Muchas veces en mi
vida me he preguntado a mi mismo como he soportado tantas faltas de respeto. Después de muchos
años me he dado cuenta que solo es posible aguantar faltas de respeto cuando
uno mismo no se tiene ningún respeto.

Es necesario hacer
algo para no permitir que nos falten al respeto, pero para ello nunca se debe
caer en faltar al respeto, porque eso sería como decirle a alguien gritando que
no nos grite. Hemos de encontrar la manera de expresar con respeto que no vamos
a permitir que nos falten al respeto y si no lo hacemos, entonces estaremos
colaborando con dicha falta de respeto y estaremos faltándonos al respeto a
nosotros mismos. Quizás baste con decir en esos momentos: puedes decirme lo que
quieras con el objeto de corregirme, podemos discrepar y discutir, pero no me
faltes al respeto y no voy a permitirte que me faltes al respeto.
¿Nos hemos
preguntado alguna vez que es el respeto?
El respeto nace
cuando sentimos admiración por algo y se desarrolla a través del reconocimiento,
de la consideración, del aprecio y de la atención.
Sentimos respeto
cuando, por encima de nuestros intereses personales, admitimos y comprendemos
que todos los seres tienen derecho a vivir con dignidad. Cuando un niño nace en
este mundo tiene derecho a ser respetado y cuidado para que pueda vivir con
dignidad, pero la forma de vivir egoísta de los seres humanos hace que un gran
número de niños mueran de hambre y sed.
¿Cómo puede haber
respeto cuando las personas dirigen sus vidas de forma egoísta, cuando las
personas solo piensan y viven para sí mismas, para sus ideas y para su codicia?
Donde hay egoísmo no puede haber verdadero respeto, donde hay egoísmo hay
astucia e hipocresía en forma de buenos modales y amables palabras.

Todas esas formas
de conducta que son reacciones al sentirnos heridos, por un comentario que
discrepa con nuestras ideas, son faltas de respeto. Donde hay miedo no puede
haber respeto, porque el miedo es una de las causas de la falta de respeto.
Donde hay respeto
hay relación, una relación basada en compartir y convivir juntos en un mismo espacio
sin necesidad de dañarnos.
El respeto es una
muestra de inteligencia. Lo que somos depende de lo que son los demás.
En un mundo donde
existe el valor de la competencia, de la lucha por el poder, del logro de
vencer, de la sumisión de unos y el autoritarismo de otros, solo puede reinar
la ignorancia. Unas personas no pueden crecer a costa de otras, quizás si lo
pueden hacer físicamente pero jamás lo podrían hacer holísticamente. Tenemos
una visión algo miope de lo que somos para no darnos cuenta que el bienestar
del prójimo es nuestro propio bienestar.
Ahí tenemos el caso
de los israelitas y palestinos, hermanos enfrentados por la ambición, por las
ideas y por la ignorancia, que no comprenden que para ser respetado hay que
empezar respetando. Y lo mismo ocurre en nuestras propias casas cuando queremos
que nuestros hijos sean lo que no son o cuando nos desvaloramos en comparación
con otras personas.

Debemos comprender
que es ofensivo e incluso degradante intentar forzar a una persona a ser algo
diferente a lo que es. El respeto no tiene que ver con los logros o las
capacidades de las personas, sino que el respeto empieza por la admiración al
ser humano como tal. Cuantas veces faltamos al respeto porque no nos gusta lo
que hacen o dicen los demás y no comprendemos que faltándoles al respeto
creamos desconfianza y dejamos de estar realmente relacionados.
Faltamos al respeto
cuando no permitimos que los demás hagan lo que tienen que hacer y asumimos el
trabajo ajeno porque en el fondo sino lo hiciéramos nos sentiríamos vacios y
sin saber qué hacer.
Faltamos al respeto
cuando somos atendidos con afecto y no tenemos en consideración a la persona
que nos cuida.
Faltamos al respeto
cuando utilizamos a los demás para hacer lo que nosotros tenemos que hacer, lo
cual es una forma cruel de explotación.
¿Por qué faltamos
al respeto?
Quizás faltamos al
respeto porque estamos desengañados de nosotros mismos, porque la frustración
de no haber conseguido nuestros deseos nos ha dejado una actitud hostil que
hace comportarnos enfadados y fríos con el mundo. Las personas que faltamos al
respeto somos personas confusas, débiles y psicológicamente desorientadas,
aunque aparentemente estemos en una situación de superioridad. Las personas que
no nos permiten que les faltemos al respeto nos dan la oportunidad para que
podamos darnos cuenta de nuestra actitud y podamos relacionarnos de una forma
más saludable.
Las faltas de
respeto pueden ocurrir de forma puntual, pero no podemos engañarnos y si
miramos detenidamente podremos observar que cuando se falta al respeto a una
persona es que vivimos con una actitud de falta de respeto en general hacia
todas las personas. Por esa misma razón es importante parar la falta de respeto
porque involucra a muchísimas personas y abre la posibilidad de hacer un mundo
mejor.

