
La vida humana se desarrolla psicológicamente
sobre las creencias básicas de lo que es el mundo y de lo que es uno mismo.
Estas creencias básicas no son producto de nuestro pensamiento o de nuestro
razonamiento sino que nuestro pensamiento y nuestra forma de razonar son una
consecuencia de dichas creencias básicas.
Podemos tener una infinidad de ideas, podemos
imaginar marcianos, diseñar ciudades estelares, crear mentalmente situaciones
hermosas, podemos pensar en robar un gran banco, es decir nuestras ideas
aparecen en nuestra mente como resultado de nuestra ocupación intelectual pero
las creencias operan en nuestra mente antes de ponernos a pensar.
Las ideas son una expresión de nuestras
creencias y serán más o menos válidas en la medida que refuerzan y no
contradicen dichas creencias.
Las creencias operan funcionalmente en el
terreno de lo inconsciente, mientras que las ideas son expresión del intelecto y
pertenecen más bien al campo de lo
consciente, como acciones dirigidas hacia el cumplimiento de determinados
deseos, motivos o intereses.
De la misma forma que tenemos las creencias
también tenemos la duda, es decir la duda está en nuestra vida como
consecuencia de la creencia, de la certeza de la creencia, y por tanto
pertenece al campo de la creencia.
Creencia y duda van de la mano. Quizás no seamos
conscientes ni de uno ni de otro pero ambos están en continua lucha psicológica
dentro de nuestra mente tratando de contactar con la realidad. La certeza y la
duda son una dualidad y cuando dicha dualidad desaparece surge la verdad.
Existe la creencia de que la duda es signo de
debilidad, una muestra de desequilibrio, pero lo cierto es que las personas que
han sobresalido mentalmente en la historia de la humanidad fueron aquellas que
dudaron de los conocimientos o creencias de su época. Al principio esas
personas parecieron insólitas, conflictivas, extrañas, y encontraron el rechazo
de las mayorías, pero con el paso del tiempo fueron apreciados porque gracias a
ellos la humanidad pudo obtener nuevos descubrimientos.
Por tanto la duda es una hermosa aliada de la
creencia y cuando la reprimimos, con alguna creencia irracional, lo que
conseguimos es desestabilizarnos psicológicamente y negar la posibilidad de
madurar y crecer mentalmente.
Otra gran creencia es sobre la razón y la
inteligencia. Creemos que la razón es el motor de la mente para encontrar la
realidad y que ello nos convierte en seres inteligentes. Lo cierto es que a lo
largo de la historia de la humanidad el ser humano se ha distinguido
principalmente por su irracionalidad, por su barbarie, por su crueldad, y hoy
en día ese mismo ser humano sigue produciendo guerras, creando divisiones,
explotándose a sí mismo y educando a sus hijos para dar continuidad a todas
esas creencias irracionales.
La razón solo sirve para dar sostén a nuestras
creencias y justificar nuestros actos y a pesar de que sus consecuencias sean
de hecho un desastre seguimos dando fe de nuestra razón en lugar de cultivar la
duda.
Lo curioso es que cuando queremos echar mano de
la duda lo que solemos hacer es pensar, nos ponemos a pensar como intentando
resolver nuestras dudas a través del pensamiento, sin darnos cuenta que el
pensamiento no es más que una herramienta al servicio de la creencia de la cual
ha surgido la duda.

De la misma forma que vivimos con la creencia
operando en el trasfondo de nuestro inconsciente, así hemos de vivir con la
duda. Vivir dudando es muy saludable, nos da la posibilidad de corregir y
adecuar aún mejor nuestras creencias a la realidad objetiva, nos mantiene
alerta y potencia nuestra capacidad de observación y atención.
La duda nos hace ser seres más desprendidos de
nosotros mismos, flexibiliza nuestras posturas, nos hace estar más cercanos a los
demás y resta importancia a nuestras obsesiones.
Cuando la duda resuelve la inconsistencia de la
creencia, creencia y duda desaparecen dando lugar a un espacio de infinitas
posibilidades.
La mayoría de las instituciones o grupos que han
reprimido y siguen reprimiendo la duda como son las religiones, los estados
políticos, o los científicos son los que más daño han hecho y están haciendo a
la humanidad, porque nos han hecho ser crédulos de dogmas, leyes o
conocimientos como si fueran verdades cuando en el fondo no eran más que ideas,
que cuando viven en un tiempo limitado tienen su utilidad pero cuando
permanecen en el tiempo son verdaderas causas de injusticias y sufrimiento.
