lunes, 3 de diciembre de 2012

Lo superficial y lo profundo


Lo superficial se refiere a aquello que se ve y lo profundo se refiere a aquello que no se ve.

Si miramos al mar podemos ver con poco esfuerzo todo aquello que esté en su superficie: olas, un barco, una isla, una botella flotando.  Sin embargo se requiere esfuerzo y un equipo especial para poder ver que hay en las profundidades del mar y entonces nos podemos encontrar: bancos de peces, un barco hundido hace muchos años, algas, una estrella de mar.

Es cierto que no siempre vemos aquello que es superficial porque simplemente no lo miramos o no nos fijamos en ello, bien sea porque no nos interesa o porque estamos enfocando la mirada hacia otro lugar.

Desde un punto de vista psicológico lo superficial de una persona podría ser su apariencia, su conducta, sus opiniones, sus creencias, sus gustos, sus hábitos, sus capacidades y destrezas, la imagen que intenta transmitir, y en definitiva todos aquellos aspectos visibles de una persona que comunican algo al respecto de cómo es.

Desde un punto de vista psicológico lo profundo de una persona podría ser su experiencia oculta, sus motivaciones, intereses o intenciones, su sensibilidad, o lo que trata de no mostrar de forma deliberada.

Lo superficial y lo profundo no son una dualidad, no son dos opuestos, son dos realidades diferentes que pueden ser observadas. El problema aparece cuando solo nos movemos en el aspecto superficial y obviamos la parte profunda, entonces somos como un barco a la deriva perdido en alta mar.

Si miramos al mundo tal y como es podemos ver que es un lugar inseguro, lleno de conflictos, donde sobreviven los más fuertes y astutos a costa de los demás, seres humanos explotando a seres humanos, seres humanos que se divierten mientras otros mueren de hambre, seres humanos que tratan de vivir para sí mismos.

Desde un punto de vista superficial es fácil ver que, salvo alguna excepción, en general el ser humano y la sociedad se conducen por una actitud egoísta. ¿Acaso no vemos algo que es tan claro, tan superficial?

Pienso que es fácil ver el egoísmo humano y todo ese mundo en conflicto pero también pienso que por mucho que lo miremos nunca va a cambiar nada porque no estamos viendo lo profundo de la cuestión.

Querer cambiar algo sin profundizar en ello, sin comprender las raíces que lo sustentan, no sirve de nada y además tiene como consecuencia que las ramas que tratamos de podar se fortalezcan.

¿Qué es lo que sustenta el egoísmo de los seres humanos, el egoísmo de uno mismo? ¿Por qué es uno mismo egoísta?

Tenemos una actitud egoísta porque pensamos que con ello obtenemos un beneficio. De hecho el egoísmo no es más que la búsqueda del beneficio en cualquier relación que uno mantenga. Si en el hecho de ser egoístas descubriéramos que nos perjudica más que nos beneficia, es seguro que tarde o temprano dejaríamos de ser egoístas.

¿Qué es lo que nos impide darnos cuenta que el egoísmo está arruinando nuestra vida y la de los demás?

Siendo egoístas buscamos placer y al final obtenemos dolor. Siendo egoístas buscamos seguridad y por mucho que nos rodeemos de personas, de sistemas de seguridad o de todo el dinero del mundo al final vivimos en la más absoluta inseguridad. Siendo egoístas podemos vivir amasando fortunas pero al final hemos perdido la vida y además sabemos que tarde o temprano nos quedaremos sin nada…

En el fondo somos egoístas porque somos ignorantes y es esa ignorancia la que no permite darnos cuenta de nuestra estupidez.

El egoísmo se forma con todo aquello que acumulamos, que poseemos, y hemos cometido la torpeza de acumular conocimiento en forma de saber lo que queremos y lo que no queremos, lo que nos viene bien y lo que nos viene mal, lo que nos beneficia y lo que nos perjudica, lo que nos satisface y lo que nos desagrada, y todo ello no es más que ignorancia que no nos permite cuestionarnos.

El egoísmo es algo superficial contra lo que no merece luchar sino somos conscientes de que la verdadera lucha se libra en las profundidades donde reside la ignorancia.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Mi experiencia (2)


¿Cómo puede uno mismo darse cuenta de su experiencia?

Es fácil saber las capacidades y destrezas que hemos logrado a través de los años: hablar un idioma, saber conducir, cocinar, tocar un instrumento musical, jugar a las cartas, etc. Es evidente que esta experiencia en forma de capacidades o destrezas nos hace la vida más fácil y adaptativa.

