domingo, 3 de marzo de 2013

La obediencia


Obedecer es hacer lo que nos dicen sin necesidad de comprenderlo. En esta cultura que vivimos la obediencia es un valor que seguramente se basa en el intento de poner orden donde puede haber desorden.

En el seno de la familia principalmente los padres son los que determinan las normas que se han de cumplir para que los hijos se desarrollen adecuadamente en un ambiente donde los límites estén definidos. A los padres hay que obedecerles por el bien de la familia y por el bien nuestro.

Actualmente hay tantas familias desestructuradas o rotas que es difícil ser coherentes en poner normas y limites en el seno de la familia, lo que tiene como consecuencia convivencias donde los hijos se han convertido en verdaderos tiranos mientras los padres sufren impotentes sin saber cómo solucionar la situación. En muchos casos la desobediencia es una reacción a la obediencia impuesta.

En el seno de la sociedad todo ciudadano debe ser obediente a las leyes y normas que han sido establecidas por el gobierno con el propósito de convivir colectivamente de una forma ordenada y evitando en lo posible conductas anárquicas de proceder según le plazca a cada cual.

Hoy en día, y quizás debido a la crisis económica, los ciudadanos están indignados y horrorizados al ser conscientes que las leyes y normas que rigen la sociedad protegen a los corruptos que no solo se van con el dinero público sino que además quedan impunes ante la propia ley. Asimismo desde la propia política se le quiere hacer entender al ciudadano que los casos de corrupción son casos aislados que pueden ser subsanados con nuevas leyes, todo lo cual no deja de ser un engaño más porque lo que se ve con claridad es que las leyes se han diseñado para que exista la corrupción y nunca con el objeto de evitarla.  

Parece lógico pensar que la obediencia es un deber mientras que la desobediencia es una responsabilidad. Es decir, si obedezco de alguna forma estaré colaborando con las normas establecidas y si desobedezco debería caer sobre mi algún tipo de responsabilidad.

El problema que tiene la obediencia es que no requiere ser comprendida lo cual es bastante contradictorio porque tarde o temprano el ser humano tenderá a desobedecer aquello que no comprende.

La obediencia tiene un sentido en un entorno común y compartido porque de lo contrario uno siempre tiende a obedecer a su instinto personal de logro, lo cual entra en contradicción con los logros comunes.

¿De qué sirve obedecer a un padre, a un jefe, a una autoridad, a una ley, si el ser humano no comprende lo que se le trata de imponer? ¿Acaso es tan difícil entender que las cosas haya que hacerlas de una forma concreta para minimizar los problemas o para alcanzar unos objetivos comunes?

Nos hemos acostumbrado a obedecer tanto a nuestros padres o jefes que ahora nosotros mismos no sabemos transmitir a nuestros hijos o subordinados el porqué queremos que las cosas se hagan de una forma concreta.

Uno mismo se debería preguntar hasta qué punto gran parte de lo que hace atiende a una obediencia sin saber cuál es la razón de ello. Es bastante estúpido hacer y hacer un sinfín de actividades sin comprenderlas.

Cuando obedecemos sin comprender es porque tenemos miedo a cuestionar o preguntar, como si el hecho de preguntar ya fuera una forma de desobediencia. Cuando colaboramos con la obediencia al grupo o lo que se denomina disciplina de partido, lo que hacemos es anularnos como profesionales y como personas.

Se nos ha enseñado lo que pensar y se nos ha negado de alguna forma a aprender a pensar por uno mismo teniendo en cuenta los acontecimientos.

Nuestros padres nos han obligado a asearnos, a comer saludablemente, a portarnos con respeto, a estudiar con disciplina, a escuchar mientras hablan los mayores y uno se pregunta porque nos han obligado sin hacernos comprender la necesidad de esos comportamientos. Quizás se piensa que es más fácil imponer que compartir o hacer partícipe, lo cual es una gran equivocación pues al final las conductas impuestas acaban por rebelarse obteniéndose una conducta contraria a la que en principio se esperaba.

En la pareja estamos obligados a ser fieles, pero ¿porque estamos obligados? Quizás no comprendamos el porqué y la utilidad de la fidelidad. Cuando hay obligación sin comprensión lo que hay es represión y por tanto tarde o temprano uno acaba haciendo lo que no debe hacer.

En la sociedad los deberes y derechos vienen recogidos en las leyes y normas que rigen la convivencia pero tienen una gran contradicción de fondo ya que en la misma sociedad prevalece el valor de que cada ciudadano pueda tener una conciencia individualista, lo que hace en definitiva es que el ciudadano se sirva de dichas leyes y normas para su beneficio particular. Y como dice el refrán ´hecha la ley hecha la trampa´.

De alguna forma se nos ha obligado a tener unas creencias determinadas según el lugar y el ambiente donde nos hemos educado, y ciertamente hemos obedecido sin comprender el propósito o la realidad de dichas creencias. Y ahora obligamos a nuestros hijos a creer en lo mismo sin darles explicaciones objetivas porque la realidad es que somos esclavos sin saberlo de lo que se nos impuso.

¿Por qué se nos obliga a creer en Dios o en Alá o en Krishna? ¿Por qué se nos obliga a creer en una patria o en una bandera? ¿Por qué se nos obliga a tener una ideología? Y lo peor de todo es que creemos que hemos sido nosotros mismo quienes han elegido voluntariamente dicha creencia y que además es la mejor opción de todas las existentes.

La obediencia es una de las bases de la mente egocéntrica que se basa en dogmas y valores de segunda mano, y que dan origen a las mayores atrocidades humanas.

La obediencia anula al ser humano convirtiéndolo en un pelele, en una persona sin sensibilidad para responder a cada reto que la vida le trae a cada instante, y además le hace torpe e ignorante.

Y nos hemos acostumbrado tanto a obedecer que necesitamos pertenecer a grupos religiosos donde se nos dice lo que hemos de hacer o pensar en todo momento porque no podemos soportar estar sin autoridad alguna que nos diga cómo vivir o sentir.

¿Te has preguntado alguna vez a qué has obedecido, o desobedecido, a lo largo de tu vida, porque lo has hecho y si ahora obedeces de algún modo?

No estamos obligados a lo que no comprendemos y no podemos ser responsables de desobedecerlo.

Obedecer o desobedecer da lo mismo mientras no haya comprensión y la comprensión llega cuando miramos los hechos frente a frente, sin racionalizar, sin analizar, sin escapar, sin interpretar, sin demorar, únicamente observando, cuestionando y aprendiendo.


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