sábado, 3 de marzo de 2012

La muerte (2)


De una manera u otra las personas adultas que ya tenemos unos años hemos pasado por esa situación de ver fallecer a algún familiar, amigo o compañero de trabajo.

La muerte es algo que está ahí presente en nuestras vidas y por mucho que no queramos ser conscientes de ella, ella siempre es consciente de nosotros y sabe que algún día nos llevará con ella. Es difícil que se olvide de nosotros, que cometa un error y se extravíe nuestro nombre de esa lista que como el tiempo cuelga en el calendario de la existencia.

Esas personas fallecidas cuando vivían entre nosotros tenían sus gustos y sus ideas, sentían las cosas a su manera y tenían su carácter.

Y de repente un soplo de viento se los llevó en una enfermedad, o por la edad, o en un accidente, siendo ancianos o niños, y ni todo el dolor del mundo va a cambiar dicho acontecimiento.

Una vez estando en un cementerio, en el momento del enterramiento y en medio de bastantes familiares una niña preguntó: ¿por qué meten al abuelo en una pared?, y alguien le contestó que su abuelo ya no estaba, que se había ido, y la niña insistió preguntando: pero, ¿a dónde ha ido el abuelo?, y después de un silencio interminable alguien contesto que su abuelo se había ido al cielo.

¿A dónde van a parar las personas queridas que fallecen?

El cuerpo de unas personas se entierran en un ataúd, otros cuerpos son incinerados, otros son donados para trasplantes e incluso los hay que son donados para el estudio, sin embargo por el hecho de saber donde se entierran los cuerpos parece que no es suficiente como para contestar a la pregunta de ¿a dónde va el corazón de la persona, el espíritu o el alma del ser?

Los budistas hablan de reencarnación y dicen que el alma necesita pasar por bastantes vidas hasta alcanzar la iluminación. Las religiones en general hablan de la espera del juicio final y por último del cielo y del infierno como premio o castigo por los pecados cometidos en vida.

Todas esas ideas más que apuntar a una realidad objetiva lo que parece es que tratan de crear una actitud sobre las personas para que realicen una vida de sabiduría o de bondad, de tal forma que el egoísmo que impera en la humanidad pueda cambiar.

¿Cuál es la cualidad de una mente que realmente tiene interés en saber a dónde vamos cuando morimos y a la misma vez descarta cualquier respuesta, sugerencia o propaganda que no es producto de su propia percepción?

¿Qué es lo que muere cuando yo muero? ¿Muere mi cuerpo y yo sigo, o muere mi cuerpo y yo me voy por ahí, o yo no existo y solo existe mi cuerpo y por tanto muere todo lo que soy?

Pienso que cada persona debería contestar esas preguntas y vivir con respecto a dicha respuesta.

Nosotros creemos que nuestro Yo es único y exclusivo de cada uno de nosotros y no nos damos cuenta que eso solo puede ser una idea cultural.

El Yo es una cuestión psicológica, es una forma mental de entender lo que somos aparte del cuerpo. El Yo son mis ideas, y entre esas ideas está la idea de mi mismo, son mis valores, son mis prejuicios, son mis ilusiones y temores. Todo ello le sucede de la misma manera a cualquier otra persona a la que llamamos Tú o Él o Ella.

Por lo tanto nuestro Yo es igual que el Yo de la otra persona y cuando el cuerpo fallece el Yo sigue existiendo en los demás. Mis temores, mis deseos, mis heridas, mis gustos… todo ello que yo creo que ha muerto conmigo sigue existiendo con la misma cualidad psicológica en los demás.

Cuando morimos volvemos al origen de donde partimos pero nuestro Yo se queda en esta humanidad que anda sumida en una ignorancia egocéntrica que no le permite sentirse unida al universo y formando parte de cada ser en particular porque para que ello suceda es necesario morir psicológicamente, comprender que ese Yo individual no es más que algo condicional y colectivo.

viernes, 2 de marzo de 2012

La pasión (2)