Sin embargo no parece nada fácil saber si hay una parte de nuestra experiencia que nos dificulte la vida y que en definitiva no nos permita adaptarnos de una forma equilibrada y armoniosa con nuestros semejantes y con el entorno en el que vivimos.

Cuando surgen problemas de relación difícilmente ponemos en entredicho o cuestionamos nuestra propia experiencia y casi siempre, de una forma u otra, despreciamos aquella experiencia que cuestiona la nuestra.

De alguna forma, igual que necesitamos respirar, alimentarnos o dormir, también necesitamos poder mirar con una mente nueva y fresca capaz de darnos cuenta si esa experiencia vieja no es acaso la causante de todos nuestros conflictos e ignorancia.

Aprender es como respirar, meter aire en nuestros pulmones y permitir que todos nuestros sentidos perciban la fragancia de la vida. Sin aprender la vida tiene un escaso significado.

¿Es posible aprender si nuestra vieja experiencia nos está complicando la vida? ¿Cómo vamos a poder hacerlo sin utilizar para ello nuestra vieja experiencia?

Necesitamos una mente nueva y fresca capaz de mirar sin juzgar, sin reprimir, sin necesidad de evaluar o sacar conclusiones, con esa energía inocente de la curiosidad que siempre está aprendiendo.

Pero para despertar una mente nueva y fresca no necesitamos matar o despreciar a la vieja experiencia, más bien necesitamos mirarla sin distancia alguna, con afecto, y darnos cuenta que ella no es más que un producto de influencias de segunda mano que nos tiene maniatados al pasado.

Esa mente nueva y fresca no es personal, no es acumulativa, es una ventana a la realidad tal cual es y cuando ella actúa las nuevas experiencias no dejan huella. Es entonces cuando buscar experiencias no tiene sentido alguno.

Continuamente estamos experimentando y desde que nos levantamos de la cama hasta que nos acostamos estamos experimentando. Incluso por la noche pasamos por situaciones en que no podemos dormir, en que estamos inquietos, o sencillamente tranquilos o soñadores, todo ello es experimentar. No podemos evitar experimentar, lo contrario sería como estar muertos.

La cuestión es si al tener dichas experiencias podemos acabar con ellas de modo inmediato de tal forma que la siguiente experiencia pueda ser recibida de manera plena, sin prejuicios y sin heridas. De ese modo descubriremos un estado nuevo de vivir continuamente experimentando donde no tendrá sentido hablar de experiencias individuales.

¿Por qué buscamos experiencias? puede ser porque buscamos placer, satisfacción, entretenimiento, emociones, a las que nos apegados sin ser conscientes de sus consecuencias al encontrar miedo, dolor, insatisfacción, aburrimiento e insensibilidad, lo cual nos induce a seguir buscando más de lo mismo en una rueda sin fin.

El placer crea dolor y el dolor crea la búsqueda de placer. ¿Qué le sucede a la mente cuando ha visto esa estrecha relación entre el placer y el dolor? Una mente así ya no busca placer y ya no huye del dolor, no se mueve en el tiempo psicológico y habita en un presente continuo, no malgasta energía interpretando los hechos sino que está con lo que sucede mirándolo frente a frente.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Escuchar


¿Qué es escuchar? ¿Sabemos escuchar?

Normalmente, en nuestras vidas cotidianas, las personas apenas escuchamos a los demás, quizás porque estamos más ocupados en comunicar lo que queremos que sepan de nosotros que en lo que tratan de decirnos.

En realidad cuando las personas que charlan no se escuchan es como si mantuvieran un diálogo de sordos, cada uno hablando de sí mismo sin interesarse verdaderamente por lo que la otra persona trata de comunicar. Uno escucha a la otra persona esperando que termine para seguir contando su historia personal.

¿Por qué no escuchamos?

No escuchamos porque estamos demasiado preocupados u ocupados en nuestros propios asuntos. Siempre estamos intentando resolver los asuntos pendientes, deshacernos de los problemas que van surgiendo, tratando de conseguir nuestros deseos, de cumplir nuestras ilusiones y por esa razón cuando nos encontramos con alguien lo primero que se nos ocurre es hablar de todas esas cosas que están en nuestra mente dando vueltas sin parar.

No escuchamos porque creemos que la otra persona está interesada en oír nuestras historias, cuando quizás ni siquiera nos ha preguntado.

Escuchar es un poco dejar de lado nuestros asuntos personales para interesarnos por los asuntos de la persona que nos está hablando y es ahí donde surge la comunicación entre dos personas. Sin la escucha no es posible la comunicación. Es a través de la escucha cuando uno aprende que los asuntos ajenos son idénticos a los propios: el conflicto, el sufrimiento, la ansiedad, el miedo, el deseo, la soledad, etc.

