndonos sentir vivos y atentos a: esas mariposas que revolotean inquietas, a esos castaños repletos de flores en forma de racimo, al movimiento del agua precipitándose rio abajo, a la frescura de la hierba, al olor del tomillo y del hinojo, al vuelo pausado de los buitres, al canto seco de los cuervos y al sonido de esas campanas que compiten por dar las horas.
 
¿Que hemos aprendido en este encuentro?
 
No me refiero específicamente a lo que yo mismo he podido aprender como experiencia personal, sino a lo que hemos podido observar juntos a través de esos momentos que he podido compartir con algunas personas del encuentro a través de diálogos y observaciones que hemos tenido en los paseos, en los videos, durante las comidas, en los grupos de diálogo o en el coche de vuelta a casa.
 
Tampoco me refiero a lo que nos ha gustado o no nos ha gustado sino más bien si hemos podido captar algo nuevo, si nos llevamos algo que merezca la pena de vuelta a casa, algo que sea hermoso, algo que permita que nuestra vida tome un rumbo diferente, o si hemos captado algo bello para cuidar en nuestro corazón como si fuera una valiosa semilla. ¿Es posible aprender, darnos cuenta de lo que pasa?
 
Una de las primeras cosas que uno ha aprendido es que no podemos esperar a que las cosas sean de una forma predeterminada. Si al llegar al encuentro no está la gente que uno espera o en el grupo no se dialoga según como uno cree, o si a uno no le ha tocado en el grupo de diálogo que le gustaría, entonces se produce un malestar en nuestro interior que achacamos a los demás, cuando en realidad es que el malestar lo hemos  producido nosotros mismos, lo cual puede durar todo el encuentro. Nuestro malestar no es debido a los demás sino debido a que pensamos de manera errónea, queriendo que el futuro sea a nuestro antojo.
 
Otra de las cosas que uno ha aprendido es que hay muchas formas de escapar del sufrimiento, de ese sentimiento de angustia y de dolor que los demás nos han producido. No queremos comprender el sufrimiento y por eso nos dedicamos a ayudar a los demás, nos metemos en una ONG, en una obra social o nos metemos en una secta, una religión o hacemos algún tipo de sacrificio. Y uno se pregunta: ¿cuánto tiempo pueden durar esos escapes?, al final el sufrimiento vuelve y puede que la siguiente vez sea aún mas demoledora que la anterior. El sufrimiento se sustenta, no en lo que nos han hecho los demás, sino en nuestro sentido de posesión, en nuestro apego, en la imagen que tenemos de nosotros mismos o en la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros. Vivir sin imágenes es vivir sin sufrimiento psicológico alguno. ¿Es posible vivir sin imágenes?
 
¿Qué sentido tiene vivir impulsados por las experiencias vividas, por los recuerdos de experiencias pasadas, aunque estas experiencias sean espirituales o angelicales? El ahora en un sentido psicológico no necesita de experiencias sino de sensibilidad y nunca una experiencia, por muy buena o mala que sea, nos aportará nada útil para solucionar algunos de nuestros problemas humanos. ¿Por qué vivimos de recuerdos muertos?
 
Otro aspecto de la realidad que uno ha captado indagando sobre el poder de influenciar es que la influencia que ejercemos unos sobre otros se muestra en forma de opiniones, creencias, prejuicios e ideales y que la necesidad de influenciar coexiste con la necesidad de ser influenciado.
 
La necesidad que tenemos de influenciar en los demás se debe a que no estamos seguros de nuestras propias influencias recibidas y nos pasamos la vida queriendo influenciar en los demás y necesitamos que el mundo entero piense como nosotros para obtener dicha seguridad, lo cual es un esfuerzo en vano.
 
Por otra parte la necesidad de ser influenciados por los demás se debe principalmente a nuestro deseo de alcanzar metas o logros personales, lo cual es sencillamente egoísmo. Permitimos ser influenciados porque estamos llenos de deseos personales. Y uno se pregunta: ¿es posible vivir sin influencia alguna?
 
Algo que uno ha aprendido en compañía de otras personas, y sentido con suma belleza, es el movimiento de observar los hechos, profundizando en ellos hasta llegar al fondo de las cuestiones.
 
Indagar requiere de una disciplina seria y profunda que significa observar sin observador, mirar sin que nuestras opiniones limitadas interfieran, caminar juntos desbrozando toda maleza que nos impida ver la senda por la que caminamos. Es entonces cuando surge algo más allá del pensamiento, más allá del conocimiento, más allá de toda experiencia, y de repente miramos y vemos un árbol y ese árbol es la vida, nuestra propia vida, y ese sonido de la campana tiene tanto significado como el mejor de los discursos.
 
Individualmente casi nunca vamos hasta el fondo de las cuestiones, casi siempre nadamos en la superficie de los problemas, quizás es porque sabemos que si llegamos hasta el fondo surgirá esa comprensión que nos hará cambiar de forma irreversible, convirtiéndonos en personas diferentes, lo cual nos conduce al miedo a cambiar lo que somos. La indagación es un proceso de observación donde se cuestiona al propio observador y por ello podemos decir que la observación no está en nuestro cerebro, es energía libre, y solo se puede manifestar en nosotros cuando hay quietud, serenidad y honestidad en nuestra mente. No es posible pretender observar, solo es posible ser honestos. Psicológicamente nos cuesta admitir que pueda haber algo fuera de nuestro cuerpo capaz de decidir por nosotros lo que hemos de ver, de sentir o de hacer, preferimos tener control sobre nosotros mismos, ver siempre lo mismo y enredarnos en ello.
 
El tema del encuentro era ´la crisis en el mundo actual´ y aprendimos dialogando que las diferentes formas como se muestra la crisis: desahucios, preferentes, corrupción, paro, nacionalismo, guerras, suicidios, son producto del interés personal, ese interés personal que cada uno de nosotros.
 