Cultivar la duda es poder estar a salvo de la
locura, es poder salir de toda esa corriente egocéntrica en la que hemos nacido.
¿De dónde vienen o cómo se forman las creencias?
Nuestras creencias no las elegimos nosotros. Las
creencias se meten en nuestros cerebros antes de que nosotros podamos hacer
algo al respecto.
Cuando estamos en el vientre de nuestra madre
prácticamente estamos inmersos en un continuo desarrollo estructural y es ahí
donde empezamos a percibir el mundo tal y como lo percibe nuestra madre. Y
cuando nacemos vamos a concebir el mundo tal y como lo conciben las personas
que nos rodean porque nuestra capacidad de absorción para adaptarnos al mundo
en el que nacemos es enorme y de esa forma adquirimos la visión del mundo que
ellos tienen, la visión de sí mismos que ellos tienen, y todo el entramado de
creencias básicas que ellos tienen y que nos va a permitir relacionarnos con la
realidad.
La estructura, o el recipiente, de nuestra
conciencia está construida de creencias y su contenido no puede albergar otra
cosa que no sean creencias, símbolos, imágenes o proyecciones de la realidad.

Sin embargo si nuestra conciencia se hubiese construido
en la creencia de que somos cuerpos individuales pero mentes colectivas, entonces
el contenido de nuestra conciencia no estaría en conflicto y las ideas que emanaran
de ella serían de unidad, cooperación y afecto.
Otra gran creencia que subyace en nuestra educación
es la creencia de que es bueno creer, tener fe, ilusionarse, tener esperanza,
es decir existe esa creencia básica sobre la que se sostienen otras muchas
creencias: es necesario creer.
Esta creencia de que es necesario creer te
permite creer en lo que quieras, puedes creer en dios, puedes creer en el amor,
puedes creer en la felicidad, puedes creer en la libertad y también puedes
creer en la verdad. En realidad no importa en lo que creas pues todo ello
pertenece al mundo de lo imaginario. Sin embargo hay una acción volitiva de la
creencia que más bien pertenece al mundo de las ideas y que no permite creer en
nada o creer en el dolor, ni tampoco permite creer en la mentira. Es como si en
el acto de creer hay implícito el deseo, lo que significa que uno está separado
de lo que cree y por consiguiente uno no es lo que cree y niega la posibilidad
de serlo.
Creemos en la felicidad porque no somos felices
y basamos nuestra vida en la búsqueda de la felicidad, lo cual es paradójico y
absurdo porque en el hecho de buscarla ya la estamos negando. De la misma forma
creemos en el amor y al hacerlo lo negamos. Por esa razón, porque negamos
experimentar lo que creemos, es por lo que creamos
sustitutos basados en sensaciones y que catalogamos de placenteros.
Creemos que somos una entidad única y separada
del resto, y la justificación de esa creencia es que tenemos un cuerpo y unas
sensaciones propias. La duda que suscita y la cuestión que surge es, si dicha
entidad no es única para todos los cuerpos.
Creer en nuestra propia identidad es negar
nuestra identidad y por esa razón creamos una imagen de nosotros que tenemos
que sostener con mucho esfuerzo y empeño tratando de convencer a los demás de
ello, pero dicha actividad psicológicamente es neurótica pues ni nosotros somos
esa imagen ni los demás van a estar siempre de acuerdo con ella, con lo cual
vamos a tener una batalla continua y repetitiva en la que vamos a salir dolidos.
Necesitamos dudar y cuestionar nuestra imagen, nuestra identidad, porque es una
de las creencias básicas que sostienen gran parte de las demás creencias.
Una de las funciones de nuestro cerebro es
anteponerse a cualquier situación y prever lo que va suceder. Cuantas veces nos
vemos pensando cómo vamos a responder ante una situación que tenemos
planificada hacer dentro de unos días (una reunión de trabajo, una visita al
médico, un encuentro con alguien). El cerebro trata de ser eficiente, trata de
programar nuestras reacciones con antelación y lo hace teniendo en cuenta
nuestras creencias. Desde un punto de vista instrumental, en lo referente a
procesos manuales, mecánicos o materiales, esa forma operativa de funcionar con
sus creencias asociadas es altamente eficaz, pero desde un punto de vista
psicológico, cuando estamos ante un problema emocional o conflictos de
relación, esa forma de funcionar con sus creencias subjetivas es totalmente
ineficaz.