Escuchar es un estado de sensibilidad en el que es posible, mientras oímos a una persona hablar, percibir sin límites lo que trata de comunicarnos. Podemos percibir los asuntos que le preocupan, como razona, como observa, como siente, su nivel de coherencia, su estado físico y emocional, sus creencias y valores, sus quejas, el nivel de frustración o satisfacción, si percibe lo que le rodea, sus motivaciones e intereses, etc.

Cuando se expresa que la escucha es un estado de sensibilidad lo que se quiere decir es que no es una destreza o capacidad que podemos aprender con independencia de otras cualidades del ser humano. La escucha va asociada a nuestra forma de observar, de aprender, de cuestionar y sobre todo a nuestra manera de entender el mundo, es decir, a nuestra madurez.

Escuchar no es simplemente un acto de la voluntad de estarse callado mientras uno oye a la otra persona contar sus asuntos personales. Para que la escucha se dé es necesario que exista el interés sincero por la otra persona así como un sentimiento de curiosidad que nos permita aprender, es decir, darnos cuenta de lo que sucede en la medida en que vamos profundizando.

El acto de escuchar se basa en tres pilares fundamentales: la atención, la observación y el cuestionamiento.

La atención se refiere al hecho de poner todos los sentidos al servicio de la escucha, de tal forma que no haya un sentido que prevalezca sobre los demás. A la misma vez que escuchamos a una persona sus palabras, también estamos viendo sus gestos, su forma de vestir, su olor, la construcción de las frases, el desarrollo de las ideas, etc.

Cuando no escuchamos nuestra atención se basa en encontrar el mejor momento de interrumpir a la otra persona para expresar lo que nos tenemos en la cabeza.

La observación se refiere al hecho de que en esencia la persona que escucha no es diferente de la persona que habla y por consiguiente esa cualidad de la observación hace de la escucha un acto de afecto, de comunión con la otra persona, donde no hay rechazo, juicio, o critica al respecto de lo que expresa.

Cuando no escuchamos nuestra observación se basa en estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que oímos según nuestra opinión personal.

El cuestionamiento se refiere al hecho de indagar en las palabras que son expresadas de tal forma que se pueda completar toda la realidad posible del asunto en cuestión. El cuestionamiento surge de la propia imprecisión de las ideas que se expresan y sirve principalmente para hacer consciente de una forma amplia el asunto presentado y para poder ver en profundidad los asuntos que se presentan superficialmente.

Cuando no escuchamos nuestro cuestionamiento se basa en poner en tela de juicio a las personas que no piensan como nosotros.

La escucha es algo puramente práctico, no tiene ninguna base teórica, y solo es posible experimentarla si uno la desarrolla en sí mismo. Nadie puede enseñárnosla y decir que no la entendemos es eludirla.

La base desde donde surge la escucha es el silencio. Si una persona quiere aprender a escuchar ha de aprender a callarse y familiarizarse con el silencio. Es en ese silencio donde uno va a aprender a escuchar por primera vez a esa persona que es uno mismo.

Cuando uno se escucha a sí mismo puede ver con perfecta claridad que su mente no está tranquila, que hay un montón de ruido en ella, que surgen pensamientos de toda clase de forma involuntaria, que escapamos de mirarnos tal y cual somos, y que hacemos inconsciente lo que conscientemente y sin esfuerzo podemos mirar.

No podemos aprender a escuchar si no somos capaces de escucharnos a nosotros mismos.

¿Qué podemos hacer para comprender todo ese ruido u ocupación que escuchamos en nuestra mente? Si queremos aprender a escuchar no podemos juzgar que ese ruido, pensamiento u ocupación mental, es algo malo que hay que quitar o solucionar porque entonces no estaríamos por una parte prestando atención con todos nuestros sentidos, ni estaríamos observando a lo que nosotros mismos somos, y por otra parte tampoco estaríamos cuestionando lo que es con el objeto de profundizar en ello y darnos la oportunidad de aprender.

Eso que escuchamos en nuestra mente es el estado psicológico en el que nos encontramos y todo ello a veces no es más que un reflejo de la manera superficial que entendemos y sentimos la vida. Puede ser que la vida la veamos completamente deformada o de un color que no es y por esa razón nuestra mente no está serena y silenciosa.

Aprendiendo a escucharnos también aprendemos a escuchar a los demás y de igual modo podemos ver todo ese ruido y ocupación mental que observamos en nosotros mismos.