Nuestro interés personal es la verdadera crisis y su actitud es sacar provecho en cualquier circunstancia. Mientras tengamos interés personal seremos responsables directos de la crisis en el mundo actual y mientras uno mismo no ceda en su empeño egoísta el mundo no cambiará.
 
En el diálogo nos preguntamos si era posible ir más allá del interés personal sin necesidad de aniquilarnos, suicidarnos o degollarnos, si era posible darnos cuenta que hay todo un mundo por descubrir, todo un universo que está delante de nuestros sentidos y que pasa desapercibido por nuestra ignorancia y egoísmo.
 
Entonces a partir de ese momento percibimos juntos, por un instante infinito, que existe la totalidad, no como un concepto metafísico o como una especulación, sino como un hecho real y que toda esa totalidad que percibimos es un movimiento inteligente de la vida que es la esencia del amor.
 
La totalidad es posible percibirla por los sentidos sino nos identificamos con lo que observamos, si permitimos adentrarnos en la naturaleza de las cosas, si no hay interferencia del pasado. A la totalidad no se llega por una idea, las ideas hay que dejarlas a un lado y de esa forma poder percibir la inmensa realidad que hay hasta en la cosa más diminuta e insignificante que observemos. La totalidad es holística, no es posible dividirla, es única, y cada manifestación de ella es ella misma.
 
La totalidad no es alcanzable, la totalidad está ahí delante de ti y para que la puedas tocar, antes tu identidad psicológica no debe estar, y aunque parezca absurdo, este es el gran misterio.
 
Otras de las cosas que uno pudo aprender con total claridad, quizás porque es un asunto que se repite y se repite, encuentro tras encuentro, y parece que las personas nos negamos a cuestionar en profundidad, es que todas las metas o ideas psicológicas de alcanzar algún estado mental o espiritual son meras ilusiones que no conducen más que a la frustración.
 
Psicológicamente no existe el tiempo, no podemos conseguir algo en el futuro. No podemos pretender ver o comprender en el futuro porque solo se puede ver o comprender en el presente. Practicando meditación o respirando profundamente no vamos a conseguir comprender. Únicamente comprenderemos cuando entendamos que la idea de futuro es falsa, que todo ese tiempo ilusionado practicando lo que sea no nos llevará a ningún lado más que al desengaño. Lo que somos ahora no cambiará sino hacemos algo ahora mismo. Hacer algo radical es ver en un instante, sin necesidad de razonar o analizar, que no existe tal iluminación, ni nada parecido, y que todas esas personas que escuchas hablar con cierta claridad o poder de seducción pueden estar perfectamente equivocados o pueden simplemente tener sentido común. La ignorancia es algo común a todas las personas, incluidas las que tú crees que están iluminadas y cuanto antes lo veas y lo admitas, antes te liberarás de esas influencias inútiles.
 
Por último, si uno es honesto, el conocimiento de uno mismo no parece ser ningún tipo de conocimiento o experiencia sino más bien una posibilidad de percibir, de hacernos sensibles y de captar el movimiento del pensamiento en relación con las emociones y la conducta.
 
Si el conocimiento de uno mismo lo impulsa el logro hacia algo, eso no permitirá caminar de ningún modo, pero si únicamente lo impulsa un sentido de curiosidad, de querer saber cómo es uno mismo, de aprender a leer el libro que es nuestra vida, entonces el conocimiento de uno mismo es tan veloz como la luz y tan trasparente como el agua cristalina que desciende de las montañas nevadas. Sé una luz para ti mismo, disfruta de aprender, lee las páginas del libro que es la humanidad y no permitas que ninguna idea te influencie.
 
Podemos decir que a pesar de llevar años intentando comprender la enseñanza de la vida aún no sabemos nada y lo podemos decir con toda honestidad e incluso me atrevería a decir con orgullo, porque no se trata de saber nada sino de aprender a ser uno mismo con ´lo que es´.
 
El encuentro de Segovia ha sido una gran oportunidad para aprender juntos y para sorprendernos de lo que la vida nos ha querido mostrar de instante en instante. La palabra encuentro significa dar con alguien o hallar a alguien, también significa coincidir o unir dos cosas separadas y por esa razón la vida es un encuentro continuo con la realidad que somos cuando dejamos a un lado toda ilusión o deseo psicológico.
 
Gracias a los organizadores y colaboradores que han hecho posible un año más este entrañable encuentro.

martes, 21 de mayo de 2013

El deber de decir la verdad


Desde muy pequeños se nos educó en la idea del deber moral de ser buenas personas, de decir la verdad, de hacer el bien común, de ser honestos, de ayudar al prójimo, de asistir a los enfermos.

También se nos educó en la idea de llegar a ser, de disciplina y de esfuerzo para conseguir nuestras metas, en la idea de competir y luchar para ganar, en la idea de que es más feliz quien más tiene.

¿Es posible conjugar el deber moral y el deber de conseguir?

Una respuesta astuta sería que para hacer el bien común o para ayudar al prójimo lo mejor sería llegar a ser rico y de esa manera tendríamos la posibilidad de ayudar a mucha gente, pero para creernos esa idea no tendríamos que caer en la cuenta que la riqueza de una persona se consigue con la pobreza de muchos.

¿Es importante decir la verdad?

No nos referimos a una verdad metafísica o teórica sino, verdad en el sentido que nos enseñaron, es decir en el sentido de no mentir, de no ocultar, de no engañar, y en definitiva de ser honestos y responsables con los hechos.

Como consecuencia de la gran cantidad de casos de corrupción que han surgido en este país, se está desarrollando una ley de transparencia que permita al ciudadano fiscalizar donde va a parar sus impuestos y obtener un sinfín de información relativa a las instituciones y al consumo. Lo cierto es que hay tan poca cultura al respecto de la transparencia o de la verdad que ni políticos ni ciudadanos están por la labor de hacer algo serio y dentro de poco los políticos se habrán hecho una ley a su medida que ampare su actitud de seguir engañando al ciudadano.