Cuando los hechos que ocurren en nuestra vida
cotidiana niegan o ponen en entredicho nuestras creencias, lo que sucede es que
no vemos los hechos o los interpretamos para adaptarlos a nuestras creencias.
Pero si los hechos niegan abiertamente alguna de nuestras creencias entonces
negamos el hecho, nos enfrentamos a él repudiándolo y haciendo todo lo posible
por cambiarlo. Una manera muy eficaz de vivir con hechos que contradicen
nuestras creencias es convertirlos en ideas y de esa forma los podemos manejar
a nuestro antojo con el pensamiento.
Hay ideas que actúan a modo de creencias y
aunque en principio parece que entran un poco en contradicción con ellas, en
realidad lo que hacen es reforzarlas. Por ejemplo hay una idea muy generalizada
de que podemos llegar a ser, que podemos cambiar, que si ponemos empeño,
esfuerzo y voluntad podemos conseguir ser como deseamos.

Es curiosa, la gran aceptación que tiene
prácticamente por todo el mundo, la idea de que tenemos que vivir en el presente.
El hecho en sí es que no podemos vivir en otro tiempo que no sea el presente,
pero preferimos convertir el hecho en una idea y de esa forma podemos evadirnos
del hecho. Al convertirlo en una idea podemos escribir libros, dar
conferencias, hacer talleres, y en definitiva lo que estamos haciendo es crear
la expectativa de que podemos vivir en el presente a la vez que reforzamos
todas nuestras creencias que subyacen en nuestro inconsciente y que han sido
creadas en un pasado muy lejano. Si admitiéramos el hecho de que vivimos en el
presente y lo sostuviéramos en todo momento, seguramente nuestro inconsciente
colapsaría.
Lo mismo ocurre con ideas como la iluminación,
dios, el despertar de la conciencia, la física cuántica, el estado puro del
ser, la conexión con la matriz o el campo, y un sinfín de imaginaciones a las
que nos agarramos con tal de no ver lo que sucede dentro de nuestros ojos, en
nuestro propio cerebro y en el sentir de nuestro corazón.
Hemos alcanzado un nivel de complejidad a razón
de nuestras creencias que hoy en día se podría decir que es más difícil para un
ser humano de a pie comprenderse a sí mismo que hace mil años.
¿Cómo es posible que haya personas que estén
intentando conocerse a sí mismas a través del tarot o a través de las cartas
astrales? Con esta pregunta no quiero decir que estas personas estén más
confundidas que aquellas que tratan de comprender la humanidad haciendo
ciencia, en ese sentido pienso que de igual modo el camino elegido es
equivocado.
Cuando leemos la cartas, lo que hacemos es
interpretar, no vemos hechos, cuando estamos en el laboratorio mirando por un
microscopio estamos analizando y tampoco vemos los hechos, hemos inventado todo
tipo de conductas de escape de lo que somos y por eso no podemos ni siquiera
mirarnos para saber quiénes somos, cómo pensamos y qué sentimos, y cuáles son
las consecuencias de nuestros actos.
La duda, el cuestionamiento, es un camino hacia
el interior, es una herramienta de luz, es una chispa de humildad que nos
permite encontrar la forma de desnudarnos ante la verdad.
¿Si uno mismo es una persona normal, llena de
creencias básicas y de ideas que no conducen a ningún lugar qué puede hacer
para poner orden en su vida?
Es evidente, después de las observaciones que se
han hecho anteriormente, que hemos de distinguir o discernir con claridad como
un hecho que cuando nos impulsamos por ideas, el lugar al que nos dirigimos no
tiene existencia real y todo esfuerzo es en vano. Podemos querer encontrar el
esposo ideal, una profesión maravillosa, una familia amorosa, tener la facultad
de curar a la humanidad, pero todo ello no es más que una sugestión. A la vez
hemos de darnos cuenta que toda idea, estamos hablando en el terreno
psicológico, es consecuencia de una creencia y que dicha creencia no está en
orden con la realidad. Asimismo algo que es sumamente importante es que quien
dirige nuestro pensamiento es la propia creencia.
A partir de ahí se crea un estado o una actitud
mental en la que apenas uno puede decidir mucho en su vida porque ese uno no es
más que un conjunto de creencias impuestas que dirigen su vida hasta donde
ellas quieren.
