lunes, 28 de enero de 2013

Cómo adelgazar sin esfuerzo


Cuando ya ha comenzado el año nuevo después de un periodo de fiestas donde las personas nos hemos reunido para celebrar las vacaciones de navidad y año nuevo, es cuando viene la reflexión y el deseo de corregir los excesos.

Ahora nos encontramos con unos kilos de más y lo primero que se nos pasa por la cabeza es el deseo de adelgazar, perder unos cuantos kilos para sentirnos más sanos y saludables o quizás con vistas al verano y a esa costumbre nuestra de mostrar los cuerpos mientras nos damos un chapuzón en la piscina o mientras paseamos por la playa.

Para conseguir nuestro objetivo de adelgazar lo que normalmente hacemos es ponernos a dieta y hacer ejercicio, lo cual nos supone un verdadero esfuerzo y bastantes posibilidades de fracasar porque surge un estado de contradicción en nosotros donde por un lado nos apetece comer algo y por otro lado reprimimos dicho deseo, o no nos apetece nada hacer ejercicio y nos obligamos a realizarlo.

Quizás deberíamos aprender a cuestionar nuestros deseos ya que son los deseos los que nos han hecho engordar.

Desear un buen asado, una buena bandeja de marisco, unos buenos vinos y un sinfín de delicatesen sin mucha medida y en exceso es parte de lo que nos ha hecho engordar. El engordar es un síntoma y una consecuencia de nuestros excesos. Si miramos el engordar como el problema lo que estaremos haciendo es matar al mensajero.

¿Cómo es que cometemos excesos comiendo? Quizás sea porque en lugar de comer para vivir, en realidad vivimos para comer, es decir, hemos convertido el comer en un placer psicológico.

Comer para vivir es algo sumamente gratificante y gozoso, y no hay mayor placer que comer con hambre. Sin embargo vivir para comer es un engaño cuyas consecuencias son por una parte malgastar el dinero que tanto cuesta ganarlo y por otra parte el efecto negativo que tiene sobre nuestra salud (ansiedad, sobrepeso, azúcar, colesterol, hipertensión, etc.).

La sociedad de consumo presiona al ciudadano de mil maneras para que gaste su dinero vendiéndole momentos de una supuesta felicidad y los ciudadanos acabamos creyéndonos que la felicidad es consumir, celebrar, comer y beber exquisiteces en exceso y nos pasamos gran parte de las celebraciones hablando de comida, como si no supiéramos pensar y dialogar juntos alrededor de una mesa sobre los asuntos que compartimos.

Si hemos engordado en estas navidades pasadas no es necesario hacer ningún esfuerzo con dietas y ejercicios para adelgazar, basta con comer de forma sencilla y darnos cuenta de lo torpes que somos al dejarnos engañar por una sociedad que no le importa envenenarnos o matarnos con tal de sacar provecho de ello.

De pequeño mi madre me enseñó que con la comida no se juega y ahora después de más de cincuenta años sigue siendo válido porque las palabras sabias viajan por la eternidad sin obstáculos.

El deseo de adelgazar no soluciona en absoluto el hecho de tener unos kilos de más, en todo caso lo empeora volviendo a caer en otras formas de consumo y sus consecuencias. Para solucionar esos kilos de más necesitamos mirar el hecho y preguntarnos: ¿cómo es que ha ocurrido esto?, y ver con claridad las creencias falsas que sostenemos.

Cada uno de nosotros es esta sociedad de consumo y si no hacemos algo al respecto y además tratamos de justificarnos entonces estaremos alentando a esas personas con las que convivimos a consumir y a entender la vida de una forma superficial e insana.

Aprender a cuestionar nuestros deseos es algo vital para el ser humano porque gran parte de nuestro condicionamiento psicológico se muestra en los propios deseos. Cuestionar nuestros deseos no tiene por objeto obtener nuevos deseos, o reprimir dichos deseos, sino observar y aprender acerca de la naturaleza y consecuencia de los mismos.

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