miércoles, 30 de noviembre de 2011

La vida es un misterio

Miremos como miremos la vida, desde cualquier punto de vista, vemos que todo cuanto podemos observar está inmerso en un gran misterio.

Si miramos la vida desde un punto de vista científico, lo cual abarca una gran variedad de disciplinas, observamos las galaxias, la no materia, el espacio infinito, las partículas subatómicas, las proteínas, las células, las células madre, los neurotransmisores, los genes y un sin fin de realidades que hemos encontrado que nos hacen sentir que queda un gran camino por recorrer para poder encontrar el gran misterio de la vida. Cada vez que el ser humano cree haber visto o encontrado algo nuevo eso ha generado nuevos retos con nuevos horizontes que nos hace sentir que el misterio de la vida es más grandioso de lo que pensábamos. Una cuestión interesante sería saber a dónde vamos, qué queremos encontrar y para qué queremos encontrarlo.

Si miramos la vida desde un punto de vista espiritual, con todos los dioses y diosas, maestros y gurús, mitos y ritos, libros sagrados, todo sigue más o menos como empezó y no parece que en este sentido hayamos hecho avances significativos. El asunto de dios o de la autoridad espiritual sigue siendo una cuestión de fe y el saber para que hemos surgido a la vida sigue siendo una incógnita.

Si miramos la vida desde un punto de vista humano, con la familia, el trabajo, los amigos, los deseos, los problemas, las enfermedades, la felicidad observamos cómo puede ser la vida por una parte tan frágil y vulnerable, y sin embargo por otra parte parece como si todo se ajustara a un mecanismo preciso difícilmente cambiable. Es en este aspecto humano donde cobra un mayor sentido el espíritu por conocer y poder resolver los problemas con los que convive la humanidad.

Ciertamente nuestra forma de vida ha cambiado en estos últimos cinco mil años pasando de ser seres que vestían con pieles a ser personas que visten con marcas, hemos pasado de vivir en cuevas a vivir en rascacielos, de ir con lanza a ir con misiles intercontinentales. Eso quiere decir que hemos hecho un gran avance tecnológico, que el conocimiento tiene una utilidad enorme que puede facilitarnos el vivir de una forma cómoda y segura. Sin embargo no podemos perder de vista que espiritualmente seguimos siendo unos cavernícolas al utilizar los avances tecnológicos en contra de nosotros mismos.

Nos lanzamos misiles, nos disparamos, nos aniquilamos, cometemos genocidios, nos explotamos, nos esclavizamos, nos insultamos, nos despreciamos y todo ello porque no hemos encontrado psicológicamente o espiritualmente la cordura y la armonía suficiente. Hemos pasado de hacer uso del conocimiento a que sea el conocimiento el que haga uso de nosotros.

No sirve de nada avanzar tecnológicamente si no somos capaces de hacer un uso de ello racional. Las crisis que sufre la humanidad son producto del egoísmo humano y en cierta manera es ese mismo egoísmo el que está haciendo posible el avance tecnológico.

Una de las razones que mueve la actividad humana en cualquier terreno es el interés o el beneficio económico que se consigue. La cuestión está en que cuando el beneficio o el interés es particular, ello va en contra del beneficio colectivo. ¿Puede el interés particular estar relacionado con el interés colectivo? Pienso que aquí subyace una de las grandes falsedades de la sociedad. El interés particular se separa del interés colectivo para servirse de él, debilitarlo, engañarlo y vivir a costa suya.

Cuando la sociedad persigue el crecimiento económico en realidad lo que persigue es el beneficio de unos sobre otros. ¿Cómo se puede vivir a costa del sudor ajeno? ¿Qué moralidad o ética tiene una conciencia que permite la explotación humana para su propio beneficio y comodidad? Necesariamente tiene que ser una conciencia rota, hecha trizas, ignorante del sentido y del significado sagrado de la vida.

Dejando a un lado que hemos de sobrevivir, obtener el sustento, para lo cual hemos de hacer todo el esfuerzo que sea necesario, más allá de eso no tiene sentido buscar el beneficio.