Podemos dejar de jugar al tarot, podemos dejar de
leer cartas astrales, podemos dejar de ir a charlas de autoayuda, podemos dejar
todas esas esperanzas e ilusiones sobre la existencia de extraterrestres,
energías maravillosas y seres de luz, pero si lo dejamos en forma de represión
no estaremos poniendo nada en orden. Para dejar ideas, hábitos, lo más sano es convertirnos
en unos observadores ajenos y observar sin prejuicios qué es lo que estamos
haciendo, con quién nos estamos relacionando, de qué tratamos de convencernos a
nosotros mismos y a los demás, qué consecuencias tiene toda esa ocupación, qué
queremos conseguir.
Cuando en ese proceso de observación nos damos
cuenta de hechos que antes no veíamos solemos tener tendencia a escapar, a
dejar radicalmente aquello que observamos y lo que sucede es que con el paso
del tiempo estamos de nuevo metidos en otro mundo de ideas alternativas. Lo
importante es convertirnos en observadores de nosotros mismos y comprender que
es la observación, y no la decisión, la que va a poner orden en nuestra vida.
La observación es una actitud que no distingue
entre el observador y lo observado. Tiene la misma importancia observar a
alguien que no conoces que observarte a ti mismo, porque lo que importa es la
observación y lo que en ella sucede, permitiendo que ello te afecte. El gran
error que se comete en la observación es cuando la ponemos al servicio de un
observador, de un yo personal, entonces eso ya no es observación, eso es el
movimiento de las creencias tratando de gestionar nuestras vidas a través de
nuestros sentidos.

Podemos tomarnos esta observación, en forma de
reflexión, como una idea a conseguir y al final estaremos cayendo en el hoyo
que tratamos de esquivar.
Únicamente siendo serios podremos ahondar y
profundizar en lo que somos, permitiendo que la vida a través de la observación
nos cambie a cada instante.
Comparto la opinión de que las creencias están en lo más profundo del inconsciente y comandan desde esa penumbra todo el movimiento de nuestro pensamiento, no hay reacción mental que no tenga un anclaje en patrones grabados en las profundas aguas del interior; así mismo que la duda es inherente a él, pero las creencias y dudas que alberga la mente individual, también lo están en el inconsciente colectivo que todos compartimos. Coincido en que creencia y duda van de la mano. Los dos estados, tienen efecto en el ser humano, pero cada uno según su propia modalidad: la "creencia" lo hace preformando nuestras acciones en un sentido determinado; la "duda" estimula la indagación hasta lograr que desaparezca, o lo que es lo mismo, hasta ubicarnos en el terreno seguro de una nueva creencia. La duda existe solo en referencia a una creencia, duda y creencia son como las dos caras de una misma moneda. Si vivimos nuestra vida desde la creencia de ser una consciencia separada y limitada, como ya sabemos, experimentamos sufrimiento. Si la vivimos desde la creencia de que somos la conciencia universal, todavía así experimentaríamos duda, que es también una forma de sufrimiento, dado que la posibilidad de ser separado no ha sido eliminada. Es verdad que desde que Descartes como promotor de la filosofía racionalista moderna propuso la duda como parte de su método, este generó en su momento un avance en la humanidad como bien señalas, sobre todo por lo relativo a la ciencia y al conocimiento, pero a estas alturas, a la luz de la física cuántica y los descubrimientos en neuro emoción, la duda, parte del dualismo sujeto-objeto en la construcción de conocimientos ya no nos es indispensable, al contrario, siendo una con la creencia, nos remite a ella o a una nueva creencia, nos hace temerosos, nos llena de miedos, hay que saber reconocer la duda al igual que a la creencia, mirarlas como partes nuestras, pero no atraparse en ellas.
ResponderEliminar¿Sería posible vivir sin creencias? Vivir sin ellas no significa vivir sin pensamientos ni conocimientos, abran creencias y dudas mientras mente exista, vivir sin creencias significa simplemente no vivir apegados a ellas. Vivir sin dudas actualmente, es experimentar la verdad más allá de la mente, porque la verdad requiere la humildad de no saber; esto es válido en la ciencia, y también en la sabiduría. Cuando realmente no conocemos la respuesta, estamos abiertos a todas las posibilidades, y en esta humildad y honestidad, la verdad del momento, que es todo lo que la limitada mente humana necesita y puede recibir se ofrecerá a sí misma, como una intuición mental o como un acontecimiento aparentemente fortuito en el mundo. La compresión inundará la mente de claridad y silencio, y el corazón de alegría y serenidad.
