viernes, 19 de octubre de 2018

Las gafas oscuras de la experiencia

Es un hecho que las personas tenemos opiniones y puntos de vista bastante diferentes. Quizás por tal motivo hay tantas disputas y conflictos con consecuencias imprevistas. Pero, ¿qué es lo que nos hace discrepar? ¿Por qué nos vemos en la actitud de defender nuestra opinión? Al final, viendo que no conseguimos convencer, encontramos la manera de imponer nuestra visión, a los demás, por la fuerza, lo cual es causa de sufrimiento. Puede que nunca nos hayamos preguntado seriamente sobre las diferentes formas que mostramos de ver y entender el mundo.

Lo cierto es que no tiene mucho sentido negar o estar en contra de las opiniones o puntos de vista de los demás. Ha de ser lícito que cada cual vea a su manera, y negarlo es absurdo. Es como si hubiera dos personas viendo una misma realidad, pero una de ellas la ve directamente desde sus ojos y la otra mira a través de unas gafas oscuras que distorsionan la realidad de un modo más sombrío e impreciso. Cuando ambas personas describen lo que ven, lo hacen de una forma bien distinta, mientras la primera describe los objetos, el lugar que ocupan o el movimiento que realizan, la otra persona describe objetos con apariencia bien distinta, lo que no significa que sus ojos no estén viendo la realidad.

Es evidente que cuando estas personas tratan de comunicarse, se encuentran con el dilema que ven una realidad diferente y la primera reacción que pueden tener es tratar de corregirse mutuamente, lo que les llevaría a una discusión bizantina en donde cada una está segura de su posición y lo único que es admisible es que la otra ceda. Sin embargo, existe una actitud bien distinta si ambas personas, o cualquiera de ellas, pregunta: ¿cómo es que vemos realidades distintas? ¿Por qué donde uno ve un molino de viento, el otro ve un gigante? ¿Por qué cuando uno ve saber disfrutar de los placeres de la vida, el otro ve la ignorancia de despilfarrarla? ¿Por qué uno siente libertad en la soledad y, sin embargo, el otro siente temor? ¿Por qué donde uno ve fanatismo dogmático o ideológico, el otro ve una forma de sentirse responsable ante los problemas humanos? ¿Por qué uno ve en la identidad un modo inconsciente de vivir y, sin embargo, el otro encuentra la razón de su vida? ¿Cómo es que uno ve en el otro su espejo y, sin embargo, el otro ve a alguien distinto de sí mismo? Está claro que si la realidad es la misma y los ojos también lo son, algo se interpone entre los ojos y la realidad. Y a partir de ahí es fácil darnos cuenta que una de las personas usa gafas oscuras que no permiten ver la realidad directamente.

Estas gafas oscuras, que deforman los hechos que suceden en la vida cotidiana, no son fácil de ver a simple vista, pues sus lentes, hechas con la experiencia personal acumulada, se encuentran dentro de nuestro cerebro. Sin embargo, los seres humanos hemos sido concebidos con una mente capaz de percibir con total claridad la realidad, de la que formamos parte, sin el uso de gafas. Por todo ello, no es extraño que cualquier persona que utilice este tipo de gafas se pase la vida tropezando y discutiendo con todo el mundo. Y no es cuestión de graduarlas en la medida que envejecemos, sino de desprendernos de ellas dejándolas perdidas en algún cajón.

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