Un día como hoy, un quince de marzo de 1927,
naciste en esa bella Extremadura, en San Vicente de Alcántara, dando una
especial alegría a tus padres en esos tiempos tan republicanos.
Y quisiera aprovechar tu cumpleaños, este 86
aniversario, para felicitarte, para mostrar mi más profunda admiración por toda
la humanidad que has mostrado a lo largo de todos estos años y también para
expresar mi gratitud por todo lo que he recibido como hijo.
En este mundo en el que vivimos, y que todos
hemos hecho, es difícil tener humanidad, tener compasión por las personas y por
los animales, principalmente porque las personas vivimos en un mundo
artificioso pensando más en nosotros mismos que en los demás. Sin embargo
madre, tú te has pasado la vida pensando en los demás.
Tu humanidad madre ha sido vivir para los demás,
tratar de hacer la vida más fácil al prójimo en la medida de tus posibilidades
y lo has hecho de forma anónima y sin esperar nada a cambio.
En todos los lugares que has estado, ya sea
cuando te criaste en esa plaza de Valencia de Alcántara jugando con los críos,
o cuando viniste a Madrid a trabajar y te quedaste embarazada, o cuando
estuviste en el hospicio criando a ese niño de piel morena, nunca has querido
molestar a nadie y siempre has colaborado con los demás por el bien común.
Tu falta de orgullo o vanidad te han hecho ser
humilde. ¿Quién no alardea en determinados momentos de su vida de saber o de
tener cosas? Desde luego madre, tú no has sido de esas personas que alardean o
aparentan y que malgastan su energía en compararse con los demás. Pero no solo
eso sino que has sabido admitir tus equivocaciones sin ningún apuro y has
sabido tolerar y perdonar las equivocaciones de los demás.
Has sido una persona muy trabajadora, nunca se
te ha visto ningún signo de pereza, y eres de esas personas que cuando tienen
que hacer algo, sencillamente lo hacen y lo hacen lo mejor que saben y además
disfrutan haciéndolo. Has amado tu condición de hija, de hermana, de esposa y
de madre, y has sabido vivir sin identificarte con ello, porque en el fondo
eres una persona tan espiritual, y a la vez pragmática, que no necesitas perder
el tiempo con sentimentalismo.
Cuantas personas se ahogan en su dolor, en eso
que ya pasó hace muchos años. ¡Quién, mejor que tú, sabe sobre el dolor y el
sufrimiento humano!, y sin embargo has lavado tus heridas sin dejar ninguna
huella y potenciando aún más tu capacidad de dar afecto.
No eres de esas personas que aman las fiestas,
aunque si valoras la alegría humana, y quizás con esa actitud muestras una gran
sabiduría: que la verdadera alegría está en uno mismo sin necesidad de
consumir, de tener caprichos o de despilfarrar. Si las personas fueran como tú,
madre, el mundo sería bastante diferente.
Eres de esas personas que dejan huella en todo
aquel que te conoce y te trata, porque irradias tranquilidad y generosidad.
Nunca has entendido la vida como algo personal,
en la que podías conseguir algo para ti, ambicionar algo para ti, siempre has
tenido en tu mente la necesidad de los demás, has vivido para los demás y eso
se llama amor, quizás la meta más alta que puede el ser humano aspirar. Pero el
amor no es de personas tontas, es más bien todo lo contrario, es la más alta
expresión de inteligencia, vivir amando, vivir para los demás es vivir con
inteligencia y es vivir con libertad.
Mientras los listos se ahogan en sus orgullos y
se entierran en sus logros, tú eres libre de orgullos, de logros, e incluso de
sueños, esperanzas o ilusiones, a lo sumo tus deseos se basan en ir a la playa
el próximo verano… si se tercia. Eso es inteligencia madre y las personas que
son realmente inteligentes no saben que son inteligentes, no se creen que
saben, no van por la vida enseñando a nadie, más bien callan, escuchan y
sienten en silencio.
En el cielo hay muchas estrellas que brillan con
una inmensa luz y que aún no se han descubierto y tú eres una de esas estrellas
que ha bajado a la tierra para iluminarnos.
Gracias por dejarme un espacio en tu vientre y
crecer durante nueve meses alimentándome de tu propia sangre y de tu
respiración. Gracias por ser parte de tu ser, por nacer en tus entrañas y por
darme un trocito de tu alma.
