martes, 20 de marzo de 2018

¿Cuál es el significado de la vida?

Uno de los aspectos que más importancia damos en la vida es nuestra individualidad, esa sensación que tenemos de nosotros mismos a través de los sentidos. Nos vemos reflejados en el espejo, nos sentimos al tocarnos, nos olemos, saboreamos los alimentos, nos oímos al hablar e incluso somos conscientes de qué pensamos. Pero nada de ello tendría un carácter original si no fuera porque al mismo tiempo nos sentimos separados del resto de las cosas y de las personas.

Desde que somos engendrados hasta que morimos somos una expresión de la vida que nace y se desarrolla, aprende, llega a ser adulto y se reproduce, cuida de sus hijos hasta que pueden valerse por sí mismos y por último envejece hasta que por fin ese mismo ser que nació fallece.

Cada ser vivo pertenece a una especie en particular. Las personas formamos parte de una especie a la que llamamos humanidad. Aunque en general las especies tienen una apariencia bastante distinta, sin embargo tienen en común al menos dos aspectos importantes. El primero es que tienen un mismo origen, ya que comparten un mismo código genético, y el segundo que tienen un mismo propósito, ya que comparten la función de reproducción para supervivencia de la especie.

Cualquier persona puede hacer de su vida lo que quiera desde el punto de vista de su desarrollo y realización, pero no puede olvidar que su existencia como tal, sin entrar en lo personal, tiene un propósito común. Estoy seguro que ningún científico, filosofo o religioso se opondría a este hecho con independencia del matiz demagógico que cada cual quisiera darle.

La vida surge como una relación de elementos químicos que dan lugar a una primera célula capaz de reproducirse a sí misma. Quizás nos puede parecer extraño que la vida haya surgido de elementos no vivos, pues eso nos hace pensar que podemos ser un producto de la casualidad, pero también es posible pensar que esas partículas sean de algún modo tan inteligentes como para crear la vida. Por último también cabe la ilusión de que el mundo fuera creado por un hombre barbudo en siete días. ¡Que cada cual crea lo que quiera! Lo importante es comprender que la vida surge de la relación y a partir de ahí la célula se va haciendo más y más compleja hasta que con el paso del tiempo ha llegado a convertirse en una biodiversidad entre las que nos encontramos los seres humanos, seres con un pensamiento muy desarrollado, en un sentido mecánico, que ha dado lugar al progreso tecnológico, pero muy primitivo e inmaduro, en un sentido de relación, que ha dado lugar a un mundo en conflicto donde el ser humano es esclavo del mismo.

No podemos negar que nos tomamos la vida de manera muy personal, lo que puede estar justificado porque las circunstancias que cada cual tiene es única. Tenemos un sexo, una estatura, una familia, un carácter, una larga experiencia, unas ideas, un trabajo, una posición social, unos sueños, unos conflictos, responsabilidades y un sinfín de compromisos. Pero nada de lo que vivimos de manera personal tendría sentido común si perdemos de vista cual es el propósito biológico de nuestra existencia. Estamos aquí para hacer que la vida sea cada vez más rica, inteligente, sensible y capaz de sobrevivir a lo que venga.

Cuando nos tomamos la vida de manera personal y nos olvidamos del propósito común de nuestra existencia, lo que conseguimos es vivir una vida miserable, solitaria e ignorante, cuyas consecuencias son la destrucción del entorno donde habitamos.

Cada ser vivo en el planeta colabora con la vida, no solo con la suya en particular sino con la vida en su totalidad, aunque no tenga una conciencia clara de lo que está haciendo. A pesar de los enormes esfuerzos de la humanidad por comprender la vida, todavía nos queda mucho por aprender, y por ahora su propósito está más allá de nuestro limitado entendimiento, aunque eso no significa que no seamos capaces de darnos cuenta de cómo se muestra y del valor que tiene. Es nuestra insensibilidad e ignorancia lo que nos impide percibir el profundo valor de nuestra existencia en particular y de la vida en general.