En la medida que aprendemos a escucharnos somos más sensibles a oír o percibir más cosas que nos suceden: continuamente tratamos de dar a los demás una imagen de nosotros, expresamos opiniones, juicios de valor, criticamos a los demás, reaccionamos a lo que oímos según nos identifiquemos o no con lo que se está expresando, estamos en un estado de defensa, evitamos lo que no nos gusta y siempre vamos hacia lo que nos gusta y en definitiva todo apunta a que vivimos según una idea de nosotros mismos.

Todas esas cosas que escuchamos en nuestra mente y que en apariencia pudieran ser normales porque a casi todas las personas les sucede lo mismo, en realidad más bien parecen ser producto de una mente desequilibrada en continuo conflicto con el mundo.

Aprender a escuchar supone comprender de una forma sencilla y clara todo ese entramado egocéntrico que conducido por la ignorancia solo nos lleva al sufrimiento y a pasar por la vida sin percibir su significado. Escuchar es una acción inteligente que permite conectar con todo de una forma viva.

Las personas que escuchan son de gran ayuda para el prójimo. Primero porque en la escucha hay esa cualidad de la relación que es puro afecto y donde cualquier persona que se sienta escuchada lo percibe. Percibe que realmente la otra persona está interesada en lo que le va a contar y que, cuente lo que cuente, no va a ser juzgada o rechazada. Y segundo porque en la escucha lo que se pretende es que la otra persona haga consciente de una manera amplia el asunto del que habla y además sea capaz de despertar sus propios recursos para comprenderse a si mismo.

La persona que escucha sabe que él no puede ayudar a la otra persona a resolver sus problemas ya que no se trata de transmitir conocimiento sino de crear el clima óptimo en la relación que propicie que la otra persona se dé cuenta por si mismo del alcance y de la naturaleza del asunto en cuestión.

Una persona que escucha a otra lo que hace en definitiva es invitar a la otra persona a que aprenda a escuchar.

Ahora solo queda ponernos a dialogar con una persona, olvidarnos un poco de nosotros mismos, dejar a un lado nuestro prejuicios, interesarnos por lo que tratan de contarnos, escuchar con el corazón, sentir que en el fondo no somos muy diferentes de la persona que escuchamos, y si el planteamiento que nos hace es superficial le invitamos amablemente a ahondar en ello y a cuestionarlo desde otros puntos de vista con la posibilidad de ver que toda realidad personal no es más que un reflejo de la realidad común de todos los seres humanos y que nos corresponde a todos poner de nuestra parte para mirarla con objetividad y profundidad… al final seguro que al menos hemos ganado un amigo, habrá disminuido nuestro ego y habremos aprendido.


sábado, 3 de noviembre de 2012

Manifiestate y cambia el mundo


El 15-M, el 25-S, el 12 de Octubre, la Huelga General, Contra la violencia de Género, Contra el Cáncer, y un sinfín de manifestaciones. Se dice que el presente año 2012 ya se han celebrado cerca de 3.000 manifestaciones en España.

El derecho de manifestación y huelga es un logro que tardó muchos años en conseguirse y que seguramente tuvo como consecuencia posteriormente haber alcanzado otros muchos beneficios y derechos humanos.

Es curioso ver cómo, en la presente crisis económica europea causada principalmente por las personas que forman la banca y la clase política, se están perdiendo casi de un plumazo gran parte de esos derechos y beneficios, en especial los de las clases trabajadoras y estudiantes.

A este paso puede que llegue el día en que también perdamos el derecho a manifestarnos y por esa razón a mi me gustaría, antes de que eso suceda, manifestarme por este medio tan precioso que es el blog.

Me manifiesto en contra de mi mismo. La causa principal de mi manifestación es protestar contra mi egoísmo, contra mi falta de sensibilidad para con los demás y contra mi ignorancia.

¿De qué me sirve manifestarme contra esos políticos corruptos, que basan su vida hipócrita en su interés personal haciendo creer al ciudadano que velan por los intereses sociales, si yo hago lo mismo?

No puedo continuar viviendo para mi mismo sin tener en cuenta a los demás. Ni tampoco puedo continuar teniendo en cuenta a los demás cuando en realidad les estoy manipulando para mi propio beneficio.

Esta forma de vivir egoístamente es cruel e insensible. Primero yo, después yo, a continuación yo y por último los demás.

Siempre estoy luchando por tener razón en las discusiones y que prevalezcan mis opiniones, no escucho a los demás y, salvo cuando están de acuerdo conmigo, no me interesan sus opiniones.

Siempre intento convencer a los demás de mis ideas políticas y hago todo lo que hay en mi mano para que la oposición no gane. No soy consciente que ellos hacen lo mismo y nunca me he parado a pensar que son personas como nosotros las que sostienen esta falsedad de sistema.