Hemos de parar de buscar el beneficio personal, si ya tenemos una situación social que nos permite sobrevivir, y ayudar a otros a sobrevivir. Sin embargo los que ya tenemos una situación social asegurada a lo que nos dedicamos es a seguir incrementando nuestro poder adquisitivo, lo cual ni ético ni moral ni inteligente. Además también nos dedicamos a consumir todo tipo de extravagancias y alardear de hacer cosas que otros no pueden hacer.

Somos nosotros mismos lo que tenemos que darnos cuenta de nuestra forma de vivir tan mezquina y temerosa, y poder optar por una forma de vivir más sana y afectuosa con tintes de creatividad e inteligencia.

Hemos de crecer humanamente para poder hacer uso de todos aquellos avances tecnológicos que hemos logrado, hemos de encontrar cual es nuestra posición en la vida, en la naturaleza, en la relación, para poder seguir desarrollando conocimiento.

¿Qué puede hacer cualquier ser humano frente a este gran misterio que es la vida?

El gran misterio que es la vida no está en todos esos libros e inventos que ha desarrollado la humanidad sino más bien en uno mismo, en lo que vemos y en lo que sentimos.

Basta con despertar en nosotros sensibilidad para ser conscientes de que el gran misterio de la vida es uno mismo.

Si ponemos una mano en el microscopio mientras con la otra mano enfocamos, veremos que todo ese misterio que queremos descubrir y que está delante de nuestros ojos somos nosotros mismos.

Tenemos una idea de que para descubrir el universo necesitamos de grandes telescopios o naves espaciales que viajen a la velocidad de la luz y no nos damos cuenta que contra más espacio podamos ver en el universo más grande se hace el universo. De igual forma creemos que necesitamos de microscopios más potentes que puedan mostrarnos la cosa más pequeña que existe y de la que todo parte. En el fondo no tenemos conciencia del significado de lo infinito y tampoco tenemos mucha conciencia de lo factual.
El hecho es que nosotros mismos somos el gran misterio que tratamos de descubrir y no creo que necesitemos de nada para darnos cuenta de ello. Cualquier cosa que inventemos es insignificante en comparación con nuestro propio potencial, con nuestra naturaleza, pero hemos optado por olvidarnos de lo que somos y crear conocimiento que nos acerque a nosotros mismos. Más bien parece una gran estupidez sin lógica alguna, una irracionalidad. 

La felicidad o el gozo de vivir no están en nuestros logros sino en nosotros mismos, al alcance de la mano de cada uno de nosotros. Seguramente que basta con dar un pequeño giro a nuestra vida para disfrutar de ella con plenitud, sencillez, alegría y belleza, con independencia de que tengamos más o menos dinero o cultura. Con ello no quiero decir que el gran misterio de la vida sea la felicidad o el gozo de vivir, porque ello es algo tan inmenso como el cosmos y tan simple como la nada, tan claro como la transparencia, tan hermoso como la vida y tan efímero y eterno como el tiempo: eso somos cada uno de nosotros y si uno quiere lo puede observar.

2 comentarios:

  1. Hola Goyo.
    Desde que decidí tomar en mi vida el camino de la verdad acostumbro a buscar palabras inspiradoras en la red y me ha hecho muy feliz dar con tu blog. Fue pura casualidad o llamémoslo el destino, pues puse "amor a la verdad" en el buscador y plaf, me encuentro con todo esto por leer.
    Ahora tienes un lector más, gracias por publicar tu sabiduría.
    Saludos.

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  2. Hola Natha,

    Gracias a ti por este interesante encuentro. Espero que tu también seas un buscador de la verdad, de esos que no se conforman con simples opiniones o creencias personales y que son capaces de ir hasta el fondo de las cuestiones. No hay nada más preciado en este entorno social, en el que vivimos, que liberarse uno de ataduras impuestas o propias, de ideas, y sumergirse en la comprensión de lo somos, sin necesidad de ninguna autoridad psicológica.
    Un saludo.

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