En el mundo todo está relacionado. El mar y la tierra, el
aire y el fuego, son como amigos entrañables que necesitan convivir juntos para
poder existir. Los seres vivos coexisten gracias a su relación entre ellos, lo
que ha hecho posible que la vida se exprese con una enorme diversidad de
especies. De alguna forma, la vida está concebida para enriquece a sí misma y
por esa razón la muerte es el alimento de la vida.

Es evidente que una persona que se siente separada del
resto, aislada del mundo, tiene la urgente necesidad de sentirse unida a lo que
sea, aunque solo sea por mera protección. Pero una persona cuya mentalidad es
individualista difícilmente conseguirá relacionarse verdaderamente con otra
persona a no ser que sea para su propio provecho. De ahí vienen los conflictos
y esa lucha eterna entre personas que tratan de relacionarse.
¿Cómo nos relacionamos? Hemos aprendido que la relación
es un medio para conseguir lo que necesitamos y lo que deseamos, y por esa
razón, hemos convertido la relación es un intercambio de intereses.
¿Qué buscamos en la relación?
En principio buscamos lo que necesitamos. Desde un punto
de vista material, cada día precisamos de alimentos como el pan, los huevos o
la fruta, que compramos en mercados o comercios. Y del mismo necesitamos atención
sanitaria, trabajar, estudiar, viajar, y sin relación nada de ello sería
posible. Pero desde un punto de vista psicológico, ciertamente lo que buscamos
es seguridad y sentirnos valorados. La relación se ha convertido en una forma
de huir de nosotros mismos, de nuestro aburrimiento existencial, de nuestra
soledad y desesperación, y encontramos en la relación un forma de placer y de
poder.
Está claro que cuando sentimos carencias psicológicas, es
que hemos perdido la relación con nosotros mismos, y por esa razón, pretendemos
encontrarla en la relación con los demás, lo cual es imposible, porque sería
como buscar un objeto en un lugar distinto de donde lo hemos perdido.
Cuando hemos
perdido la confianza en nosotros mismos y nos sentimos temerosos ante lo que
nos puede suceder, lo que hacemos es buscar una relación en la que apoyarnos
para sentirnos seguros, caminar juntos y hacer frente a los inconvenientes que
trae la vida de un modo compartido. Pero los hechos demuestran que cuando
buscamos seguridad en una relación lo que acabamos encontrando es ser abusados
y explotados, lo que nos conduce a una situación de verdadera inseguridad. Por
esa razón la verdadera relación es aquella en la que uno recupera la confianza
en uno mismo.
Cuando sentimos una profunda soledad y creemos que para
vivir es preciso estar en compañía, entonces procuramos encontrar una relación
que ahogue ese sentimiento de separación y podamos hablar de los
acontecimientos de la vida diaria y reírnos juntos de todo. Sin embargo, los
hechos señalan que las relaciones que huyen de la soledad acaban aislándose del
mundo y por consiguiente refuerzan aún más su soledad, pues la relación se
convierte en una especie de refugio en donde protegerse del resto del mundo. Curiosamente
es en ese aislamiento de la relaciones en donde suceden todo tipo de
atrocidades. Por tanto, la verdadera relación es la que nos hace sentir unidos
a todos los seres de este mundo.
Lo que buscamos en la relación es gratificación,
cualquier forma de bienestar o placer, y cuando la relación no nos brinda dicha
satisfacción, entonces la dejamos por otra que sea más interesante. Lo que
significa que no estamos interesados en el otro sino en nosotros mismos, lo que
tiene como consecuencia un mundo lleno de injusticias, desigualdad e insensibilidad
para con el prójimo. Somos como mendigos de afectos y usureros de mercancías
que deambulan dormidos sin ser conscientes de sí mismos. Queremos ser queridos,
sin darnos cuenta que lo único que puede hacer un uno es amar a los demás,
deseamos ser apreciados, sin darnos cuenta del valor de los demás, atesoramos
posesiones sin comprender que son ellas las que se adueñan de nosotros. ¿Qué
necesidad hay de buscar en otro lo que uno ya tiene? Ninguna.
Creemos que lo mejor que podemos aportar a la relación es
nuestra experiencia, nuestras capacidades, pero en el fondo lo que deseamos es
poder sobre la otra persona. Las relaciones entre personas que están
continuamente midiendo lo que saben o no saben, enfrentando sus opiniones,
comparando diferentes sensibilidades, son relaciones que buscan el poder de uno
sobre el otro, y evidentemente nunca encontraran la verdadera relación entre
ellos.
¿Es posible relacionarse sin buscar nada, sin propósito
alguno? Mientras tengamos una imagen de nosotros y de los demás difícilmente
vamos a relacionarnos directamente salvo a través de las imágenes, cada cual
intentando aparentar y lograr lo que su imagen le solicita.
¿Podemos relacionarnos sin imágenes? Lo cual no significa
que nos volvamos indiferentes en la relación. Cuando no tenemos una imagen de
los demás necesitamos estar atentos, observar de manera fresca y escuchar con
curiosidad y sin prejuicios para comprender lo que tratan de comunicarnos, y para
sentir cuál es el significado de la relación.

Queremos cambiar la sociedad, lo hemos intentado de mil
maneras, pero lo que hemos de cambiar es al ser humano, pues la relación de un
ser humano con otro crea la sociedad. Comer, vestir, tener cobijo son necesidades
básicas, pero por encima de ellas está la necesidad profunda de sentirnos en
relación, pues sin relación la vida no es posible.
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