Me manifiesto contra mis hábitos, contra el tabaco que fumo, contra el alcohol que bebo, contra la comida basura que como, contra el uso que hago de la TV, del móvil y de los videojuegos.

Me manifiesto contra mi actitud de ver a un animal como un alimento, a una planta como parte de la decoración de mi casa, a una mujer como un desahogo sexual, a un amigo como un medio de sentirme apreciado.

Me manifiesto por dejarme llevar por modas, por tatuar mi piel, por agujerear mis orejas, por llevar ropa incomoda y provocativa.

Me manifiesto por no ser educado y respetuoso con las personas mayores, ni con los niños, ni con los extranjeros, ni con los que son de otra religión.

Manifiesto la imagen que tengo de mi mismo como algo puramente falso que no se sostiene por mucho que intento convencer a todo el mundo de ella.

Manifiesto mi aburrimiento existencial, mi falta de honestidad, mi escasa seriedad y constancia, y mi falta de compromiso con la vida y con el prójimo.

Manifiesto que el mundo va como va porque personas como yo piensan que otros tienen la culpa y no nos damos cuenta que si estuviéramos en el lugar de ellos haríamos lo mismo o incluso peor que ellos.

Manifiesto que necesito cambiar yo mismo para que cambie mi vecino o mi enemigo o el propio mundo. De nada sirve tirar balones fuera.

Manifiesto mi falta de sensibilidad para con los animales y con la vida en general porque vivo una vida tan artificial que apenas soy consciente de mi propia naturaleza.

Manifiesto que no sirve de nada manifestarme en las calles mientras no sea capaz de manifestarme contra mí en público y delante de las personas con las que me relaciono, expresándoles que se cuiden de mí y de mis intenciones.

Manifiesto que mi ignorancia no está en lo que no sé sino en lo que creo saber, eso quizás sea lo peor de todo porque me mantiene ciego en un camino sin destino y produciendo sinsabores a los que me rodean.

Manifiesto que mi vida es dirigida por ideas y que ya va siendo hora de dejarlas a un lado y vivir de hechos, de realidades objetivas, y de apasionarme en lo que haga, ya sea fregar platos, barrer calles o mirar las estrellas en una noche oscura.

Y por último manifiesto el sinsentido que ha sido mi vida dejándome llevar por una sociedad y cultura ignorante, y manifiesto mi intención de tomar las riendas de mi vida entonando en mi cabeza la siguiente canción: ¿puede uno vivir sin ninguna influencia, con sencillez?


martes, 9 de octubre de 2012

El mundo psicológico


Los seres humanos hemos inventado un aspecto de la vida que es puramente psicológico, que no tiene relación con los hechos que vivimos en la vida cotidiana y que únicamente tiene relación con la psique humana en el sentido que es algo imaginado.

Uno puede pensar que fumar le proporciona placer y puede dedicar gran parte de su dinero y de su tiempo a respirar humo pero lo cierto es que la idea de fumar o la idea de placer es algo puramente psicológico y no tiene nada que ver con el verdadero placer de vivir. Respirar humo en lugar de aire no tiene nada de placentero además de limitar en gran medida nuestra vida diaria y poner en perjuicio la salud. Uno puede pensar que ha elegido fumar y que es libre de hacerlo y quizás por ello el autoengaño se sostiene en gran medida, pero lo cierto es que lo han elegido otros por uno y que cuando se tiene el hábito de fumar ya no se es libre de dejarlo.

La palabra idea significa imagen, observación de algo. La palabra manzano es una idea de un árbol que da manzanas. Las ideas son necesarias porque sirven entre otras cosas para poder comunicarnos y expresar objetos sin necesidad de tenerlos delante de los ojos.

De lo que no cabe duda es que las ideas tienen una utilidad precisa y preciosa cuando señalan algo real y que son las ideas las que han hecho posible alcanzar ese desarrollo tecnológico que existe hoy en día y que de alguna forma nos ha hecho a la especie humana ser más adaptativos al medio. Sin embargo no podemos perder de vista que una idea también puede indicar algo inexistente y es ahí donde las ideas pueden complicarnos enormemente la vida hasta el punto de matarnos unos a otros por una simple idea.

Los seres humanos hemos inventado ideas inexistentes o falsas con el objeto de manipularnos los unos a los otros y hemos sido tan extremadamente creativos en la invención de ideas falsas que hoy en día no somos capaces de ver con claridad cuando expresamos una idea objetiva o real o cuando estamos expresando una idea subjetiva o falsa.