Gracias por ser una madre de las antiguas y
amamantarme sin remilgos, con alegría y durante años, todo lo cual contribuyo
en gran medida a mi desarrollo físico y psicológico.
Gracias por curarme las heridas, por aliviar mis
llantos, por defenderme, por dejarme en cama cuando no quería ir al colegio.
Gracias por salvarme la vida unas cuantas veces,
por llevarme al médico por los ojos, por el reuma, por la garganta e insistir
cuando veías que no me recuperaba. Gracias por soportar mis miedos a esas
inyecciones tan dolorosas. Gracias por todas esas noches despierta porque la
fiebre no bajaba mientras me ponías paños de agua en la frente y vivaporú en el
pecho. Y gracias por llevarme a la casa socorro a las tantas de la noche,
cuando se me clavó una espina de sardina en la garganta.
Gracias por no ponernos nerviosos, por tu
tolerancia y por saber que el tiempo lo cura todo.
Gracias por dejar el monedero, en el cajón de la
cocina y en el cajón de tu cuarto, con algunas monedas que pudiéramos coger.
Gracias por esos humildes regalos que tanta
alegría me dieron y que aún recuerdo como si fuera hoy mismo: el cochecito rojo
o las pistolas de pistones.
Gracias por llevarme al colegio. Gracias por
dejarme acompañarte tantas veces a tus trabajos de limpieza en las casas o en
aquella iglesia del barrio. Gracias por dejarme enredar con los hilos mientras
tú remendabas nuestros calcetines.
Gracias por buscarme trabajos, por restar
importancia a mi timidez, por mirar para otro lado cuando he hecho trastadas o
por quitar trascendencia a lo que creía iba a ser el fin del mundo.
Gracias por cuidad y tener afecto a nuestro
padre, a pesar de no merecerlo mucho, y gracias por no ser rencorosa y saber
perdonar y olvidar las ofensas.
Gracias por acogerme cuando más lo necesite en
mi separación matrimonial y gracias por saber quererme sin necesidad de
protegerme.
Gracias por permitir a la Señora Antonia vivir con
nosotros y por tratarla como a una madre tantos años, y gracias por las veces
que has dejado vivir con nosotros a la Tía Tomasa.
Gracias por ir contigo de vacaciones a Moreira,
a Los Alcázares, a Santa Pola, a
Chipiona, y ver como disfrutas enormemente con tan poca cosa.
Gracias por todas y cada una de las bolsas de la
compra que has cargado con tus brazos durante tantos años que al final te ha
producido una lesión lumbar.
Gracias por ser tranquila.
Gracias por ser hospitalaria con todos esos familiares
que han venido a casa y también con todos esos amigos y amigas que hemos
traído, nunca vi por tu parte ningún mal gesto y siempre fuiste atenta y
afectuosa, como si fueran hijos tuyos.
Gracias por dejarme apoyar la cabeza en tu pecho
y descansar como un bebe en el regazo de su madre, a pesar de tener ya más de
cincuenta años.
Gracias por escucharme.
Gracias por no reprocharme nunca nada, gracias
por saber querer de una forma que quizás los demás aún no hemos descubierto del
todo.
Gracias por ser agradecida.
Te doy las gracias en nombre de todos aquellos
que no supieron darte las gracias y te doy las gracias por toda esa gente a la
que has ayudado con dinero, con ropa, con comida, abriendo tu casa y escuchando
sus penas. Y te pido perdón por todos aquellos que sin sensibilidad e
ignorantes no supimos disfrutar de ti, e incluso llegamos a hacerte daño sin
saberlo. Sinceramente pienso que es difícil estar a tu altura como ser humano y
por eso estando a tu lado podemos quedar en evidencia, lo cual nos demanda
nuestra propia madurez. Perdónanos madre porque lo que para ti es natural y
fácil, para nosotros puede ser un mundo.
Gracias por darme tantos hermanos, cada cual
diferente a su manera pero en definitiva son como un tesoro si sabemos apreciar
lo que tenemos.
Gracias madre por enseñarme a hablar, aunque
creo que eso lo aprendimos juntos, ya que aunque ahora no lo recordamos tu y yo
nunca hemos sido mucho de hablar.
Gracias por enseñarme que todos somos iguales
salvo en nuestra forma de mirar y de ver las cosas y gracias por hacerme
comprender que de esta vida lo mejor es irse sin nada, ni siquiera con el
recuerdo de las personas queridas.
