lunes, 4 de abril de 2011

La comparación y la creatividad

En un documental que echaban por televisión sobre la creatividad, unos científicos muy prestigiosos decían que los seres humanos somos con diferencia la especie más relevante, sobresaliente, inteligente, creativa, etc. que existe en esta hermosa Tierra.
Ellos mismos afirmaban que se encuentran especies que tienen capacidad artística, que tienen un lenguaje tan complejo como el nuestro y una forma de comunicación muy diversa o que tienen muestras de una gran inteligencia y que su cerebro es incluso más grande que el del ser humano, pero concluían que el ser humano tiene un sinfín de cualidades o capacidades reunidas que le hace ser la especie más evolucionada a diferencia de todas las demás y el ejemplo que pusieron fue que a ninguna otra especie se le ocurriría crear un Ministerio de Educación o montarse en un avión para irse a la playa de vacaciones.
A decir verdad en esto de compararnos con las otras especies y sacar conclusiones egocéntricas o ególatras no hay mucha creatividad y siempre caemos en el culto a nosotros mismos y en la más absoluta vanidad. En el fondo de todo ello subyace justificar nuestras atrocidades en el uso p explotación que hacemos de las especies o de nosotros mismos.
¿Es lícito o razonable comparar dos especies o comparar dos personas?, en toda comparación hay un propósito y es dicho propósito lo que va a determinar la propia medida comparativa.
¿Por qué comparamos? Desde un punto de vista matemático la comparación es necesaria y tiene un uso práctico en nuestra vida cotidiana y el mayor ejemplo de ello es la balanza donde podemos determinar por comparación el peso de unas patatas. De la misma forma el dinero es una medida comparativa de valor y con él podemos comprar alimentos, ropa o casas.
¿Por qué nos comparamos? La comparación personal da lugar a la envidia, el deseo de tener lo que otros tienen. Uno quiere tener un grado mayor en el puesto de trabajo o quiere tener más dinero o quiere saber tocar el piano como aquel pianista célebre o quiere ser guapa o tener unos pechos más grandes o quiere amar y ser amado o ser feliz.
El problema de la comparación es que cuando conseguimos lo que otros tienen ello no nos satisface como pensábamos o incluso nos ha creado verdaderos problemas y volvemos a desear otras cosas por comparación cayendo siempre en el mismo error.
¿Qué pasaría si no nos comparamos?, entonces dejaríamos de poner nuestra atención en lo que nos falta o en lo que tenemos que otros no tienen y la pondríamos en lo que somos creándose un movimiento de conocimiento de uno mismo que daría lugar a la verdadera creatividad.
Nuestros padres y educadores nos enseñaron a compararnos con aquellos que determinaban nuestras metas y no comprendieron que cada ser es único e irrepetible, que no necesita llegar a ser nada que no esté implícito en sí mismo y que lo único que podían hacer al respeto de nuestra educación era permitir que nuestra creatividad aflorara en su momento propicio y por supuesto también podían habernos querido por lo que éramos y no por lo que podíamos haber llegado a ser.
Mientras el pensamiento sea una comparación del presente con el pasado estaremos abocados a ser simples seres condicionados a imitar a otros, faltos de creatividad y siempre aspirando a algo que creemos no tener.
La vida es creativa, se crea a sí misma en cada instante de forma completamente nueva, pero nosotros tratamos de vivir en el pasado, de apegarnos a las cosas o a las personas, buscamos seguridad y con ello perdemos la posibilidad de ir de la mano de la propia existencia. Solo una mente que no compara está abierta a la creación.

2 comentarios:

  1. Excelente texto Goyo.

    Sólo una mente que no compara y no juzga puede vvir ese instante pleno que es el ahora.

    No se puede juzgar una puesta del sol o una golondrina.

    Sólo observarlas, entonces el observador se convierte en el observado.

    Felicitaciones y un abrazo.

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  2. Gracias Adriana,

    Pienso que cuando observamos como tu expresas, el observador y lo observado se unen y desaparecen como entidades separadas dando lugar a la observación... y siento que sin dicho estado de observación no es posible la relación ni el gozo de vivir.

    Un abrazo

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