Nos podemos pasar la vida tratando de conseguir muchas cosas, pero será un esfuerzo inútil si antes no encontramos una verdadera respuesta a qué sentido tiene nuestra vida personal, cuál es el significado de nuestras relaciones y para qué ha surgido la vida en el universo. Son tres cuestiones básicas que debemos contestar antes de acometer cualquier actividad o proyecto personal, porque de lo contrario iremos por la vida como individuos desorientados y nerviosos que se dirigen a un destino repleto de problemas por tener pensamientos de segundamano.

¿Qué es lo que tenemos que hacer en nuestra vida personal?

Cada uno de nosotros tiene un cometido único y extraordinario que no tiene nada que ver con las ideas que nos han inculcado en la educación: compite para sobrevivir, sé el más fuerte o el más astuto, busca la felicidad en forma de sensaciones al precio que sea, consigue una casa y un coche, ten unos hijos y sitúales de la mejor manera posible, no permitas que te avasallen y asegura tus posesiones, etc.

Basta con ser un poco sensibles para darnos cuenta que nuestro cometido en la vida es vivir con valor, sencillez, libres de influencias, defensores de la vida en todo su contexto, cultivar al máximo nuestras facultades físicas y mentales, ser nobles, serios, austeros, estar en contacto con la vida en todas sus expresiones allá donde se encuentre uno, respetar y apreciar a los demás seres aunque tengamos que servirnos de ellos para sobrevivir, gozar plenamente de vivir con independencia de nuestras circunstancias y hacer todo lo que esté en nuestra mano o imaginación para vivir de acuerdo al verdadero sentido de nuestra vida particular.

Nadie puede vivir por nosotros, nadie puede decirnos qué tenemos que hacer o no hacer, qué tenemos que creer o qué tenemos que sentir. Es necesario e imprescindible que cada cual se conozca a sí mismo, aprenda a pensar según su propia observación y encuentre su sentido particular de vivir. Para ello es necesario sentirse solo, estar solo, porque en este sentido las relaciones pueden confundirnos e impedirnos madurar. Unos por otros y la casa sin barrer. En principio las relaciones sentimentales impiden que cada cual tome las riendas de su vida, consiguen olvidarnos del valor de nuestras vidas y nos asfixian en el reducido espacio que dejan los sentimientos. En lugar de alentarnos a cumplir con nuestra labor individual de crecimiento y maduración, las relaciones personales se están utilizando para hacer justo lo contrario, es decir, buscar satisfacción en ellas y olvidarse uno del mundo y de sí mismo: reproches, celos, conflictos, faltas de respeto, abusos, escusas y situaciones de poder.

¿Hasta cuándo va uno a seguir viviendo según le han dicho? ¿Qué tiene que suceder para que uno tome las riendas de su vida? ¿Cuándo se va a dar uno cuenta del engaño social e individual en el que nos encontramos? ¿Cuándo vamos a vivir de acuerdo con el propósito con el que vinimos a este mundo? Parece que nos hemos vuelto tan indolentes y perezosos que ya no nos importa nada.

Cualquier momento es bueno para decir -basta ya-, y comenzar a reflexionar dejando a un lado lo que nos han dicho familiares, maestros, grupos religiosos, amigos o libros. A partir de ahí no es tan importante saber qué pensar sino aprender cómo pensar, observar con honestidad cómo somos, ser conscientes del condicionamiento humano y sentir que por fin estamos gozando de una vida libre que solo depende de lo que somos capaces de percibir. Entonces es cuando se da uno cuenta de lo maravilloso que es no saber, ya que nos permite descubrir lo que jamás hubiésemos imaginado. Es curioso sentir que el gran cambio de nuestra vida no necesita de esfuerzos, ni de nuevos conocimientos o de creencias estrambóticas, ni de practicar nada.

¿Cuál es el valor de las relaciones?