Ahora, cómo es posible que existan personas que busquen conocerse a partir de la astrología o el tarot?
Si bien es cierto que ambas herramientas son tan antiguas como la historia humana, si aún ahora en el siglo XXl siguen tan vigentes, será porque obviamente alguna utilidad tienen para miles de personas, descartando el enfoque adivinatorio que les ha creado la “mala fama”, no entrare a detallar a fondo en qué consiste cada una, simplemente decir que en el caso del tarot, este proviene de maestros espirituales que "guardaron" en las imágenes simbólicas sus conocimientos. En las escuelas esotéricas y herméticas de occidente, las "claves" del Tarot han servido como vías de autoconocimiento y ascenso espiritual, ya sea a través de la meditación en ellas o mediante el estudio de sus mensajes y relaciones porque las cartas del tarot (los 22 arcanos) se ven como representantes simbólico-arquetípicos de tipos de guiones o situaciones del inconsciente colectivo, al cual se accede por la sicronicidad.
Es muy extenso, pegaré la otra parte en el siguiente comentario...
...Aunque el concepto de sincronicidad existe al menos desde el tiempo de los Vedas, fue el psicólogo suizo Carl Jung quien lo acuñó e inició el estudio de este fenómeno de manera rigurosa, si no científica: la dificultad de abordar la sincronicidad desde una metodología solamente científica yace en que los eventos que se concatenan lo hacen sin tener una causa, al menos no una causa que podamos encontrar dentro de los límites de la física clásica y de un universo mecánico. Consciente de la vastedad del principio de la sincronicidad, Jung ensayó diversas definiciones a manera de un acercamiento teórico. Empezando desde lo más general y sintético podemos decir con Jung que la sincronicidad es “la ocurrencia temporal coincidente de eventos acausales”, que es un “principio de conexión acausal”, una “coincidencia significativa” o que es un “paralelismo acausal”. Para él la improbable pero significativa coincidencia de una sincronicidad era posible por el hecho de que tanto el observador como el evento observado a fin de cuentas brotaban de una misma fuente, del unus mundus. Es decir, la conexión acausal, a distancia, sin la aparente acción de una fuerza física (conocida) sería posible porque en profundidad todos los eventos y todos los sujetos que perciben un evento no son más que la misma cosa. El uno es el otro: es en realidad el mismo. Es como si todo lo que ocurriera en el universo en realidad ocurriera dentro de una sola mente, que por momentos y siempre en la superficie, padece una esquizofrenia omnipotente. Pero más allá de sugerir esta idea un tanto trillada de la unidad subyacente, del todo en cada parte, del holograma que se proyecta en el mundo, en fractales, para entender por qué muchos hemos usado los arquetipos de las cartas de tarot como herramientas para conocernos, es interesante detenerse a ver la sincronicidad y desenhebrar el misterio de la coincidencias.
ResponderEliminarActualmente como arriba me refería con respecto a la física cuántica, a la luz de ella, ahora este concepto de sincronicidad está también muy sustentado, ya no nos parece entonces de locos hacer una lectura de tarot para buscar entendernos un poco más observando gráficamente los arquetipos con los que nos identificamos.
En el caso de la astrología, través de su historia, fue considerada una tradición académica. Fue aceptada en contextos políticos y académicos, e influyo otros estudios como la astronomía, la alquimia, la meteorología y la medicina. Al final del siglo XVII, con el surgimiento de la nueva física y la astronomía (como el heliocentrismo y la mecánica newtoniana) comenzó a cuestionársela. Empezó a perder su estatus teórico y académico, ha sido rechazada por la comunidad científica al no tener un método objetivo para probar científicamente cómo los astros influyen en la vida de las personas. Al igual que el tarot ha sufrido del abuso y mala utilización que la desacreditó, en muchos casos limitándola a la función adivinatoria, que es la parte más superficial de la misma. Pero refiriéndonos a lo relativo a su utilidad en el autoconocimiento, la astrología es extremadamente compleja y rigurosa, solo para nombrar algo, todo lo que hablamos ahora como novedoso sobre creencias y patrones mentales anclados en el inconsciente, la astrología lo estudia antes que la psicología hace muchísimo y a profundidad, en una carta natal puede verse la tendencia o el potencial de la persona a determinados patrones o guiones de creencias de acuerdo a cómo están ubicados los arquetipos de los planetas en el cielo al momento de nacer la persona.