Las personas en general no somos transparentes, nos da mucho temor que las demás personas sepan lo que ganamos, nuestras creencias, si jugamos en bolsa, a qué colegio van nuestros hijos, si tenemos asistenta en casa, dónde vivimos, etc. De hecho tenemos una ley de protección de datos que sirve para justificar nuestro derecho a vivir ocultos entre la muchedumbre, lo cual es falso porque con internet se puede saber hasta de qué color tenemos la ropa interior. Nos han enseñado a dar mucha importancia a nuestra intimidad y por esa razón no sentimos que tenemos el deber de decir la verdad. Quizás esta es una las principales causas de la corrupción.

El deber de decir la verdad es parte de un sentido de responsabilidad integra y no ese sentido de responsabilidad que solo cubre el ámbito personal. Una persona responsable es una persona honesta consigo mismo y con los demás. Pero ¿Cómo puede ser honesta una persona que vive para sí misma, que trata siempre de sacar provecho de las circunstancias o de crear las circunstancias oportunas para sacar provecho? Es por esa razón que en la sociedad, la verdad brille por su ausencia, es como si a casi nadie le interesase.

¿Cómo es posible que los seres humanos vivamos tan fragmentados, tan separados unos de otros, tan divididos, tan aislados en nuestros deseos mezquinos? ¿Por qué aceptamos vivir de esa forma?

La mayoría de las personas pensamos que no hay más remedio, que la vida es así, que somos como animales que luchan por sobrevivir comiéndose a otros animales menos fuertes o menos astutos, que basta con que uno de indicios de ser bueno para que los demás se le echen encima. ¿Entonces cuando nos quejamos de la corrupción o de lo mal que lo estamos pasando es puro victimismo o realmente es algo injusto e inhumano? ¿Dónde está la moral, donde queda la verdad?

Se nos ha enseñado una doble moral, porque por una parte nos han enseñado a no ser honestos con nosotros mismos, a guardar y esconder las cosas, a engañar y mentir a los demás, a ser astutos, a justificar nuestros errores y por otra parte se nos dice que seamos sinceros, buenos ciudadanos, que cumplamos con las leyes, que apoyemos las causas sociales.

¿Cómo de posible que un sacerdote cometas actos de violación? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un sacerdote sino miles los que han violado reiteradamente a niños y adolescentes?

¿Cómo es posible que un policía cometas actos delictivos? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un policía sino miles de policías los que han cometido reiteradamente delitos?

¿Cómo es posible que un político cometa actos de corrupción? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un político sino miles de políticos los que han cometido reiteradamente actos de corrupción?

¿Cómo de posible que un esposo asesine a su esposa? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un solo esposo sino miles de esposos los que han asesinado a sus esposas?

Y podríamos continuar con una lista interminable de conductas inmorales y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que vivamos de esta forma? Está claro que necesitamos honestidad, transparencia, dejarnos de intimidades, abrir nuestras puertas, armarios, cajones y que todo el mundo vea lo que somos, ¿Qué necesidad tenemos de vivir ocultando algo? No podemos moralmente exigir trasparencia si primero no la ofrecemos cada uno de nosotros. De la misma forma los gobiernos deben ser transparentes y dejarse de secretos de estado con la justificación de la seguridad nacional que para lo único que sirve es para que una élite se enriquezca a costa del ciudadano.

Si esta sociedad que hemos hecho es penosa y huele a podrido, cambiémosla cambiando cada uno de nosotros. Si no hacemos algo al respecto el futuro será lo que somos ahora, quizás con la única diferencia que todo habrá ido a peor.

La cuestión no es esperar a que el mundo cambie o ver si hay mucha gente que cambie, sino si uno puede hacer algo para cambiar él mismo con independencia de lo que hagan los demás, de esa forma uno podrá decir que el mundo tiene solución porque de lo contrario no hay solución posible. Es infantil esperar a que te den un mundo cambiado, a que te digan lo que tienes que hacer, eso es absurdo y además el mundo está así porque delegamos nuestra responsabilidad en otros.

¿Qué es lo que nos hace pensar que para ver la verdad o tener una percepción directa de la realidad se necesita tiempo? ¿Acaso se necesita tiempo para comprender?

Si alguien me dice que ´tu Dios es una invención humana´: ¿Cuánto tiempo me llevará comprenderlo? ¿Por qué no quiero comprenderlo, qué me supone el comprenderlo? ¿Por qué reacciono de forma violenta o despreciativa contra alguien que te dice una verdad anunciada? ¿Por qué me apego a una idea semejante?

Si alguien me dice que ´la verdad te hará libre´: ¿Cuánto tiempo me llevará comprenderlo? La comprensión no depende del tiempo, sería absurdo que ver la realidad fuera una cuestión de tiempo o de práctica o de meditación. Adquirir conocimiento necesita de tiempo, tiempo para entender, tiempo para memorizar, tiempo para practicar y tiempo para exponer, pero la comprensión de algo es instantánea.

Soy un ser humano corriente, mi forma de pensar y de sentir son similares a cualquier ser humano, y aunque mi estatura o mi idioma sean diferentes en el fondo somos idénticos unos y otros. Si uno es capaz de comprender eso, ¿Por qué no iban a comprender los demás? Sin embargo, si uno no comprende ¿Cómo puedes ni siquiera plantear que otros comprendan? ¿Cómo piensas que va a cambiar el mundo, quizás por arte de magia, con la llegada de los extraterrestres o quizás sea mejor y más cómodo entregarnos a la voluntad del Señor, a las drogas o a los videojuegos?