Para que una idea sea objetiva siempre ha de señalar a un objeto real, mientras que una idea falsa no señala a un objeto real sino a algo puramente subjetivo o está señalando a su vez a otra idea.

Si decimos que un buen cristiano cuando muere va al cielo, la palabra cielo es una idea de una idea y por consiguiente no tiene existencia real y es una idea falsa. Da igual donde vaya o no vaya ese buen cristiano cuando muera pero de lo que no cabe duda es que no irá al cielo porque sencillamente el cielo es una idea sin objeto real.

El ser humano necesita distinguir entre ideas que señalan a un objeto y que se podrían llamar hechos e ideas sin objeto que podríamos llamar ideas psicológicas que tiene como consecuencia que dicho ser humano vive en un mundo psicológico que no le permite ver la realidad.

El mundo psicológico en el que viven las personas es un mundo de dualidades, de individualidad, de soledades, de egoísmo, de envidia, de ansiedad, de sensacionalismo, de temor, de sufrimiento, de conflicto, de violencia, y en definitiva de ignorancia porque han sido las ideas falsas y no los hechos los que se han apoderado de la percepción humana.

La cultura y la tradición nos han educado en la idea de llegar a tener una personalidad basada en la elección de ideales, creencias y valores. El hecho es que no somos nosotros quienes eligen libremente nuestras ideas sino que son inculcadas por las circunstancias que nos rodean. Sin embargo, lo curioso del asunto es que, creemos que somos nosotros mismos quienes hemos elegido nuestra religión, nuestro partido político, la carrera que hemos hecho, nuestra pareja, nuestras opiniones, el gusto o el rechazo por las cosas, etc.

No existen ideales, creencias y valores buenos o malos, sino que todos ellos son ideas falsas que conducen nuestro destino alejados de la realidad que vivimos y nos hace estar en conflicto con dicha realidad.

Si tenemos en cuenta que las ideas psicológicas no tienen realidad alguna y son ellas las que dirigen nuestra vida, podríamos decir sin ningún lugar a duda que nuestra vida es un puro engaño, un desatino, una estupidez. Sobre todo porque se llega a confundir la propia idea psicológica con la realidad misma, lo que nos convierte en defensores radicales y obsesivos de ideas falsas que consumen gran parte de nuestra energía y salud mental.

Hemos aprendido a creer en lo que nos han dicho y hemos aprendido a creer en lo que creemos y cuando eso ha ocurrido, dar marcha atrás es casi imposible. Cuestionar o dejar una creencia propia es una labor con una gran dificultad. Quizás la dificultad radica en el uso frecuente que hacemos de dicha idea. Si una idea la estamos continuamente nombrando nos dará la sensación de ser un hecho y por mucho que alguien trate de decirnos lo contrario no lo veremos y pensaremos que intentan engañarnos.

El mundo psicológico que se ha formado en nuestro cerebro es un conjunto de ideas estrechamente relacionadas entre sí que han creado una unidad coherente que se resiste al cambio. La principal consecuencia de las ideas psicológicas son el egocentrismo, el egoísmo, la envidia, el deseo de ser o conseguir más y más. Las consecuencias del egoísmo son el conflicto continúo y el sentimiento de soledad, la ansiedad y el apego, con todas esas manifestaciones emocionales de placer, temor y sufrimiento.

¿Cómo va a relacionarse un ser humano con otro si no distingue esa falsedad social y cultural de las ideas, creencias y valores? ¿Cómo va a tratar un psicólogo a su paciente si él mismo es una puro engaño psicológico? ¿Cómo va a tratar un padre a su hijo si se guía por tantas ideas falsas?

Es hora de que el ser humano ponga las cosas en su sitio y que se dé cuenta que todas las ideas que no señalan realidad alguna no deben ocupar espacio en su mente, entonces esa mente contendrá un gran espacio y sensibilidad.


sábado, 3 de marzo de 2012

La muerte (2)


De una manera u otra las personas adultas que ya tenemos unos años hemos pasado por esa situación de ver fallecer a algún familiar, amigo o compañero de trabajo.

La muerte es algo que está ahí presente en nuestras vidas y por mucho que no queramos ser conscientes de ella, ella siempre es consciente de nosotros y sabe que algún día nos llevará con ella. Es difícil que se olvide de nosotros, que cometa un error y se extravíe nuestro nombre de esa lista que como el tiempo cuelga en el calendario de la existencia.

Esas personas fallecidas cuando vivían entre nosotros tenían sus gustos y sus ideas, sentían las cosas a su manera y tenían su carácter.