Además, decir que ni el tarot ni la astrología son por sí mismas creencias, depende del enfoque con que se use esas herramientas pueden ser o no útiles al ser humano en su propio conocimiento.
Nada más, creo que me alargue demasiado, muchas gracias por promover el cuestionamiento, he pensado mucho antes de escribir.
Un abrazo
Como he disfrutado leyendo esta reflexión integradora de la tradicción humana como expresión y conexión con la Verdad. No se si las técnicas en si mismas en las que se sustentas estas practicas tienen sentido. Pero tampoco tiene sentido pensar que sólo el pensamiento lógico nos puede llevar a la percepción de la verdad. Nada mas lejos de la realidad pues el pensamiento lógico es el último que se entera de esa realidad. Esa mente no lógica, no humana, tambíen está ahí, con su inteligencia. Pensar en la mente lógica como único instrumento es de nuevo una visión del mundo centrada en el hombre. Me encanta ver esas sincronicidades como un encuentro de la mente única, aunque sospecho que muchas de ellas se pueden explicar por una volundad de generar presencia anónima.Gracias por estas bonitas reflexiones. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por compartir todas estas reflexiones. El origen de este blog, que está expuesto en su cabecera, es abrir la posibilidad de que nos demos cuenta de nuestras propias falsedades o condicionamientos, de tal forma que podamos ser libres de nosotros mismos, de nuestro pensamiento egocéntrico, una forma de pensar basada en conocimientos, creencias, suposiciones, que presumen de ser verdad. La única verdad es la que surge al descubrir nuestras falsedades y en definitiva nuestra ignorancia, todo lo cual nos hace ser esclavos de ideas que están en nuestra cabeza, que viven en nuestro cerebro, que hacen de nuestro cuerpo su residencia permanente y convierten nuestra vida en un sinsentido.
EliminarCuando pensamos o estamos comunicando algo, sería conveniente preguntarnos si estamos aprendiendo algo, si estamos descubriendo o destapando algo, o por el contrario si estamos añadiendo, repitiendo o enseñando.
Nos podemos tirar toda la vida pensando o hablando, reforzando nuestro ego, nuestra imagen, lo cual es muy estimulante, pero apenas nos conoceremos a nosotros mismos y no sabremos quién o quienes dirigen nuestra vida. El conocimiento de uno mismo es necesario porque hemos sido educados desde el seno materno en creencias sobre lo que somos que difieren de la realidad de lo que realmente somos.
Creemos que el conocimiento, o la comprensión, de uno mismo lo vamos a conseguir a través de un gurú, de un maestro, de un libro, de unas cartas, leyendo en las estrellas, haciendo determinados ejercicios gimnásticos o prácticas, pero esas ideas surgieron de aquellas personas ilusionadas en iluminarse o conseguir algún estado espiritual elevado y que sin embargo no llegaron más que a la frustración personal, convirtiéndose en discípulos o mediadores, conferenciantes y vendedores.
El conocimiento de uno mismo solo es posible cuando uno mismo comprende que no hay medio alguno que le permita acercarse ni un milímetro a lo que uno mismo es y que cualquier medio no es más que un escape y un engaño. Si para conocernos utilizamos a dios, a la virgen, al listo de turno, al filósofo, a la gitana de la esquina, al loco de la colina, al guaperas, entonces estaremos perpetuando nuestra idiotez.
Yo te diría amigo Anónimo, con total sinceridad y sin pelos en la lengua, mirémonos al espejo y digamos juntos: soy un imbécil cerebral, que da vueltas sobre sí mismo, nada de lo que he aprendido me sirve para caminar hacia la comprensión y solo tengo la mirada inocente del que mira con curiosidad para aprender algo nuevo.