Hay una pasión por algo o dirigida hacia un objeto y hay una pasión por todo donde cualquier aspecto de la vida tiene un profundo interés.
¿Cómo es posible que surja esa pasión por todo, por cada cosa que uno hace, siente o piensa? ¿De dónde surge esa pasión? ¿Por qué los seres humanos en general no tienen esa pasión por todo?
Cuando una persona tiene pasión por algo, de tal forma que pone tanto empeño en ese algo a costa de la pasión o del interés hacia otras cosas pierde la posibilidad de sentir esa enorme pasión por la totalidad.
Un ejemplo muy fácil de entender es cuando ponemos mucha pasión o cariño por un familiar con el que nos identificamos o nos cae en gracia, como un sobrino o un hijo, y le mostramos todo nuestro aprecio con sonrisas, halagos, abrazos y regalos siempre que tenemos la oportunidad y sin embargo en el mismo momento no ponemos ninguna pasión o menos preciamos a otros familiares que no nos hacen tanta gracia.
La pasión por algo es un sentimiento relacionado por lo que pensamos o valoramos ese algo y la pasión por todo no es tanto un sentimiento sino más bien una actitud.
La pasión surge de la comprensión y la comprensión nace de la necesidad que tenemos de entender el sufrimiento.
Dejando a un lado el dolor físico que nos previene y nos hace poner atención, el sufrimiento es un dolor psicológicamente que produce sensaciones de angustia, miedo y desesperación.
¿Por qué sufrimos? Si te importa realmente porque sufres o porque sufre la humanidad y lo investigas puede que comprendas y que de esa comprensión surja esa pasión por la totalidad.
¿Por qué sufre cada uno de nosotros? Si somos honestos podemos ver que sufrimos cuando perdemos, que sufrimos cuando no se cumplen nuestras expectativas y que sufrimos cuando nos sentimos solos y despreciados.
De alguna forma tenemos que ser conscientes que nuestro pensamiento juega un papel importante en la posibilidad o no de sufrir y también hemos de darnos cuenta que las ideas o valores que tenemos de las cosas también juegan un papel relevante en la posibilidad de sufrir.
Es un hecho que sufrimos cuando pensamos que hemos perdido algo (un amigo, el coche, un trabajo, un hijo, una seguridad, un amor, una pierna). La cuestión es: ¿Por qué pensamos que hemos perdido? ¿Qué hemos perdido realmente? ¿Hemos perdido a la persona que se ha ido o hemos perdido el placer o el bienestar que dicha persona nos daba?
Si somos honestos y para comprender hay que ser honestos, el sufrimiento y el placer psicológico están muy relacionados pues cuando el placer se nos niega o se nos quita surge el sentimiento de dolor. Entonces el pensamiento insiste una y otra vez en la desgracia de haber perdido eso que tanto representaba para uno mismo, lo cual produce angustia, pero en realidad si seguimos siendo honestos porque para comprender no se puede dejar de ser honestos, esa persona no nos importa lo más mínimo y lo que realmente nos importa y por lo que estamos sumidos en el dolor es por nuestra perdida de placer.
Poseemos a las personas, a las cosas o a las ideas porque nos producen placer en forma de seguridad, aprecio, sensualidad y compañía. Por esa razón surge el apego que no es más que una actitud de dependencia y posesión.
Placer y dolor son una misma moneda con dos caras. Es el pensamiento quien nos hace mirar una cara o mirar la otra. Aunque quizás el aspecto más importante en todo ese proceso que da lugar al sufrimiento es la idea que tenemos de placer y la actitud de su búsqueda a través de las personas, de las posesiones, de las ideas o de los sentidos.
Llegados a este punto hemos sido capaces de ver que el sufrimiento esta relacionado con el placer psicológico y que ambos no son más que formas de pensamiento.
Los seres humanos pocas veces se han cuestionado si una persona puede vivir sin sufrimiento, si una persona puede superar el dolor para siempre y ser una persona completamente diferente desde un punto de vista psicológico.
Cuando un ser humano ve con claridad que su sufrimiento es producto de su propio pensamiento y ya no culpa a nadie de ello, entonces tiene lugar un cambio psicológico en dicha persona que se traduce en cambios en su conducta, en sus relaciones y en su forma de entender la vida porque de alguna forma ha habido una cierta liberación de algo que era falso y que ha dado lugar a crear espacio mental para percibir de una forma aún más profunda.
Esa percepción sobre el pensamiento abre la posibilidad de aprender por uno mismo sin necesidad de ninguna autoridad.
Pero como decíamos al principio para descubrir esa pasión por todo necesitamos entender el sufrimiento en su totalidad y no solo el sufrimiento propio.
Existe un dolor aún mayor que el propio y que tiene sumido a la humanidad en guerras, ambiciones, conflictos, y que es necesario comprender.
La humanidad ha avanzado en gran medida tecnológicamente y hemos desarrollado un enorme conocimiento que nos ha permitido vivir de una forma más cómoda y segura, pero psicológicamente la humanidad no solo no ha avanzado sino que va en retroceso aumentando cada día aún más su capacidad de sufrir.
¿Cómo es posible que tanto avance tecnológico no solo no hay acabado con el hambre y las injusticias humanas sino que las ha agravado? El sufrimiento de la humanidad es causado por la ignorancia, una actitud que tiene sumido al ser humano en la más absoluta oscuridad psicológica.
Si comprendemos la ignorancia, la presunción de saber, y observamos nuestro entorno veremos que lo que en él aparece es nuestro propio reflejo, lo que en realidad hay en nosotros y es ahí donde surge la pasión, el afecto y al amor por todo.
Es posible tener un momento de luz, pero este se va sin decir adiós y se disipa antes de lo que creemos porque no somos capaces de sostener tanta belleza en nuestras manos. Eso es como no tener nada, eso quizás sea peor que nada.
Para que una persona pase de la oscuridad a la luz solo es necesario un solo instante de comprensión que es eterno y lleno de pasión.