lunes, 11 de marzo de 2013

¿Qué voy a hacer con mi vida?


Gran parte de las personas están hartas de vivir como viven. A una cierta edad las personas tienen su vida más o menos encauzada y entre el trabajo, los hijos, las relaciones y las responsabilidades adquiridas, prácticamente se desarrolla todo el desenlace humano.

En general hay una gran frustración, tristeza e infelicidad mezclada con momentos de alegría y ganas de conquistar el mundo, pero lo cierto es que el mundo está inmerso en una gran crisis que genera una enorme incertidumbre e inestabilidad social y personal.

Tarde o temprano cada uno de nosotros morirá, eso es algo completamente cierto y seguro. La cuestión es ¿a qué vamos a dedicar nuestra vida hasta que el día de esa muerte llegue, vamos a seguir igual o por el contrario lo vamos a dejar todo y vamos a empezar de cero?

Puede que muramos de una forma inesperada, de repente, en un accidente de tráfico, en casa con un ataque al corazón, en mitad de la calle con un infarto cerebral o puede que muramos en una residencia.

Es decir, para decidir a qué vamos a dedicar nuestra vida hemos de tener en cuenta cuando tiempo tenemos hasta que muramos, porque no es lo mismo morir mañana mismo o dentro de ochenta años.

Si muriésemos dentro de ochenta años y con una salud maravillosa podríamos dedicarnos a muchísimas actividades, pero si en lugar de una salud buena tuviéramos una salud precaria las actividades se limitarían bastante y si en lugar de quedarnos ochenta años solo nos quedasen unos cuantos años o unos meses, la cosa cambia rotundamente.

¿De qué nos sirve hacer grandes esfuerzos en conseguir cosas que luego no vamos a poder llevar a cabo o terminar y mucho menos disfrutar?

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de decidir qué hacer en la vida es que puede que en nuestra elección nos equivoquemos y entonces cualquier cambio que hagamos lo único que se va a conseguir es empeorar las cosas.

Normalmente las personas nos guiamos y nos establecemos según un plan programado socialmente a través de nuestros padres o educadores en su empeño de darnos lo mejor que ellos creen. Pero puede que gran parte de ello sea producto de su miedo, de su frustración y de su falta de saber qué hacer en la vida.

Cuando somos adolescentes nos rebelamos contra todo aquello que nuestros mayores quieren imponernos y nos ponemos pendientes, nos tatuamos, nos emborrachamos, nos drogamos, dejamos los estudios, nos vestimos de forma extravagante, etc. pero al final, de una forma u otra a esa edad de los 25, 30 o 35, nos vemos tal y como la sociedad ha querido, esclavos de un trabajo o en una situación de paro, y con ciertas responsabilidades que nos vienen grandes y ahora lo único que sabemos a ciencia cierta es que esta vida es más bien algo frustrante y triste.

¿En esta situación qué podemos hacer? ¿Tiramos por tierra todo lo que hemos conseguido y volvemos a empezar? ¿Dejamos a la pareja, a los hijos, al trabajo, nos vamos a otro país donde todo sea diferente?

Venga chicos y chicas animaros a decir que se puede hacer, porque al fin y al cabo se trata de vuestra propia vida, de la vida de vuestro hijo o de la vida de algún amigo.

¿Qué vas hacer con tu vida hasta el día en que te mueras?

2 comentarios:

  1. Pedro ha realizado un extenso comentario que el sistema no ha dejado mostrar, pero que yo voy a resumir en unas pocas palabras:

    El futuro es ahora y lo que estoy haciendo ahora es lo que voy a hacer dentro de mil años.

    Dejarlo todo y empezar de cero es un escape más.

    Lo mejor que se puede hacer es vivir observando, sin identificación y permitir que sea la vida la que decida lo que viene.

    Mas vale compartir que competir, y hacer sin esperar nada a cambio.

    El miedo a equivocarnos nos extinguirá.

    Un saludo y gracias Pedro, nos vemos en Bilbao.

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    1. Para empezar hay que decir que no es nada fácil comentar esta entrada del blog que nos invita a reflexionar sobre el significado o sentido que le damos a nuestra vida. A veces es mejor no pararnos a mirar lo que hacemos, no sea que nos demos cuenta que estamos haciendo estupideces sin sentido alguno, y tengamos que cambiar el rumbo de nuestra existencia.
      Pienso que Pedro ha apuntado aspectos muy interesantes como por ejemplo que el miedo a equivocarnos será nuestra extinción. En ese sentido habría que tener miedo al miedo pues es uno de los grandes impedimentos para hacer de nuestra vida algo creativo, algo propio y original, producto de uno mismo y no de las influencias, por lo cual merece la pena vivir y morir.
      Otro de los aspectos que expresa Pedro es que en la vida tomamos muchas decisiones importantes que son más de lo mismo y que en definitiva no hacen frente a nuestra frustración e infelicidad. Es decir, consumimos muchísima energía en dar vueltas como burros en una noria tras una zanahoria. Y por último Pedro apunta como solución, como acción para vivir hasta que la muerte nos llegue inevitablemente, vivir observando, compartiendo y sin egoísmos, lo cual es signo de una gran madurez y sencillez.
      Gracias Pedro. Veamos si se anima alguien más a comentar.

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