El nacionalismo es el culto y la adoración a una
nación, a una patria, a una bandera, a un idioma, a una cultura y lugar propio,
es el deseo de autogobierno a expensas de menospreciar y manipular a otras
naciones. El nacionalismo es una forma de egoísmo colectivo.
El nacionalismo tiene muchas caras pero es fácil
distinguir si nos fijamos en que siempre va unido al culto a una bandera o
símbolo y a una forma de entender la vida que tratan de imponer a los demás.
Los catalanes no son diferentes de los
extremeños, ni los extremeños de los gallegos. Los españoles no somos diferentes
de los franceses, ni los franceses son diferentes de los ingleses. Los europeos
no somos diferentes de los africanos, ni los africanos son diferentes de los
australianos.
Todos somos seres humanos, ciudadanos del mundo,
y todos merecemos vivir con dignidad. Es responsabilidad de todos y cada uno de
nosotros hacer posible que todo ser humano viva con dignidad y para ello es
necesario olvidarnos de nuestra tierra, de nuestro idioma, de nuestra bandera y
de nuestra nación.
Cuando tenemos ese sentimiento de pertenecer a
una nación, o de pertenecer a una religión, o a una idea política, creyendo que
aportamos algo al mundo en realidad lo que estamos sembrando es la semilla del
conflicto y el enfrentamiento.
Han sido principalmente los gobernantes (caciques,
feudales, militares y políticos) quienes han dividido la tierra como signo de
su propio poder y nos han engañado haciéndonos identificarnos con una bandera a
la que defender, y hemos dado incluso la vida en multitud de guerras, para
salvaguardar sus intereses mezquinos.
En este país los gobernantes y políticos de
carácter nacional se llevan las manos a la cabeza porque unas regiones quieren
su independencia. Todo suena bastante ridículo y contradictorio pues todos
ellos son tan nacionalistas como los otros ya que continuamente argumentan la
defensa de los intereses nacionales frente a las otras naciones.
El nacionalismo en cualquiera de sus formas de
presentarse es una forma de fragmentación y destrucción, es pura demagogia y
contradicción. Aquellos políticos que son capaces de instigar al ciudadano en
pos del nacionalismo son terroristas de guante blanco.
El problema del ser humano es que vive para sí
mismo, para su familia, para su grupo, para su nación. Siempre pensando en
ganar. Ya va siendo hora de vivir para lo ajeno, de pensar en los demás, de
acercarnos al prójimo para darle y no para engañarle o robarle.
Es fácil fragmentar algo en dos o más partes, lo
difícil es unir diferentes partes para formar una sola, y sin embargo esa es la
verdadera responsabilidad del ser humano.
Quizás habría que empezar primero por unirnos
plenamente a una persona (por ejemplo si eres un judío hazlo con un palestino, si
eres rico hazlo con un pobre, si eres hombre hazlo con una mujer, si eres sabio
hazlo con un ignorante), sintiendo que esa otra persona es uno mismo y que uno
ha de cuidar de ella con afecto el resto de su vida de forma incondicional. Ese
si sería el inicio de una gran nación, de una única nación.
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