Cuando uno se da cuenta que es como el resto de la humanidad y se relaciona en base a esa verdad, entonces ya no hay razón para ocultar nada, y da igual que estés solo ante un mundo ignorante y pobre mentalmente, porque en el fondo te encuentras unido a todo, tienes un sentimiento de compasión y de amor por la vida, y el mundo que observas es un mundo absolutamente diferente al que ven esas personas que se obstinan en contribuir al conflicto engañando al personal.

¿Por qué no dejas tus ridículas creencias, que realmente no son tuyas porque aunque no lo aceptes te las han impuesto? ¿Por qué no dejas todos esos miedos e inseguridades y todos esos deseos de gloria y placer, todas esas ideas partidistas, todas esas pobres riquezas y te liberas uniéndote a todo el universo, a cada pequeña y diminuta parte de la existencia, a las más grandiosas y espectaculares maravillas del cosmos, a los más pequeños detalles, a los más profundos sentimientos, a ese movimiento hermoso de la inteligencia universal, a esa fragancia de la humildad, a esa pasión que es el amor?

Haz de tu vida una vida con sentido, trata de compartir la realidad que somos sin tapujos, sin mentiras, vive para unir, haz hermanos a los que se odian, da de comer al hambriento y de beber al sediento. Olvídate de tus miserias que en el mundo ya hay bastantes para atender.

Psicológicamente no se trata de ayudar a los demás o que nos ayudemos los unos a los otros, en el plano físico todos hemos de colaborar para salir adelante, pero en el plano psicológico hemos de ser independientes, lo que significa ser seres completos, porque donde hay dependencia acaba habiendo explotación.

Se trata de compartir lo que uno observa, lo cual no requiere de ningún esfuerzo intelectual o de ninguna capacidad creativa, ni tampoco se trata de persuadir o influenciar o de hacer algún tipo de propaganda dogmática, sino únicamente de exponer, dialogar y comunicar lo que somos capaces de ver juntos.

Para hacer esto posible no es necesario iluminarse, conseguir el nirvana o despertar el kundalini ni tener un tercer ojo o que te salga una ampolla en la frente, basta con dejar a un lado nuestro egoísmo y caminar en ese sentido afectuoso, y ya descubriremos lo que sea como se llame, seguramente que cuando llegue ese momento de iluminación ya no nos importará en absoluto y quizás ni nos demos cuenta de ello ¿Cómo vamos a ser conscientes de estar iluminados si no existe el yo, que es el que se mide y compara en el espejo de los demás? Quizás eso es una de las maravillas de la iluminación: que jamás sabrás si estas iluminado o eres un payaso.

Esta forma de caminar por la vida no supone negar el mundo y vivir alejados en alguna cueva en las montañas, más bien lo contrario, es vivir con el drama humano sin ningún tipo de sentimentalismo y empezar por las circunstancias que nos rodean. No se trata de escapar o camuflarnos porque en eso somos unos verdaderos artistas, es más bien dar la cara y que nos la partan psicológicamente hablando.

Esta transformación del ser humano es posible para cualquier persona, para una persona corriente y aunque solo sea una persona, su efecto será para el resto de la humanidad. No es cuestión de cuantificar el efecto o de calcular el tiempo que tardará en producirse, porque eso depende de las circunstancias, pero de lo que no cabe duda es del alcance de su significado.

Necesitamos derribar las barreras que nos separan y trabajar en común para edificar una sociedad basada en la bondad, sin necesidad de caer en el error de convencer, de influenciar, de negociar, de manipular a los demás, sino en base a la comunicación, el dialogo, y encontrar juntos lo que se puede hacer para construir un mundo que vaya en una dirección diferente.

Para ello basta con ver algo claro y no necesitar de años para dejar de creer en dioses inventados, en idealismos utópicos o pragmáticos, en sueños de seductor o de poder y en miedos e inseguridades que no nos permiten vivir y que no nos llevan a ningún lugar salvo a estar en el Limbo. También es necesario ver, no imaginar o convencerse, que los demás son como nosotros y que nuestro interés debe ser para con ellos, un interés común.

La verdad no puede imponerse. La verdad está ahí delante de tus ojos y sin embargo te resiste o te niegas a verla. Para ver la verdad no necesitamos de preparación alguna, ni que nadie nos guie, más bien necesitamos ser honestos y permitir que su gracia nos llene de pasión.

Para caminar por esta senda de la verdad no necesitamos de imágenes, ni nuestras ni de los demás, porque las imágenes sirven para aparentar y engañarse uno mismo y engañar a los demás. Y tampoco necesitamos tiempo o estar preocupados con el tiempo, porque el tiempo solo sirve para tener ilusiones o esperanzas de conseguir nuestros deseos. Vivir psicológicamente en el presente es vivir sin tiempo y cuando eso sucede, el ser humano dispone de una inmensa energía para responder, para ser completamente responsable de todo lo que sucede, sea ello lo que fuere, y no necesitar de grandes esfuerzos para subsistir.

Llegados a este punto solemos poner como escusa el miedo a subsistir y por el miedo a subsistir hemos hecho de este mundo un infierno. Subsistir no tiene demasiados problemas, lo hacen los animales, lo hacen incluso las plantas que no tienen ni siquiera movilidad, lo hace una mariposa que acaba de nacer con toda su fragilidad, y sin embargo nosotros vivimos aterrorizados.

El egoísmo tiene muchas mascaras, muchas escusas, solo mira lo que quiere ver, solo escucha lo que quiere oír, y se esconde tras la piel de cualquiera de nosotros. El ego es muy astuto y se viste de buena acción, de ayudar a los demás a resolver sus problemas, de hacer a los demás lo que los demás mismos tienen que hacer, porque de esa manera los hace dependientes. Comprender el egoísmo, ese culto a la avaricia, al orgullo y a la vanidad humana, requiere de mucha observación y de una persistente atención para captar su esencia, su fragmentación y su ignorancia.