Gracias madre por aceptarme incondicionalmente
sin necesidad de comprenderme. Gracias porque nunca me pediste nada que tú
misma pudieras hacer.
Gracias por ser un ejemplo para mi vida y
encontrar en ti a un gran maestro espiritual, gracias porque a través tuyo es
fácil creer en la humanidad y es posible aprender a amar. Te doy las gracias
por haberme escuchado tantas veces, por haberte interesado en los asuntos que
me hacen reflexionar, por haber compartido conmigo la locura de ver el mundo de
una forma diferente.
Te doy las gracias por haber dialogado, por
haber charlado, sobre asuntos más o menos importantes que han ido surgiendo en
relación con la vida cotidiana y por haber compartido ese momento donde dos
mentes se unen para caminar juntas durante un trecho.
Te doy las gracias por haberme ofrecido tu mundo
abiertamente, tus recuerdos alegres y tus recuerdos tristes, tus pequeños
secretos, y haber compartido conmigo tus sentimientos. Siempre te escuché con
una profunda curiosidad, afecto y atención, y valorando que lo hayas compartido
conmigo.
Te doy las gracias por haberme cuidado y por
haberte preocupado durante tantos años esperando que la vida me fuera todo lo
mejor posible.
Te doy las gracias por haber contestado a tantas
y tantas preguntas que te hice y cuyas respuestas siempre recibí con sorpresa y
comprensión. Es indudable que he disfrutado mucho hablando sobre la vida y la
muerte, sobre las emociones, y sobre tantos y tantos temas que sería largo
describir.
Te doy las gracias por haber confiado en mí, por
haberme querido, a pesar de no haber sido correspondida en la misma medida.
Te doy las gracias por haberte dejado cuidar lo
poco que lo he hecho, por haberte lavado, por haberte hecho la comida, por ir a
los recados, por caminar juntos por la calle, por haber desayunado juntos con
porras y te doy las gracias por ser quien eres.
Gracias por tu dedicación, por tu dulzura, por
tu madurez, por tu seriedad, por tu interés, por tu alegría, por tus silencios
y por tus palabras, por tus besos y por tus abrazos.
Gracias por enseñarme. Gracias por criarme
cuando era un bebe, y gracias por cuidarme cuando fui niño. Gracias por todas
esas veces que me hiciste la comida, que me lavaste la ropa, y que me hiciste
reír.
Gracias por los días que convivimos juntos y
gracias por ser una compañera que hace todo fácil por la convivencia. Gracias
por caminar a mi lado. Gracias madre te felicito por ser quien eres y
expresando que en mi siempre encontraras a alguien que te quiere y te aprecia
sin límites. Estoy profundamente agradecido a la vida por haberte conocido y
contigo estoy enormemente agradecido por tantas y tantas cosas que sería
imposible escribir.
Te doy las gracias por mí y por mis hermanos,
porque quizás en nuestras ocupaciones nunca supimos demostrarte nuestro
agradecimiento.
Gracias por besar tu corazón, lo más profundo de
tu ser, y acariciar tu alma iluminada y que la eternidad te traiga al menos
tantos sabores agradables como tú nos has hecho sentir.
De tal palo tal astilla. Gracias a ti Goyo por transmitir a los que te conocemos el mismo amor, sino más, que el que a ti te ofreció tu madre.
ResponderEliminarGracias Pedro por compartir. Un abrazo.
Eliminar!!Y tanto que lo digas, de tal palo tal astilla!! Gracias hermano, recibir una carta de AMOR... a los 86 años.... te digo que a tu madre le ha hecho "tilín" en el corazón.
ResponderEliminarHa sido un regalo, como siempre que es algo tuyo, en el momento justo y en el instante oportuno.
Que sencilla es la vida contigo.
Isabel G.
Gracias Isabel, contigo si que es facil vivir y soportar la vida. Un enorme abrazo
EliminarGracias Isabel, contigo si que es facil vivir y soportar la vida. Un enorme abrazo
EliminarGracias a ti por tu forma directa y sencilla y tan de verdad que dan ganas de conocerla. Un abrazo, Goyo
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para ti Monica.
EliminarSoberbia carta. Un abrazo Goyo. Jesús
ResponderEliminarHay veces que tenemos que encontrar la forma de agradecer lo que nos dan con tanto cariño. Un abrazo Jesus
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