Y de repente un soplo de viento se los llevó en una enfermedad, o por la edad, o en un accidente, siendo ancianos o niños, y ni todo el dolor del mundo va a cambiar dicho acontecimiento.

Una vez estando en un cementerio, en el momento del enterramiento y en medio de bastantes familiares una niña preguntó: ¿por qué meten al abuelo en una pared?, y alguien le contestó que su abuelo ya no estaba, que se había ido, y la niña insistió preguntando: pero, ¿a dónde ha ido el abuelo?, y después de un silencio interminable alguien contesto que su abuelo se había ido al cielo.

¿A dónde van a parar las personas queridas que fallecen?

El cuerpo de unas personas se entierran en un ataúd, otros cuerpos son incinerados, otros son donados para trasplantes e incluso los hay que son donados para el estudio, sin embargo por el hecho de saber donde se entierran los cuerpos parece que no es suficiente como para contestar a la pregunta de ¿a dónde va el corazón de la persona, el espíritu o el alma del ser?

Los budistas hablan de reencarnación y dicen que el alma necesita pasar por bastantes vidas hasta alcanzar la iluminación. Las religiones en general hablan de la espera del juicio final y por último del cielo y del infierno como premio o castigo por los pecados cometidos en vida.

Todas esas ideas más que apuntar a una realidad objetiva lo que parece es que tratan de crear una actitud sobre las personas para que realicen una vida de sabiduría o de bondad, de tal forma que el egoísmo que impera en la humanidad pueda cambiar.

¿Cuál es la cualidad de una mente que realmente tiene interés en saber a dónde vamos cuando morimos y a la misma vez descarta cualquier respuesta, sugerencia o propaganda que no es producto de su propia percepción?

¿Qué es lo que muere cuando yo muero? ¿Muere mi cuerpo y yo sigo, o muere mi cuerpo y yo me voy por ahí, o yo no existo y solo existe mi cuerpo y por tanto muere todo lo que soy?

Pienso que cada persona debería contestar esas preguntas y vivir con respecto a dicha respuesta.

Nosotros creemos que nuestro Yo es único y exclusivo de cada uno de nosotros y no nos damos cuenta que eso solo puede ser una idea cultural.

El Yo es una cuestión psicológica, es una forma mental de entender lo que somos aparte del cuerpo. El Yo son mis ideas, y entre esas ideas está la idea de mi mismo, son mis valores, son mis prejuicios, son mis ilusiones y temores. Todo ello le sucede de la misma manera a cualquier otra persona a la que llamamos Tú o Él o Ella.

Por lo tanto nuestro Yo es igual que el Yo de la otra persona y cuando el cuerpo fallece el Yo sigue existiendo en los demás. Mis temores, mis deseos, mis heridas, mis gustos… todo ello que yo creo que ha muerto conmigo sigue existiendo con la misma cualidad psicológica en los demás.

Cuando morimos volvemos al origen de donde partimos pero nuestro Yo se queda en esta humanidad que anda sumida en una ignorancia egocéntrica que no le permite sentirse unida al universo y formando parte de cada ser en particular porque para que ello suceda es necesario morir psicológicamente, comprender que ese Yo individual no es más que algo condicional y colectivo.

viernes, 2 de marzo de 2012

La pasión (2)