Por encima del sentido individual de nuestra existencia está el sentido de la relación, porque la vida particular surge de la relación. A parte de que nuestros padres nos engendraron, también nuestro cuerpo es una relación de millones de células colaborando juntas de una forma ordenada para hacer posible lo que somos. Sin relación no hay vida ni universo ni nada. Si faltamos al respeto y no damos valor a las personas que nos engendraron o a nuestro propio cuerpo, entonces estamos perdidos. Los seres vivos en principio somos una relación y después somos una individualidad, pero lo está sucediendo psicológicamente en la vida humana es justo lo contrario, creemos que somos una persona que se puede relacionar con otras personas para formar un grupo. Por eso nos va cada vez peor, porque estamos malinterpretando el orden natural del universo.

Para formar parte de una relación hay que ser muy sensible y no dejarse llevar por la presión social de lo que se entiende por relación. No es algo que está ahí y que uno opta libremente para formar parte de ella. La relación no existe mientras no la descubramos y cuando uno la encuentra se ve a sí mismo formando parte de algo muchísimo más grande en comparación a la idea individual que antes sentía. Es como si la individualidad hubiera perdido su vestimenta y se hubiera quedado desnuda formando parte de una nueva concepción mucho más rica y bella que es la relación.

Nuestro cometido en la relación es beneficiarla, hacer todo lo posible para que sea una fuente de comunicación, de aprendizaje, de descubrimiento y de gozo. y también para sentir el extenso significado que tiene uno más allá de los límites de su propia piel.  Cuando hablamos de la relación nos referimos a estar en contacto con todo, desde una pequeña florecilla silvestre hasta un niño jugando en un parque.

Una de las más graves carencias del ser humano es la falta de verdadero contacto con otro ser humano. Tenemos una enorme necesidad de relacionarnos, pero cuando lo intentamos acabamos inevitablemente en conflicto porque no hemos descubierto el valor de la relación.

¿Cuál es el significado de la vida?

La vida surgió hace miles de millones de años en el planeta y al cabo de un tiempo toda la tierra estaba poblada de multitud de especies. Después sucedieron acontecimientos que dieron lugar a la extinción de grandes grupos, pero de nuevo la vida continuó evolucionado y creando nuevas especies hasta que aparecimos los seres humanos con nuestra singularidad, lo que no significa que seamos superiores a ninguna otra especie.

No cabe duda que cada uno de nosotros es el resultado de miles de millones de evolución inteligente y que en nuestra esencia está escrito el porqué aparece la vida en el universo.
Surgimos como el movimiento de una acción inteligente. El universo es la mayor expresión de orden e inteligencia que conocemos y él ha sido quien ha concebido la vida y nos ha creado a cada uno de nosotros. Sin embargo, no parece que el universo tenga un plan personal para cada uno de nosotros sino que cada uno está cumpliendo el plan universal. Quizás a cada uno de nosotros nos hubiese gustado un plan individual o que el universo se hubiera formado para dar sentido a nuestra vida personal, pero parece ser que la realidad es algo diferente.

De nada sirve ser lo que somos, vivir en relación, ser una maravillosa expresión de la vida y formar parte de un universo inconcebible si no somos conscientes de nada.

El condicionamiento humano alardea de conciencia y de racionalidad, pero lo cierto es que aún estamos en pañales y vamos a la cabeza en ser la especie más ignorante del planeta. Tenemos mucho que aprender para convertirnos en seres sensibles que sean capaces de enriquecer la vida allá donde nos encontremos.


Para algunas personas esta reflexión puede suponer pura demagogia o una disertación filosófica inútil, pero si esas personas no son capaces de hacerse las preguntas que aquí se han expuesto sobre la vida personal de cada uno, sobre el valor de las relaciones o sobre el significado de la vida, es que son inconscientes de lo que son y del mundo en el que viven. Únicamente encontrando las respuestas a dichas preguntas tendrá sentido una existencia llena de gozo y plenitud sin necesidad de hacer nada especial.





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