Cuestionar es preguntar y preguntando es como ha
sido posible que los seres humanos nos hayamos ido adaptando más y más al medio
en el que sobrevivimos, a la vez que hemos ido desarrollando nuestro propio
cerebro.
Hoy en día el cerebro humano está bastante
desarrollado debido principalmente al alto grado de conocimiento adquirido y
sin embargo su capacidad de cuestionar no parece que haya sufrido ningún cambio.
Uno de los efectos de cuestionar es aprender y
es aprendiendo como ha ido surgiendo todo ese conocimiento del ser humano que
nos ha permitido descubrir la agricultura, operar un tumor en el cerebro,
conocer el código genético o desarrollar sondas espaciales.
Pero también es cierto que hemos desarrollado
otro tipo de conocimiento que en lugar de adaptarnos mejor al medio lo que ha
conseguido es que el ser humano sea un ser inadaptado con muy poca y escasa
capacidad de cuestionar y menos aún de cuestionar su propio conocimiento.
¿Qué es lo que no permite que nos cuestionemos?
Pensar que estamos en lo cierto, que tenemos razón, que los malos son los
otros, que no estamos equivocados, que no tenemos que dudar, que sabemos lo que
es bueno y es malo, que sabemos lo que nos gusta y lo que nos disgusta, esa es
nuestra ignorancia.
Mientras el ser humano no se cuestione sus
propias autoridades ideológicas, que no le permiten pensar de una forma libre,
no podrá mirar a su alrededor y hacerse preguntas para ir más allá de la realidad.
Por esa razón es importante aprender a
cuestionarse uno mismo, reflexionar de una forma que se obtenga claridad mental
al respecto de nuestros propios pensamientos, sentimientos y actos, pudiendo
distinguir aquellas creencias irracionales que sostienen nuestra conciencia y
poder encontrar el afecto que nos hace estar en relación con todo.
¿Qué es lo que hará posible que nos
cuestionemos? Necesitamos ver con claridad que las consecuencias de no hacerlo
es vivir eternamente enfundados en un personaje ficticio, viviendo una vida
poco saludable y siendo esclavos de la apariencia. La vida tiene un profundo
significado cuando se vive con sencillez mirando a la naturaleza cara a cara y
sintiendo toda su fragancia sin necesidad de artilugios.
Puede que seas un político reconocido o un
empresario con éxito pero de lo que no cabe duda es que la vida te ha atrapado
y que estás metido en un personaje que se cree listo pero que no tiene más
inteligencia que un simple mosquito.
Las reglas de este juego que es la vida no las
ha inventado el ser humano y por lo tanto vivir para obtener dinero y
propiedades dedicando toda una vida a ello es una estupidez.
¿Cómo puede uno aprender a cuestionarse? Desde
luego nadie nos puede enseñar porque eso sería volver a esa enseñanza que nos
dieron desde pequeños diciéndonos lo que tenemos que pensar sin alentarnos a
desarrollar nuestra propia y genuina manera de pensar libremente.
Cuestionar es una facultad inherente al
pensamiento humano. Puede que dicha facultad esté dormida por la presión
cultural en la que vivimos que nos dice en todo momento lo que hemos de pensar,
pero si nos damos cuenta del peligro que dicha actitud encierra sabremos
despertarla y preguntarnos ¿Hasta dónde estoy condicionado por unas ideas que
he aceptado como verdaderas? ¿Cómo es posible que esté viendo la vida según
esas ideas que no son mías en absoluto y que no me permiten ver la realidad tal
cual es? ¿Puedo librarme de todo aquello que no sea producto de mi percepción
actual? ¿Puedo relacionarme con el prójimo sin prejuicios ni temores?
Cuestionar es vivir apasionadamente, es
disfrutar de cada momento, es intentar ver el color verde como tal sin
interpretación alguna y disfrutar de su luz, es descubrir y darte cuenta que
eres un viajero en el tiempo.
El sentido profundo del arte de cuestionar es
despertar nuestra inteligencia dormida, esa capacidad de observar, expresar,
comunicar y actuar de una forma totalmente libre.
El cuestionamiento surge en principio como una
necesidad de preguntarnos sobre lo que nos está pasando, sobre lo que no
entendemos, sobre lo que nos extraña, sobre lo que no aceptamos, sobre ese
sentimiento de dolor, miedo o ansiedad, con el único objeto de aprender de ello
y sin ánimo de acabar o solucionar nada.
Cuestionar es una forma de observación, de hacer
consciente lo que pasa desapercibido por nosotros mismos porque creemos
saberlo, de tal forma que aprendemos por el simple hecho de poner verdadero
interés y curiosidad en mirarlo. De esa forma aprendemos que una barrera para
darnos cuenta de algo es creer que sabemos algo.
Cuando nos estamos sintiendo mal o abatidos por
qué ha sucedido tal o cual cosa y lo cuestionamos, llegamos a darnos cuenta que
el origen de toda emoción es el pensamiento. Y si cuestionamos el pensamiento
nos daremos cuenta que tiene su causa está en la experiencia o el conocimiento
adquirido y por eso que nuestras reacciones o condicionamiento psicológico está
principalmente en lo que nos han enseñado, aunque también se podría decir en lo
que nos han obligado a aprender.
La cuestión es ¿podemos aprender por nosotros
mismos o quizás estamos ya demasiado lisiados para tomar las riendas de nuestra
vida?
No podemos cuestionar cuando estamos
justificándonos, cuando hacemos un juicio de valor, cuando opinamos, cuando
criticamos, cuando sacamos conclusiones o expresamos ideas.
Cuestionando esa idea de individualidad de las
cosas o de las personas uno puede darse cuenta que es imposible la existencia
de algo aislado y separado de todo lo demás y uno puede descubrir que todo está
en relación y que uno mismo es la relación. Cuando el prójimo sufre, una parte
de ti sufre aunque tú no la sientas o no te hayas dado cuenta de ello, es de
locos permitir el sufrimiento ajeno y peor aún sacar provecho de ello.
Actualmente vivimos en una crisis económica que
deja completamente a la luz una sociedad hipócrita y corrupta que está
permitiendo el sufrimiento humano de una forma completamente despiadada y todos
esos políticos y gobernantes siguen trabajando como si tal cosa no fuera con
ellos. Desde luego hay una falta de cuestionamiento, inteligencia y
sensibilidad en estos personajes que gobiernan los países.
Si miramos la naturaleza podemos apreciar que
todo lo que observamos se mueve y se transforma en ese transcurrir del tiempo y
el espacio. Quizás dicho cambio lo observamos en mayor medida en los seres
vivos porque nacen, se desarrollan y mueren con relativa rapidez. De lo que no
cabe duda es que el ser humano aún no ha descubierto en que movimiento de la
existencia se encuentra y que más bien anda perdido mirándose el ombligo.
El ser humano necesita descubrir su ignorancia
para poder humildemente cuestionar, y desde ese estado de percepción sin
límites poder comprender la totalidad de la existencia.
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