Si a pesar de todo sigues creyendo que en tarot o las estrellas te van ayudar a conocerte, te sugiero que también aprendas otras maravillosas herramientas que van por el mismo camino y que también te ayudarán a conocerte: los registros akáshicos, el yoga, la meditación, la psicoterapia Gestalt, el Qi Gong&Yang Sheng, el Reiki, la sanación cuántica, la reconexión, las constelaciones familiares, el chamanismo, el Rebirthing, el Tapping, la bioneuroemoción, la PNL, el Feng Shui, la psicoterapia Transpersonal, el Chi Kung, el biomagnetismo, la numerología, el Zen, el sufismo, el cristianismo, el egoísmo, el tantra, la acupuntura, la grafoterapia, las regresiones, los viajes astrales, la bioenergética, las flores de bach, el shiatsu, etc, etc. Si después de haber invertido un enorme esfuerzo, dinero y tiempo en conocer esos espacios y a esas gentes, aún no te conoces es que no vas por buen camino y quizás lo más saludable, si es que aún vives, es que vuelvas al espejo, te desnudes psicológicamente y aprendas por ti mismo a mirarte y a conocerte.
Con afecto, un abrazo.
Todo esa larga lista, que hasta da risa, no dejan de ser juegos. Como los juegos a los que jugábamos de niños después de salir de la escuela donde educaban nuestra mente lógica. Esos juegos nos permitían expresarnos y compartir cosas aparentemente tontas como esconderse y encontrarse, como adivinar, etc. Todas las culturas tienen esos juegos, y todos ellos sirven para relacionarnos mas allá de la mente lógica. Y si esto es así... ¿no será la mente lógica también un juego pero mucho mas serio?. Con afecto otro abrazo para ti y gracias
ResponderEliminarToda esa lista no son para nada juegos, son asuntos muy importantes para muchas personas, sobretodo porque viven de ello o porque han puesto sus esperanzas en sanarse a través de esas terapias o de esas herramientas que nos venden en las revistas de carácter alternativo o espiritual. Y todo ello es parte de la mente lógica, de esa mente que tiene sus razones, sus conocimientos y sus experiencias, y que cree que en estos asuntos de las emociones, de la armonía, del equilibrio psicológico puede aplicarse la relación causa y efecto.
Eliminar¿Por qué es tan difícil asumir que la base de nuestra conciencia está construida con creencias absurdas y que esas creencias son la base de nuestra manera de pensar? ¿Somos seres separados de todo lo que vemos o somos seres unidos e indivisibles respecto de todo lo que vemos? ¿Somos seres que nacen completos psicológicamente o somos seres que deben llegar a ser, a completarse psicológicamente con la experiencia? ¿Somos seres felices o somos seres que han de encontrar su felicidad? ¿Somos seres sanos, con una maquinaria perfecta de sanarse o somos seres indefensos que dependen de sistemas y teorías de salud? ¿Somos seres que nacen sabios o somos seres que nacen estúpidos?
Si queremos madurar como seres humanos, hemos de reconocer nuestras creencias y ver si son coherentes en relación con la realidad o si por el contrario son incoherentes con la realidad. La coherencia o la armonía no la encontraremos a través de algo exterior a nosotros mismos sino dándonos cuenta de nuestra incoherencia y contradicción en lo que respecta a lo que creemos ser y a lo que somos.
La mente puede ser perfectamente lógica pero no por ello es racional. Toda nuestra irracionalidad está basada en la lógica. Lo que necesitamos no es lógica sino apertura, flexibilidad, consideración, duda, cuestionamiento, humildad, pero no de una forma teórica o intelectual sino ir dejándonos afectar por todo aquello que seamos capaces de comprender y empezar por comprender que no somos lo que creemos ya sería un paso importante.
Un abrazo
Gracias, la mente lógica no por ello puede ser racional!
ResponderEliminarQuerido Goyo, no soy un amigo anónimo soy una amiga anónima, con todo el cariño, he reaccionado a lo que propones escribiendo porque quería compartir, supongo que promueves el cuestionamiento para eso, no tengo interés en tener la razón de nada, he mencionado el tarot y la astrología por ser las herramientas aludidas en tu artículo, pero bien podrías haber puesto en entredicho a cualquiera de las otras que mencionas y te abría respondido en el mismo sentido, porque así es como lo veo, en mi reflexión pensé haber dejado claro que ahora es tiempo de integrar conocimientos, no de criticarnos unos a otros desde la lógica racional que tanto condenamos, ya está por demás demostrado que no nos es útil en esta época para que la humanidad evolucione (críticas que además las hacemos desde el ego).
