jueves, 24 de enero de 2013

El nacionalismo


El nacionalismo es el culto y la adoración a una nación, a una patria, a una bandera, a un idioma, a una cultura y lugar propio, es el deseo de autogobierno a expensas de menospreciar y manipular a otras naciones. El nacionalismo es una forma de egoísmo colectivo.

El orgullo y la vanidad de una nación van en detrimento del desprecio de las demás naciones.

El nacionalismo tiene muchas caras pero es fácil distinguir si nos fijamos en que siempre va unido al culto a una bandera o símbolo y a una forma de entender la vida que tratan de imponer a los demás.

Los catalanes no son diferentes de los extremeños, ni los extremeños de los gallegos. Los españoles no somos diferentes de los franceses, ni los franceses son diferentes de los ingleses. Los europeos no somos diferentes de los africanos, ni los africanos son diferentes de los australianos.

Todos somos seres humanos, ciudadanos del mundo, y todos merecemos vivir con dignidad. Es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros hacer posible que todo ser humano viva con dignidad y para ello es necesario olvidarnos de nuestra tierra, de nuestro idioma, de nuestra bandera y de nuestra nación.

Cuando tenemos ese sentimiento de pertenecer a una nación, o de pertenecer a una religión, o a una idea política, creyendo que aportamos algo al mundo en realidad lo que estamos sembrando es la semilla del conflicto y el enfrentamiento.

Han sido principalmente los gobernantes (caciques, feudales, militares y políticos) quienes han dividido la tierra como signo de su propio poder y nos han engañado haciéndonos identificarnos con una bandera a la que defender, y hemos dado incluso la vida en multitud de guerras, para salvaguardar sus intereses mezquinos.

En este país los gobernantes y políticos de carácter nacional se llevan las manos a la cabeza porque unas regiones quieren su independencia. Todo suena bastante ridículo y contradictorio pues todos ellos son tan nacionalistas como los otros ya que continuamente argumentan la defensa de los intereses nacionales frente a las otras naciones.

El nacionalismo en cualquiera de sus formas de presentarse es una forma de fragmentación y destrucción, es pura demagogia y contradicción. Aquellos políticos que son capaces de instigar al ciudadano en pos del nacionalismo son terroristas de guante blanco.

El problema del ser humano es que vive para sí mismo, para su familia, para su grupo, para su nación. Siempre pensando en ganar. Ya va siendo hora de vivir para lo ajeno, de pensar en los demás, de acercarnos al prójimo para darle y no para engañarle o robarle.

Es fácil fragmentar algo en dos o más partes, lo difícil es unir diferentes partes para formar una sola, y sin embargo esa es la verdadera responsabilidad del ser humano.

Quizás habría que empezar primero por unirnos plenamente a una persona (por ejemplo si eres un judío hazlo con un palestino, si eres rico hazlo con un pobre, si eres hombre hazlo con una mujer, si eres sabio hazlo con un ignorante), sintiendo que esa otra persona es uno mismo y que uno ha de cuidar de ella con afecto el resto de su vida de forma incondicional. Ese si sería el inicio de una gran nación, de una única nación.

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