Tenemos el deber de decir la verdad, y no estamos hablando de ninguna verdad metafísica, filosófica, o abstracta, sino de esa verdad que nos desnuda y nos deja con las vergüenzas al aire. Vivamos de una forma transparente.

lunes, 20 de mayo de 2013

¡Con qué facilidad se rompen las parejas!


Personas que en un momento de sus vidas se encuentran y se atraen, se enamoran, se desean y hacen todo lo posible por conquistarse hasta convertirse en parejas.

Parejas que han estado años conformando su relación, que se han ido conociendo, que han moldeado sus hábitos y costumbres para adaptarse a convivir en compañía, que han hecho proyectos en común, que han viajado y han descubierto experiencias nuevas, y que incluso han tomado juntos la responsabilidad de tener hijos, deciden o sienten en un momento que ya no se quieren, que los roces o las discusiones han hecho perder el atractivo que tenía la relación y se separan.

En todas estas separaciones siempre hay uno que tiene más iniciativa que el otro, bien sea porque el otro le ha puesto los cuernos, o porque se ha cansado del otro, o porque han llegado a tal nivel de enredo que ya es imposible convivir, o porque hay terceras personas que están influyendo negativamente en la pareja. El caso es que llega un momento que se decide dar un paso firme en la separación con más o menos explicaciones, pues para eso de dar explicaciones los humanos estamos a la cabeza de los animales, explicaciones que no son más que justificaciones de lo que hemos hecho o vamos hacer.

En toda separación hay que ponerse de acuerdo en separar o repartir lo que es común, es decir en lo que es de los dos: bienes materiales e hijos. Los bienes materiales son relativamente fáciles de separar aunque muy a menudo las personas llegan a hacerse daño por pura mezquindad o por odio, que es una forma cruel de egoísmo.

Pero la cuestión principal es: ¿Cómo se separan o reparten los hijos? Podemos decir de mutuo acuerdo, también podemos decir que hay leyes para eso, también podemos decir que son las madres las que se quedan con la custodia de los hijos porque para eso los han parido, también podemos estar actualizados y decir que el sentido común dice que haya custodia compartida. Lo cierto es que los hijos no se pueden repartir, porque los hijos son creación de dicha unión y desde un punto de vista psicológico se crea una situación de difícil solución que requiere de una gran madurez, algo de lo cual carecemos la mayoría.

A veces he pensado que los hijos deberían ser como pompas de jabón que explotan cuando las parejas se separan, o que la sociedad debería quitarles a los padres esos hijos porque los han perdido al perder la relación, o que fueran los hijos quienes tomaran la decisión de separar a sus padres cuando a ellos les conviniese. Entonces las personas se pensarían con más cuidado este asunto tan delicado de las separaciones donde hay hijos de por medio.

No es cuestión de estar de acuerdo o en descuerdo con las separaciones, cada persona puede y debe decidir con la persona que quiere o no quiere convivir, pero no quita que podamos observar este fenómeno de las separaciones y de la ligereza con que formamos pareja.

La vida es un proceso de maduración, pero a base de guerras y separaciones lo que conseguimos no es tanto madurar sino hacernos daño, conseguir heridas difíciles de cicatrizar, y al final envejecemos sin madurar y sin la posibilidad de florecer y crear multitud de semillas fértiles que rieguen el extenso campo de la conciencia humana.

¿Cuál es el sentido de formar una pareja, si es que tiene algún sentido?

Desde un punto de vista biológico y social podríamos decir que la pareja se forma para crear una familia y la familia es la base de la sociedad. Según las diferentes especies la pareja puede durar un solo instante o pueden permanecer unidos durante el resto de sus vidas.

Pero aparte de lo biológico y social: ¿Qué sentido tiene una pareja desde un punto de vista psicológico? Desde un punto de vista psicológico la pareja tiene un sentido de relación, y ya sean dos personas que se conocen en la parada de un autobús y charlan durante un rato o ya sean dos personas que conviven toda su vida bajo el mismo techo, el sentido de relación es el mismo y es esa relación la que realmente crea la sociedad.

La sociedad no se crea porque existan familias que traen hijos al mundo sino porque las personas se relacionan. La sociedad es uno mismo en relación con cualquier persona y según es mi relación así es la sociedad. Si yo me relaciono en base a mis intereses, si voy engañando y tratando de aprovecharme de los demás, si lo que busco es placer o seguridad, si me relaciono en base al afecto y al cuidado, si me relaciono con un sentido profundo de responsabilidad, eso será la sociedad en la que vivo. Quién sabe, a lo mejor cada persona vive en una sociedad distinta, en un mundo distinto y no deberíamos esperar a que nadie cambie nuestro mundo porque eso nunca va a ocurrir si no hacemos algo nosotros mismos.            

Tenemos que preguntarnos con mucha seriedad: ¿Qué es la relación?, y no es cuestión que alguien nos la conteste por nosotros, que venga algún filósofo o algún sociólogo o que vayamos a comprar un libro especializado en la relación o que busquemos en el wikipedia y nos defina lo que es, porque con eso lo que conseguimos es percibir la realidad con las ideas de otros y al final nos convertimos en inválidos mentales. Necesitamos despertar nuestra propia inteligencia, hacernos sensibles y responsables de nuestra vida, y eso comienza cuando nos preguntamos las cosas que creemos más sencillas.

Todos nosotros nos relacionamos, estamos todo el día relacionándonos, ya sea con familiares, amigos, compañeros de trabajo, cuando vamos a comprar o a resolver algún asunto, con los vecinos, con todas las cosas que salen en televisión o en los periódicos, cuando paseamos por la calle o simplemente cuando hablamos con nosotros mismos.

