
Quizás el deseo básico de todo ser humano es el
de sobrevivir, poder comer, obtener abrigo y relacionarse. Sin embargo cuando
nuestro nivel de supervivencia física se ve satisfecho es cuando comenzamos a
proyectar otro tipo de necesidades psicológicas que le den un mayor contenido y
significación a nuestra vida.
Lo cierto es que estamos tan enredados en
nuestras propias proyecciones que apenas si nos damos cuenta del engaño que
suponen todos esos deseos de logro.
Normalmente los fines que deseamos son maravillosos,
llenos de agrado y satisfacción, y creemos que a través de ellos conseguiremos
estar más seguros y ser más felices.
Asemejamos la seguridad o la felicidad a
sensaciones y de esa forma nuestros deseos se dirigen a lograr objetos,
propiedades, personas, situaciones, que nos hagan sentir dichas sensaciones.
Pero ¿es la seguridad o la felicidad una sensación? Si dijéramos que la
felicidad es una sensación de alegría o de satisfacción nos estaríamos
engañando.
¿Es la seguridad, la felicidad, la humildad o el
amor un estado consciente? Para reconocer esos estados antes hay que conocerlos
y algo que se conoce, que pertenece al campo del conocimiento, no puede ser el
amor o la felicidad.
Cuando deseamos un estado de felicidad lo que
surge en nuestra vida es un estado de infelicidad, un estado de carencia, que
es difícil de resolver pues encontremos los estados que encontremos siempre
serán efímeros, solo duraran un breve momento, y por lo tanto, deseando la
felicidad, estamos abocados a sentirnos carentes e infelices el resto de
nuestra vida con pequeños destellos de satisfacción.
Cuando deseamos el amor, negamos el amor. Cuando
deseamos la humildad, negamos la humildad. Cuando deseamos no ser egoístas,
potenciamos nuestro egoísmo. Lo que es, lo que sucede, no es necesario que sea
deseado porque está al alcance de la mano y lo que no es, aquello que no
sucede, sencillamente es una estupidez perseguirlo.
¿Qué es lo que nos hace desear psicológicamente
cualquier cosa? Si vemos a una persona conduciendo una limusina puede que surja
en nosotros el deseo de tener una limusina porque creemos que está asociada a
bienestar, felicidad y placeres. Lo cierto es que nosotros no sabemos realmente
si la limusina está asociada a una vida de bienestar o si por el contrario está
asociada a una vida de insensibilidad, infelicidad y ausente de amor. Como no
lo sabemos ¿Qué necesidad tenemos de desear la limusina?
También existe la creencia que nuestro malestar,
descontento o inseguridad se debe a nuestra falta de dinero y por eso deseamos
o envidiamos todo aquello que signifique dinero, de tal forma que obteniendo
riqueza conseguiremos estar a gusto con nosotros mismos. Todo lo cual es falso
pues nuestro descontento, malestar o inseguridad se debe a nuestra forma de
pensar y de interpretar nuestra situación personal. De hecho una persona pobre
puede sentirse bastante más contenta y segura que una persona rica.
La sociedad nos alienta a conseguir y a lograr
para sentirnos bien. La cultura fomenta que podemos llegar a ser lo que deseemos
a través de nuestros logros, pero lo cierto es que somos lo que somos y no
podemos ser otra cosa que lo que somos y que nuestros sentimientos no dependen
tanto de lo que conseguimos sino más bien de si sabemos pensar o no.
En esta vida no hay mayor experiencia que la que
tenemos delante de nuestros ojos, que esa que estamos viviendo, sea ella como fuere.
La cuestión es si somos capaces de experimentarla en profundidad o si solo pasamos
por ella superficialmente sin ni siquiera darnos cuenta de la misma.

Por consiguiente los seres humanos hemos de
comprender que esa actitud condicionada de estar continuamente deseando
cuestiones psicológicas nos produce vivir en contradicción y solo nos trae su
opuesto. Lo realmente cuestionable es ver si podemos aprender a relacionarnos con
lo que tenemos delante de los ojos, con lo que está sucediendo en cada instante,
sin necesidad de buscar nada, y es entonces cuando la comprensión de lo que es nos
liberará de la dualidad de los deseos.
Un abrazo Goyo.
ResponderEliminarJuan
Un abrazo, apreciado y entrañable amigo. Cuanto he disfrutado de caminar juntos en Segovia por ese sendero que es el conocimiento de uno mismo.
EliminarDormir temprano me hace bien, en todo caso es bueno, pero hay estímulos, tareas, etc. Quiero dormir temprano porque se que eso es bueno para mi, es mejor así, pero me cuesta. Será que el habito se hizo fuerte, entonces surge la pregunta como hago para cambiar, es decir quiero acostarme temprano a dormir, eso implica un cambio, eso implica cambiar. Ahora me pregunto porque me pregunto como cambiar?, es una pregunta valida? o es otro habito impuesto por la sociedad el buscar sentirnos insatisfechos y querer "cambiar". como fuere deseo dormir temprano, en vez de querer cambiar debería vivir intensamente el momento del desvelo? tiene sentido darme cuenta que quiero estar dormido y mi cuerpo quiere descansar y no le dejo, pero igual me parece valida la pregunta ¿Cuál es la mejor forma para cambiar? encontrar esa respuesta me parecería útil. ¿es este el enfoque correcto? saludos.
ResponderEliminar