¿Por qué nos cuesta
tanto pedir disculpas? ¿Acaso no somos conscientes que por el hecho de relacionarnos
podemos causar daño?

No es cuestión de
vivir con culpas sobre las cosas que suceden porque al fin y al cabo somos
seres que están desarrollándose y que, por su desconocimiento, no son muy
responsables de sus actos. Para ser responsables antes hemos de convertirnos en
personas conocedoras de sí mismas, comprensibles de la ignorancia.
Es muy importante no
vivir con culpas, con vergüenzas, las cosas que suceden son un producto de
muchas variables que nosotros no sabemos y donde nuestra participación, aún siendo
los principales protagonistas de la acción, tenemos poco o escasa relevancia.
Pero también es muy
importante ser conscientes de nuestra capacidad de provocar daños a los demás y
por eso surge esa necesidad de disculparse y de disculpar a los demás.
Soy consciente que en el
trascurso de mi vida han habido algunas personas, ideas, valores, que me han
ocasionado un gran dolor a lo largo de mi vida, pero que he sabido perdonar y
perdonarme porque he comprendido que verdugos y víctimas son las dos caras de
la misma ignorancia.
¿Qué es lo que nos
impide pedir disculpas? Quizás creemos que no somos culpables de nada o quizás
simplemente no queremos mirar allí donde hemos molestado o quizás porque nos da
vergüenza reconocer que nuestra arrogancia o nuestro orgullo no traen nada
bueno a los demás.
Las disculpas no solo
se piden cuando uno es consciente de que ha molestado a otras personas sino
cuando uno es consciente de que no ha hecho nada cuando la vida nos ha pedido claramente
que echásemos una mano, que no fuéramos indiferentes ante alguna injusticia o ante
algún peligro inminente u ocasional.
A decir verdad no
quiero cargar con mucho equipaje en esta vida y creo que a lo largo de mi
experiencia he pecado de no saber pedir disculpas en su debido momento y por
esa razón quiero aprovechar este blog, que ama la verdad, para pedir disculpas
por todo aquello que hice deliberadamente o sin ser consciente, porque estaba
lleno de ira, porque me invadían los celos, porque era producto de mis
obsesiones, porque creía que tenía razón o porque era producto de mi ignorancia
y pude ocasionar malestar o sufrimiento a otras personas.
Pido disculpas por ser
egoísta, por vivir de espaldas a la vida, por haber tardado tanto en entender
que la verdadera vida comienza en la relación y da sus primeros pasos cuando
uno tiene verdadero interés por los demás.
Pido disculpas por
estar casi la totalidad de mi vida intentando sacar provecho de la sociedad,
pensando primeramente en el bienestar propio y luego en el de los más
allegados, sin aportar nada bueno a esta sociedad que se pudre a base de
personas como yo que no supieron comprender y colaborar con el prójimo y con el
colectivo.
Quisiera pedir
disculpas a todas aquellas personas que he podido molestar o que se han sentido
molestas por mis palabras o por las cosas que he hecho en la vida.
Al pedir disculpas no
quisiera que se entienda que estoy alentando ese sentimiento de culpa en el que
nos hemos educado y que nos hace sentir inseguros, nos inmoviliza y nos
destruye porque es como si tuviéramos siempre a alguien mirándonos y juzgando
lo que hacemos bien o lo que hacemos mal, llegando incluso hasta el punto de
sentirnos mal por lo que pudiéramos hacer.
Sostener un
sentimiento de culpa nos hace vivir avergonzados y acabamos creándonos
personalidades con apariencia de buenas personas, dóciles, vulnerables,
frágiles, solitarios, y que en el fondo son personalidades masoquistas que están
continuamente auto lesionándose buscando incluso situaciones de riesgo que nos
produzcan daño a modo de castigo.