Relación significa conexión, unión y también significa razón, sentido. No cabe duda que gran parte de nuestra necesidad de relacionarnos con las personas es porque queremos conseguir algo de ellas, ya sea materialmente o psicológicamente y en ello no hay relación alguna, no hay conexión o unión alguna y el sentido que tiene es individual y personal. Podemos también decir que la relación es una cuestión de intercambio de intereses, lo cual no deja de ser puro mercantilismo individual.

¿Por qué en lugar de relacionarnos con los demás en base a lo que no tenemos lo hacemos en base a lo que tenemos en común? Es obvio que si la relación se basa en lo que tenemos en común no habría ese deseo de sacar provecho de lo ajeno y además a la hora de separarnos cada cual se iría con lo mismo.

Si fijamos nuestra atención únicamente en la reflexión que estamos haciendo al respecto de la pareja. ¿Qué cosas en común tienen dos personas que se emparejan?

Los dos son personas condicionadas por una cultura que los ha hecho tener determinadas creencias, valores, ideales y opiniones, teniendo en cuenta el entorno en el que se han educado. El hecho que uno sea comunista y el otro sea capitalista les hace diferentes en la forma pero no en el fondo, ya que ambos lo que tienen en común es que están influenciados por terceras personas y por lo tanto no son libres ni maduros.

Las personas compartimos más de lo que pudiéramos jamás imaginar, pero basamos nuestra vida en lo que nos diferencia y ese error tiene graves consecuencias.

Una pareja tiene que basar su relación en lo que tienen en común y luchar con todos sus medios para liberarse de toda influencia, de toda creencia y de toda idea que no sea por experiencia propia.

Esa pareja en la medida que sean capaces de andar juntos, de cuestionarse esa forma de vivir basada en ser un esclavo del trabajo, de cuestionarse ese afán posesivo absurdo que hace que las personas sean esclavas de sus propiedades materiales y psicológicas, de cuestionarse esa forma estéril, artificial y mecánica de vivir en el asfalto, de cuestionarse el sentido y el significado de la verdadera relación…. entonces será cuando esas personas estén en ese camino que es el encuentro con la vida.

Todos los seres humanos padecemos de ignorancia, lo que nos hace llevar una vida de confusión que crea continuos conflictos, lo que a su vez produce temor y dolor. Tomar decisiones para intentar solucionar los conflictos no lleva a ningún lugar. El hecho que tengamos ciertos placeres en los que nos refugiamos no soluciona nuestra profunda agonía y además la hacen aún más dolorosa.
 
Solamente unidos, únicamente juntos, vamos a poder hacer frente a esta ignorancia que nos hace ciegos ante un mundo que rebosa de hermosura.

Para estar unidos necesitamos percibir en profundidad aquello que tenemos en común y relacionarnos únicamente desde ahí. Es en esa relación donde surge el afecto y donde un mundo nuevo aparece en cada despertar.

domingo, 19 de mayo de 2013

El deseo y el amor


Esta reflexión que vamos a realizar sobre el deseo y el amor no es en absoluto teórica o conceptual, porque para eso ya existen millones de libros que no han conducido a nada y que no nos han aportado más que una mayor frustración a nuestra vida cotidiana, haciéndonos sentir incapacitados para afrontar nuestros problemas por nosotros mismos y haciéndonos dependientes de especialistas que anda tan perdidos como nosotros mismos.

Esta reflexión tampoco es un análisis o el desarrollo de alguna hipótesis calenturienta, es simplemente producto de la observación en uno mismo con el único de sentimiento de observar con curiosidad lo que sentimos respecto del deseo y del amor, sin perder de vista que forman parte de un todo.

Quizás sea un poco largo para las personas que no están acostumbradas a la observación o que sencillamente no quieren ver, en ese caso sería más aconsejable y entretenida la lectura de novelas románticas o sentimentales.

El deseo se ha convertido en algo tremendamente importante en nuestras vidas. Desde niños se nos enseña a escribir cartas a Papá Noel o a los Reyes Magos con una lista de juguetes que nos gustaría tener. También se nos enseña que si nos portamos bien y hacemos caso a nuestros padres conseguiremos que nos quieran, que nos den muestras de cariño y afecto.

Enseguida aprendemos a compararnos con los demás en cuanto a lo que tienen o en cuanto a lo que reciben en relación con lo que nosotros tenemos o recibimos, en si les dan más regalos, regalos mejores, o si les dan más muestras de cariño que a nosotros.

Desde que tenemos uso de razón nos enseñaron a estar atentos a lo que no teníamos, a lo que podíamos conseguir, en lugar de enseñarnos a estar a gusto con nosotros mismos y a sentir gratitud por todo.

Qué curioso pero ese tipo de enseñanza pudiera ser el origen de pasarnos toda la vida en ese afán de poseer bienes materiales o de buscar el aprecio de los demás y todo porque socialmente no interesa que nos apreciemos nosotros mismos, que estemos alegres con nuestra cara, con nuestro cuerpo, con la familia que nos ha tocado, con el país o el pueblo donde hemos nacido, con nuestra condición social.

En esta sociedad está el deseo del bien común, el deseo de justicia, el deseo de progreso y evolución, el deseo de descubrir e inventar o el deseo de libertad, pero el motor de esta sociedad es el deseo de bienestar personal o lo que es lo mismo: la envidia, y no importa como consiga uno las cosas porque lo importante es conseguirlas. En estas circunstancias todo se convierte en un medio para conseguir ese deseo mezquino de salir bien parado en competencia con los demás, y todos esos deseos de justicia, de progreso o de libertad, no son más que una forma institucionalizada de hipocresía social que sirve para mantener engañados a los ciudadanos.

Uno se pregunta, con ningún otro propósito que no sea aprender: ¿Qué es el deseo? ¿Cómo surge el deseo?

Todas las personas tenemos en común, de una forma u otra, esa actitud de desear y si en algo nos diferenciamos, quizás sea en la elección de los deseos, aunque habría que preguntarse si somos nosotros quienes eligen a los deseos o son los deseos quienes nos eligen a nosotros.