ResponderEliminarQué de inocente tiene la mirada de uno cuando no podemos tolerar o intentar aceptar por lo menos la opinión o las acciones de los demás? Qué nos importa que haya gente que lea cartas de lo que quieran, que se paren de cabeza haciendo yoga o intenten equilibrarse como puedan? Si lo que intentamos es “ahondar en lo que somos, permitiendo que la vida a través de la observación nos cambie a cada instante” como dices, eso se puede lograr, desde mi mirada, con mucha apertura desde el corazón, desapego a creencias y sobre todo con tolerancia y aceptación; además, claro, mirandose bien adentro primero uno mismo.
Creo que ya dije lo suficiente respecto a este tema en mi larga intervención anterior, un abrazo nuevamente.
Querida amiga anónima,
EliminarPienso que hay una gran diferencia entre criticar y cuestionar. Criticar es juzgar y sentenciar, es despreciar o denigrar, y está basado en prejuicios. Cuestionar es preguntar y reconsiderar, es dudar y observar, y está basado en la atención. Por eso la crítica y el cuestionamiento no están relacionados, cuando hay critica no hay cuestionamiento y cuando hay cuestionamiento no hay critica. Lo que suele suceder es que cuando alguien cuestiona lo que decimos, creemos que nos están criticando, o despreciando, porque en el fondo nos identificamos tanto con lo que decimos que llegamos a confundirlo con nosotros.
Lo que decimos es una expresión de nuestras ideas, pero nuestras ideas no son una expresión de nuestro ser, sino de circunstancias y de creencias que han dado lugar a generar dichas ideas.
No nos tiene que dar apuro ver que alguien nos haga dudar de nuestras ideas, porque al fin y al cabo no son más que ideas. La mejor manera de refutar una idea es con un hecho, lo cual es poco cuestionable y discutible, por eso el cuestionamiento de las ideas no es más que la observación de los hechos.
No te sientas atacada amiga anónima porque alguien considere de forma diferente las ideas que expresas.
Volviendo una vez más al dialogo quisiera cuestionar eso que has dicho de forma reiterada sobre que es tiempo de integrar conocimientos. A decir verdad es algo que se lleva escuchando bastantes años. Es hora de unificar, integrar, respetar a todas las religiones. Es hora de dar por válido todo movimiento espiritual porque todo tiene su lugar y su razón de ser. Es hora de que no nos apedreemos, no nos hagamos la competencia y que cada cual venda lo suyo, que hay demasiados seres necesitados como para que nos los repartamos sin violencia y sin negarnos los unos a los otros. Todo eso no es más que una bonita idea de libre mercado, donde todo se puede vender. Vendedores de ideas , de ilusiones.
De lo que es hora es de cuestionar al conocimiento psicológico. Parece mentira que Sócrates dijera hace más de dos mil quinientos años esa frase de ´yo solo sé que no se nada´ y que no haya pasado prácticamente desapercibida por la humanidad.
Siempre hemos pensado que a través del conocimiento encontraríamos el orden del universo, la fuente de la vida, y sin embargo no vemos las consecuencias que dicho conocimiento ha traído a la humanidad. Quizás va siendo hora de desprenderse de todo ese conocimiento psicológico y supersticioso que nos ha convertido en esclavos y no nos permite percibir la vida tal y cual es.
Evidentemente no es fácil desprenderse del conocimiento, es como desprenderse de uno mismo, es en cierta manera como morir.
Un abrazo.
Goyo soy tu segunda amiga anónima que ha intervenido. Un abrazo. Y estoy de acuerdo contigo que hay mucha venta, y si se hace además con intención, además de venta es estafa.
ResponderEliminarHola segunda amiga anónima,
EliminarCiertamente vivimos en una sociedad de consumo donde vale todo, donde se vende de todo, donde cada cual se pone una silla y una mesita y puede libremente leer el futuro de las personas. Yo no niego que las personas puedan vender lo que quieran, pero cuestiono las verdades que venden, el futuro que venden, la salud que venden, el cielo que venden, las palabras del mas allá que venden. Tengo respeto a las personas aunque estas sean políticos, sacerdotes, psicólogos, físico cuánticos, o echadores de cartas, pero no respeto sus verdades, es más las denuncio y las cuestiono como falsedades. Y si vamos un poco más lejos, podemos incluso darnos cuenta que en nuestro interior, en nuestro cerebro también hay falsedades... y de eso se trata reflexión del blog.
Nuestra vida es una estafa si no dejamos de engañarnos con ilusiones externas o sueños exotéricos y si somos capaces de comprendernos.
Un abrazo.