La culpa no puede ser un mecanismo
que nos sepulte para siempre en nuestro interior. Tenemos derecho a volver a
empezar cada día con todas nuestras fuerzas. Hemos de comprender la culpa,
pedir disculpas y no porque tuviéramos la culpa sino porque nos hemos dado
cuenta del daño implícito que pudiera haber en nuestra conducta. Cuando nos
damos cuenta de nuestro error es cuando percibimos nuestra responsabilidad y es
cuando estamos en situación de pedir disculpas y construir un nuevo presente
completamente nuevo y con una mayor energía de comprensión de uno mismo y de los
demás.
Disculparse y disculpar, es como abrazar
las experiencias no acabadas para que definitivamente terminen, es como recordar
por última vez un recuerdo que fue y que ya nunca volverá, es como volver a sonreír
con la frescura de una niño, es como volver abrir los ojos llenos de curiosidad
e inocencia para vivir el presente, es un beso y un abrazo de hermano, es un suspiro
al viento y una despedida.
Pido disculpas
sinceras, de corazón, avergonzado y consciente del poco o mucho daño que he
podido causar.
Pido disculpas por
estar intentando durante muchos años buscar la aceptación de los demás, por
intentar demostrar que era mejor que mis hermanos, compañeros y amigos.
Pido disculpas por
haber sido un estudiante perezoso y vago, sin ningún sentido de responsabilidad
y pido disculpas a mis padres que mientras que ellos trabajaban como burros y se
preocupaban por mí, yo me pasaba el día fumando porros.
Pido disculpas por
hacer la mili, por no saber vencer mi propio miedo a enfrentarme a las
autoridades. Pido disculpas a mi padre a quien me pase la vida juzgándole y
condenándole, porque siempre quise al padre que no era.
Pido disculpas a todas
esas mujeres que se enamoraron de mí, que se ilusionaron conmigo, porque no
supe estar a su altura y no fui lo suficientemente serio como para entender y
compartir ese sentimiento de responsabilidad y afecto mutuo que hay en el amor.
Pido disculpas a todas
esas personas con las que me relacioné y no supe convivir porque no estuve a la
altura de las circunstancias, porque no supe dar en la medida que recibí y sobretodo
porque no supe entender en ese preciso y precioso momento que las relaciones
son una oportunidad para crecer y aprender a amar.
Me disculpo con todas
aquellas personas que no supe escuchar, que esperaba a que se callaran para
hablar de mis asuntos o que incluso las interrumpían mientras hablaban como una
muestra de desprecio de lo que estaban comunicando.
Siento enormemente no
haber sido sensible con todas aquellas personas que en un momento concreto pude
ayudar y ni siquiera me di cuenta porque estaba enfrascado en mis asuntos
personales o pensando en mí mismo.
Pido disculpas a todas
esas personas que conscientemente o inconscientemente utilicé para conseguir
mis propósitos, que utilice como un medio para conseguir un fin sin tener en
cuenta la colaboración mutua y el bien común.
También quiero pedir
disculpas a todos esos amigos que se fueron quedando por el camino porque por
mi dejadez y mi desapego no supe mantener y porque de esa manera no supe comprender
el profundo valor de la amistad.
Pido disculpas a todos
los seres vivos que padecieron o murieron por mi culpa, por no tener
conciencia, por ser un ignorante y un insensible al dolor ajeno.
Me pido disculpas a mí
mismo por haberme sentido culpable durante mucho tiempo, por sostener complejos
que me impedían relacionarme, por no tenerme en cuenta nunca, por vivir
influenciado y manipulado, por tratar mi cuerpo con desprecio, por fumar
durante treinta años, por no cuidarme y porque he sido la persona que menos he
querido.
Pido disculpas a la
madre naturaleza por haberla conocido tan tarde y pido disculpas a la luna y a
las estrellas por no míralas cuando la noche estaba despejada.

Lo siento.
Cada día que leo algo tuyo, es como abrir una ventana y respirar el aire fresco de la mañana, de la vida.
ResponderEliminarIsabel González.
Cuando observamos la vida, al abrir una ventana o al lver la naturaleza humana, sin juicios, sin ideas preconcevidas, sin opiniones, sin pretensiones, entonces todo es nuevo y fresco, y es la propia observación la que crea la belleza.
EliminarGracias mi vida, siempre te siento muy cerca, en el corazón, en ese lugar donde las personas aunque esten separadas en la distancia siempre van de la mano.
Un entrañable abrazo para ese Angel de la Guarda que siempre vela por los demás.