Hay muchas clases u objetos de deseo. Esta el deseo de ser rico, el deseo de ser feliz, el deseo de encontrar un buen novio, el deseo de trabajar, el deseo de servir a Dios, el deseo de ser inteligente, el deseo de ser amado, el deseo de matar, el deseo de aventura, el deseo de perder el tiempo, el deseo de jubilarse, etc.

Sin entrar en la distinción de la bondad o crueldad de los deseos, porque en esta reflexión no hay intención de eliminar los deseos malos y potenciar los buenos sino sencillamente comprender lo que significa el deseo, entonces uno se pregunta: ¿Cuál es el movimiento o el proceso del deseo?

El deseo, como la mayoría de las cosas en esta vida, tienen un comienzo, después un desarrollo, en medio unas consecuencias y por último un final. ¿Podemos ver todo lo que hay implicado en el deseo?

Si observamos el deseo podemos ver que está relacionado con los sentidos y con el propio acto de relación. Lo que hace acercarnos y relacionarnos con algo, es cuando en la vida cotidiana nuestros sentidos están alerta y encontramos algo en el medio que nos llama la atención. Ese algo puede ser una persona, una tienda, un perro, un semáforo o cualquier cosa.

Si veo un chico guapo que ha venido de nuevo al grupo de amigos y entablo conversación con él, veo sus ojos verdes, su color de piel morena, siento que tenemos ideas muy similares, que es inteligente y considerado, y me paso un buen rato a su lado escuchándole contar historias y riéndonos, está claro que voy a tener una sensación agradable por haberle conocido. Pero hasta ahí no hay deseo.

El deseo surge cuando me identifico con la sensación y cuando mi pensamiento empieza a construir una imagen o una película de lo bien que estaríamos los dos siendo novios, saliendo juntos, pudiendo llegar incluso a casarnos y a tener hijos: ¡Él podría ser el padre de mis hijos!

El deseo no tiene relación alguna con el amor, el deseo está relacionado con la atracción, con aprovechar la oportunidad de lograr algo y con cubrir una carencia psicológica que uno mismo se ha creado.

¿Por qué no puedo simplemente disfrutar conociendo a un chico nuevo del grupo y no construir película alguna, sobre todo teniendo en cuenta que tengo novio, aunque eso sí, no tan guapo ni tan simpático?

Está claro que el deseo es la búsqueda de la sensación, que hemos imaginado, y que en definitiva es una búsqueda de placer y de seguridad.

¿Cómo transcurre el deseo?

Si observamos como es el proceso del deseo una vez que se ha desencadenado podemos apreciar cómo surge la voluntad al servicio del deseo, que hará poner en juego las capacidades y todo el esfuerzo que sea necesario para conseguir dicho logro.

Durante ese proceso el pensamiento no cesa de construir una y mil veces la película que se ha formado con todas esas sensaciones que uno cree va a conseguir. Y estos pensamientos se pueden repetir tantas veces como duración en el tiempo tenga el proceso.

En los procesos largos que son deseos de altas aspiraciones, cuya duración puede ser de muchos años, como es el caso de personas que desean iluminarse, o ver a la Virgen, su mente necesita de una gran obstinación u obsesión pudiendo llegar a proyectar dicha experiencia, confundiendo la realidad con la proyección real que su mente ha hecho de la película. En estos casos se suele querer sacar provecho de dicha experiencia pues al fin y al cabo de que serviría tener una experiencia sino es confirmada y valorada por los demás, lo cual es bastante lastimoso. Sobre todo por el enorme esfuerzo que han hecho durante años, leyendo libros o rezando oraciones, para un fin que es ideal y no tiene existencia real. Además es tal la credibilidad que le dan a su experiencia que pierden el sentido del ridículo.

En los procesos medios que son deseos importantes, cuya duración puede variar bastante, como es el caso de personas que desean casarse, o tener un niño, su mente puede pasar por grandes momentos de incertidumbre y desesperación porque a veces sus fuerzas pueden flaquear o porque se pueden encontrar que no depende de ellos el logro de su deseo. Si al final no consiguen su deseo su mente puede quedar enganchada para el resto de su vida en una gran frustración, porque se les negó la posibilidad de realizarse o de ser felices. De todas formas en estos casos la frustración suele estar servida pues la realidad que uno se encuentra cuando el deseo se ha cumplido no es para nada lo que se había pensado, pero el problema es que uno tiene que arrastrar con dicho logro durante el resto de su vida.

En los procesos cortos que son deseos con poca o escasa transcendencia, cuya duración puede variar de un momento a varios días, como es el caso de personas que desean comprar algo, el deseo puede confundirse con ansiedad, es decir con la urgencia de llenar algo o de escapar de algo. En estos casos se busca sensaciones rápidas en las que uno acaba quedando enganchado.
En cualquier caso el logro de un deseo produce satisfacción y la sensación asociada al propio deseo.

Resumiendo un poco lo que hemos visto, el proceso del deseo pasa por la identificación con la sensación, la creación de la película por el pensamiento, la voluntad, el esfuerzo y la sensación lograda.

¿Qué sucede con la sensación lograda? ¿Es la sensación algo duradero o es simplemente algo que se desvanece con suma rapidez?

Lo cierto es que toda sensación dura muy poco, y aunque el deseo haya tardado años y muchos esfuerzos en conseguirse lo cierto es que la sensación dura prácticamente un instante.

¿Es la sensación producto del deseo conseguido o es nuestra mente quien crea la sensación teniendo en cuenta que ha conseguido el deseo, es decir la sensación la produce el logro o la produce la mente?

Al final va a resultar que todo este esfuerzo es en vano y que la mente puede producir todas las sensaciones que quiera con sencillamente imaginárselo.