Hay una pasión por algo o dirigida hacia un objeto y hay una pasión por todo donde cualquier aspecto de la vida tiene un profundo interés.
¿Cómo es posible que surja esa pasión por todo, por cada cosa que uno hace, siente o piensa? ¿De dónde surge esa pasión? ¿Por qué los seres humanos en general no tienen esa pasión por todo?
Cuando una persona tiene pasión por algo, de tal forma que pone tanto empeño en ese algo a costa de la pasión o del interés hacia otras cosas pierde la posibilidad de sentir esa enorme pasión por la totalidad.
Un ejemplo muy fácil de entender es cuando ponemos mucha pasión o cariño por un familiar con el que nos identificamos o nos cae en gracia, como un sobrino o un hijo, y le mostramos todo nuestro aprecio con sonrisas, halagos, abrazos y regalos siempre que tenemos la oportunidad y sin embargo en el mismo momento no ponemos ninguna pasión o menos preciamos a otros familiares que no nos hacen tanta gracia.
La pasión por algo es un sentimiento relacionado por lo que pensamos o valoramos ese algo y la pasión por todo no es tanto un sentimiento sino más bien una actitud.
La pasión surge de la comprensión y la comprensión nace de la necesidad que tenemos de entender el sufrimiento.
Dejando a un lado el dolor físico que nos previene y nos hace poner atención, el sufrimiento es un dolor psicológicamente que produce sensaciones de angustia, miedo y desesperación.
¿Por qué sufrimos? Si te importa realmente porque sufres o porque sufre la humanidad y lo investigas puede que comprendas y que de esa comprensión surja esa pasión por la totalidad.
¿Por qué sufre cada uno de nosotros? Si somos honestos podemos ver que sufrimos cuando perdemos, que sufrimos cuando no se cumplen nuestras expectativas y que sufrimos cuando nos sentimos solos y despreciados.
De alguna forma tenemos que ser conscientes que nuestro pensamiento juega un papel importante en la posibilidad o no de sufrir y también hemos de darnos cuenta que las ideas o valores que tenemos de las cosas también juegan un papel relevante en la posibilidad de sufrir.
Es un hecho que sufrimos cuando pensamos que hemos perdido algo (un amigo, el coche, un trabajo, un hijo, una seguridad, un amor, una pierna). La cuestión es: ¿Por qué pensamos que hemos perdido? ¿Qué hemos perdido realmente? ¿Hemos perdido a la persona que se ha ido o hemos perdido el placer o el bienestar que dicha persona nos daba?
Si somos honestos y para comprender hay que ser honestos, el sufrimiento y el placer psicológico están muy relacionados pues cuando el placer se nos niega o se nos quita surge el sentimiento de dolor. Entonces el pensamiento insiste una y otra vez en la desgracia de haber perdido eso que tanto representaba para uno mismo, lo cual produce angustia, pero en realidad si seguimos siendo honestos porque para comprender no se puede dejar de ser honestos, esa persona no nos importa lo más mínimo y lo que realmente nos importa y por lo que estamos sumidos en el dolor es por nuestra perdida de placer.
Poseemos a las personas, a las cosas o a las ideas porque nos producen placer en forma de seguridad, aprecio, sensualidad y compañía. Por esa razón surge el apego que no es más que una actitud de dependencia y posesión.
Placer y dolor son una misma moneda con dos caras. Es el pensamiento quien nos hace mirar una cara o mirar la otra. Aunque quizás el aspecto más importante en todo ese proceso que da lugar al sufrimiento es la idea que tenemos de placer y la actitud de su búsqueda a través de las personas, de las posesiones, de las ideas o de los sentidos.
Llegados a este punto hemos sido capaces de ver que el sufrimiento esta relacionado con el placer psicológico y que ambos no son más que formas de pensamiento.
Los seres humanos pocas veces se han cuestionado si una persona puede vivir sin sufrimiento, si una persona puede superar el dolor para siempre y ser una persona completamente diferente desde un punto de vista psicológico.
Cuando un ser humano ve con claridad que su sufrimiento es producto de su propio pensamiento y ya no culpa a nadie de ello, entonces tiene lugar un cambio psicológico en dicha persona que se traduce en cambios en su conducta, en sus relaciones y en su forma de entender la vida porque de alguna forma ha habido una cierta liberación de algo que era falso y que ha dado lugar a crear espacio mental para percibir de una forma aún más profunda.
Esa percepción sobre el pensamiento abre la posibilidad de aprender por uno mismo sin necesidad de ninguna autoridad.
Pero como decíamos al principio para descubrir esa pasión por todo necesitamos entender el sufrimiento en su totalidad y no solo el sufrimiento propio.
Existe un dolor aún mayor que el propio y que tiene sumido a la humanidad en guerras, ambiciones, conflictos, y que es necesario comprender.
La humanidad ha avanzado en gran medida tecnológicamente y hemos desarrollado un enorme conocimiento que nos ha permitido vivir de una forma más cómoda y segura, pero psicológicamente la humanidad no solo no ha avanzado sino que va en retroceso aumentando cada día aún más su capacidad de sufrir.
¿Cómo es posible que tanto avance tecnológico no solo no hay acabado con el hambre y las injusticias humanas sino que las ha agravado? El sufrimiento de la humanidad es causado por la ignorancia, una actitud que tiene sumido al ser humano en la más absoluta oscuridad psicológica.
Si comprendemos la ignorancia, la presunción de saber, y observamos nuestro entorno veremos que lo que en él aparece es nuestro propio reflejo, lo que en realidad hay en nosotros y es ahí donde surge la pasión, el afecto y al amor por todo.
Es posible tener un momento de luz, pero este se va sin decir adiós y se disipa antes de lo que creemos porque no somos capaces de sostener tanta belleza en nuestras manos. Eso es como no tener nada, eso quizás sea peor que nada.
Para que una persona pase de la oscuridad a la luz solo es necesario un solo instante de comprensión que es eterno y lleno de pasión.