Vivir de una forma
burguesa es vivir de una forma irrespetuosa. El burgués se permite el lujo de
opinar de cualquier problema humano sin mover un solo dedo para solucionarlo,
es un ser que se ha vuelto insensible por la comodidad en la que vive, su vida
es como un plan en donde el único objetivo es matar el tiempo de la manera más
placentera posible. Hay burgueses con poco dinero y con mucho dinero, con ideas
comunistas y con ideas capitalistas, los hay religiosos y filósofos, porque en
definitiva el burgués es un ser sumido en la frustración que ni admira al ser
humano ni admira la vida.
He leído a
reconocidos filósofos expresar que el respeto es un fin en sí mismo entre los
seres humanos y he de decir con respeto que discrepo, que todo aquello que lo
convertimos en un fin lo hacemos imposible y lo negamos, y por esa razón nunca
se solucionara el problema entre israelíes y palestinos. El respeto es un medio
para conseguir un fin y sin respeto los seres humanos difícilmente podemos
sobrevivir. Si no ponemos respeto en nuestra vida, nuestra vida tiene poco
sentido.
El respeto a uno
mismo empieza por admirar lo que somos, no lo que creemos ser, y necesitamos
reconocernos como seres que forman parte de una naturaleza extraordinariamente
hermosa y misteriosa. Cuando las ideas condicionan lo que somos nos perdemos el
respeto a nosotros mismos y nos convertimos en esclavos de ellas, por esa razón
hemos de considerarnos, de tener en cuenta a la hora de tomar decisiones que
somos un cuerpo al que cuidar y atender de forma sencilla y amorosa. ¿De qué
sirve vivir siendo personajes famosos o sosteniendo una imagen social valorada
si no somos capaces de abrazarnos, de mirarnos sin ideas, de permitirnos
sentirnos y ser lo que realmente somos?

Donde hay verdadero
respeto hay confianza, la confianza de que nunca te van a reprochar, nunca te
van a despreciar, nunca te van a gritar, nunca te van a culpar, nunca te van a
dejar de escuchar y nunca te van a dejar de admirar y de amar.
Hola Goyo.
ResponderEliminarYo, como tu, también me he preguntado porque he aguantado tantas faltas de respeto a lo largo de mi vida y, como tú, llegue a la misma conclusión; en algún punto de mi existencia aprendí a no respetarme. Aprendí a creer aquello que se decía de mí, a asumir como verdades los las opiniones de otros, aprendí el miedo a ser juzgada, aprendí el miedo a no ser querida si no cumplía con lo que se esperaba de mí, aprendí, en definitiva, el miedo en todas sus formas. El miedo, con falsas promesas, nos lleva a acciones destinadas a evitar, lo que creemos, nuestros males sin embargo cuanto más actuamos en su nombre, más se le alimenta, más crece, más nos demanda, más nos controla, más nos limita, mas provoca aquello que queríamos evitar. Ahora veo que del miedo, nace el egoísmo, uno hace lo que sea necesario para proteger su persona ante a los demás, para no permitir que se vea dañada, expuesta, para no ser despreciado, para sentirse bien o en posición segura.
Me doy cuenta de que es imprescindible hacer lo correcto en todos los órdenes de la vida, en todo momento incluso en los pequeños detalles, en esos más que nada, para no hacer concesiones, para no permanecer en agotadora controversia. Es necesario que ello se convierta en nuestra forma de vivir y no en algo puntual o fruto de una necesidad, bien porque queremos conseguir algo o porque no tenemos más remedio. Siempre que seamos capaces de reconocerlas, no debemos permitir faltas a respeto hacia nosotros, ni colaborar con otras, sean las que sean, dirigidas a quien se dirijan.
Me doy cuenta que cuando permitimos las faltas de respeto hacia nosotros, con seguridad faltaremos al respeto a los otros en cuanto tengamos oportunidad...porque esa es la respuesta del miedo, del egoísmo y de la falta de amor, que originó todo desde el principio.
Gracias por tu respeto.
Es una muestra preciosa de afecto que hayas compartido con nosotros este comentario tan testimonial y poco se puede decir al respecto salvo darte las gracias.
EliminarMe gustaría hacer énfasis en eso que expresas que cuando vivimos admitiendo faltas de respeto, no sé hasta qué punto somos conscientes que nosotros a la misma vez también estamos faltando al respeto a otras personas de formas muy diferentes, como son a través del cotilleo, de hablar mal de las personas continuamente, de colaborar con burlas y risotadas con impunidad hacia personas que no pueden defenderse, de faltarnos al respeto a nosotros mismos con ideas o creencias supersticiosas y con buscar relaciones dependientes que nos digan lo que tenemos que hacer, etc.
Y por último eso que expresas de que no debemos permitir las faltas de respeto sean en carne propia o sean en carne ajena, porque si hacemos oídos sordos o nos tapamos los ojos ante las faltas de respeto que hay a nuestro alrededor entonces jamás aprenderemos a hacer frente a nuestras propias faltas de respeto, lo cual es un problema común y no tanto personal.
Es muy importante distinguir en nuestra vida cotidiana lo que son claramente faltas de respeto, porque hemos llegado a un estado de adaptación y amoldamiento que podemos estar inmersos en el más absoluto desprecio de las personas con las que convivimos sin darnos cuenta de ello. Como dice Inmaculada hagamos lo correcto y no le restemos importancia al respeto porque sin él no somos ni siquiera reconocidos o considerados.
Gracias Inmaculada, un abrazo.