Como todo este proceso del deseo es más bien algo ridículo, la mente inventa la idea de posesión de algo que ha logrado, lo que psicológicamente le produce un sentimiento de placer y seguridad. Curiosamente al ser una idea de posesión, lo cual no es real, la propia realidad hace que tarde o temprano este placer y seguridad se conviertan en sufrimiento e inseguridad.

Para terminar habría que preguntarse si nuestros deseos son diferentes de nosotros mismos o por el contrario si nuestros deseos somos nosotros mismos, porque si es así podríamos estar cayendo en la ilusión de creer que deseamos lo que voluntariamente decidimos en lugar de ver el hecho que son nuestros deseos los que nos hacen ser lo que somos.

¿Por qué somos nuestros deseos? ¿Cómo ha llegado a suceder eso?

Por una parte en el cerebro existe la función psíquica de desear relacionada con cubrir nuestras necesidades básicas y que se pone en funcionamiento con sensaciones de hambre, de sed, de seguridad, de supervivencia y de bienestar biológico. En esta función no existe condicionamiento alguno, y más bien el problema sería no haberla desarrollado adecuadamente.

Por otra parte están las creencias, valores, prejuicios, ideales, que se han registrado en nuestra memoria a través de la cultura y que son deseos psicológicos en forma de conocimientos o experiencia que en definitiva conducen nuestra conducta y que son el condicionamiento psicológico que construye el Yo y que por esa razón es tan difícil meterle mano, ya que el pensamiento surge principalmente de ahí, y por eso se dice que ´nuestros deseos somos mismos´.

Por último están los objetos de deseo que variaran dependiendo de las circunstancias y que no son más que un reflejo de los deseos psicológicos que anteriormente se han citado. Normalmente la lucha de las personas se hace en este campo de los objetos, intentando conseguir objetos que cubran nuestros deseos instintivos y nuestros deseos psicológicos, lo cual es una tarea imposible y frustrante porque los deseos psicológicos, que son creencias falsas, ponen en peligro nuestra seguridad y nuestro bienestar.

¿Surge el amor del deseo? ¿A qué amor nos referimos?

Para empezar es necesario decir que nos referimos al amor que no es una idea, que nos es un concepto o una abstracción, que no es una sensación corporal producto de hormonas calenturientas. Queremos indagar en el amor como un hecho, si es que tal hecho existe.

Los deseos psicológicos que anteriormente nombrábamos: creencias, valores, prejuicios, ideales, niegan el amor porque todo ellos son un movimiento en el tiempo, son deseos de ser o de poseer que van desde el pasado, que es donde surge el deseo, a través del presente, que es donde condiciono mi conducta, hasta el futuro, que es donde espero conseguir lo que sea. El amor, como hecho, solo puede darse en el momento presente.

Para no perdernos en los laureles vamos a dar una muestra de amor. Por ejemplo cuando miramos a un niño, o a un pájaro, o a una mosca, con sumo respeto, con admiración, con cuidado y atención, con afecto, sin interferir psicológicamente en su existencia, dejando y permitiendo ser lo que es… eso es una muestra de amor.

El amor existe en la medida en que está ausente el Yo, ese Yo que es la suma de todos los deseos psicológicos, ese Yo que se separa del Tu creando una lucha sinfín hasta el fin de su existencia.

El amor es relación, no la relación de dos cosas separadas, que no sería relación alguna, sino la relación que surgen cuando las cosas están unidas, cuando se comparte una misma percepción de la realidad o una misma responsabilidad.

Si la inteligencia fuera la percepción de la realidad, el amor sería el sentimiento que la acompaña y la compasión sería la acción en la relación.

El amor no tiene motivo, no es un medio para conseguir un fin. El deseo si tiene un motivo y es un medio para conseguir un fin.

¿Puede una persona amar y desear a la vez? Eso sería como estar sufriendo y dichoso al mismo tiempo. El deseo psicológico es parte del movimiento del dolor y tiene su continuidad en una relación de causa y efecto, y el amor no tiene movimiento alguno, no tiene causa.

Existe una forma de deseo que es amor y que lleva en sus entrañas el odio porque donde hay apego, posesión, hay temor a perder y un sentimiento de odio a quien te roba o te quita lo que es tuyo, lo que te pertenece. De ahí viene el dicho ´la mate porque era mía´, es decir amor y odio al mismo tiempo.

En el amor no hay lugar para el temor porque no se posee nada, más bien es un sentimiento de profunda unidad y no tiene ningún sentido poseer lo que uno es. Además ¿cómo es posible alterar de alguna forma, aunque sea con ideas, la propia existencia?  ¿Por qué esa insistencia en cambiar las cosas? ¿Quién soy Yo para cambiarlas, quien soy Yo para ayudar a alguien, quien soy Yo para enseñar a alguien?

El amor es la acción más responsable que existe, es absolutamente activa, mientras que el deseo es dar vueltas en un círculo creyendo que se va en línea recta.

¿Cómo se llega al amor? Al amor se llega cuando cesa el Yo, cuando el deseo psicológico llega a su fin, cuando se para el tiempo y surge la eternidad.

¿Cómo puede uno, el Yo, hacer frente a los deseos psicológicos, de tal forma que se extingan? No podemos extinguir los deseos psicológicos porque como hemos dicho forman nuestro Yo, es algo grabado en la memoria y la memoria no se va a borrar.

¿Es posible afectar a la memoria? ¿Quién va a afectar a la memoria? ¿Puede la propia memoria afectarse a sí misma o tiene que ser algo fuera de la memoria?

¿Es el amor parte de la memoria?

El amor no es algo aprendido, memorizado. El amor es la propia existencia moviéndose, recreándose en multitud de formas, creándose y transformándose, en una danza sin principio ni fin. El amor es armonía, es orden, es belleza, es la inteligencia en movimiento.