domingo, 5 de julio de 2020

¿Cómo resolvemos un problema personal?

Uno de los aspectos más comunes de las personas es hacer lo posible por resolver los problemas que van surgiendo a lo largo de nuestra vida cotidiana. Ya desde una temprana edad, cuando aún ni siquiera sabemos pensar, nos sentimos molestos y por eso comenzamos a mostrarnos inquietos hasta que rompemos a llorar como una manera de intentar resolver la situación. Es decir, es un instinto recuperar el estado de bienestar natural cuando lo perdemos, por eso cuando tenemos sed procuramos beber o cuando tenemos hambre buscamos algo para echarnos a la boca.

Cuando somos adultos la forma más común de resolver los problemas es siendo conscientes de nosotros y reflexionando objetivamente sobre los mismos. Si no fuéramos conscientes de nosotros ni siquiera sabríamos que tenemos problemas y si no reflexionamos objetivamente sobre ellos nos encontraríamos que siempre estamos resolviendo los mismos conflictos que nunca supimos solucionar.

Nuestra existencia es una experiencia continua que no siempre es todo lo agradable que nos gustaría y por ello procuramos evitar situaciones que han sido dolorosas para que no se repitan en un futuro. No obstante, de un modo u otro siempre nos quedan algunos cabos sueltos o dificultades que nunca supimos terminar y que con el paso del tiempo se acaban acumulando en nuestra mente en forma de temores, ansiedades, sufrimiento, soledad y una gran frustración de no haber sabido que hacer. Ante esta situación solemos tomar dos medidas. La primera es buscar a otras personas más capacitadas que nosotros para que nos ayuden a comprender y resolver nuestros problemas: psicólogo, sacerdote, terapeuta, amigo. Y la segunda es escapar de los problemas y buscar a otras personas que nos hagan olvidarlos y sentirnos felices: pareja, matrimonio, hijos, mascotas, grupos sociales. Pero si somos honestos nada de todo eso ha resuelto los problemas que arrastramos y tampoco nos previenen de los que vendrán.

Si realmente queremos resolver nuestros problemas personales hemos de dar un paso muy importante y decisivo antes de intentar nada: comprender que nuestros problemas personales no son personales sino comunes al resto de la humanidad. Esto puede parecer una idiotez para cualquier persona, pero hemos de tener en cuenta de que la realidad que observamos no es tan real como creemos debido a nuestros prejuicios. Quizás las circunstancias de las personas son bien distintas pero todas ellas sufren, tienen miedo, se sienten solas, están llenas de frustración, desearían ser felices y vivir en paz.

Podemos decir que el sufrimiento es propio de cada uno ya que lo siente uno mismo en su cuerpo, pero qué pasa con la causa del sufrimiento. Las emociones, los sentimientos, los pensamientos suceden en cada persona pero su causa es común y sus consecuencias las sufrimos todos.

El primer error que cometemos a la hora de relacionarnos con nuestros problemas es creer que son personales en lugar de tratarlos como algo común a todas las personas. Por esa razón no deben ser resueltos de manera individual sino de un modo compartido a través de diálogos, de observar y de pensar juntos.

Si nos damos cuenta de que las emociones, sentimientos, pensamientos y actitudes son comunes, entonces seremos conscientes de la importancia que tiene resolver cualquier problema que nos suceda, pues no es cuestión que cada cual lo entienda a su manera sino que se ha plantear como algo que atañe al resto de las demás personas. Esa percepción abre nuestra mente a una dimensión bien diferente ya que cuando uno trata de resolver o comprender un problema, por muy pequeño que sea, está siendo consciente de que está resolviendo o comprendiendo un problema de la humanidad. Es bien distinto lidiar con algo propio en donde apenas hay espacio para respirar y mirar con cierta distancia, que lidiar con algo común en donde el espacio en inmenso para observar con cierta distancia y el aire no te asfixia entre cuatro paredes.

No es lo mismo que las personas se junten porque tienen intereses comunes, un mismo egoísmo que desean satisfacer, y para ello se asocian formando parejas, organizaciones sindicales, políticas, religiosas o nacionales, que se junten para ser conscientes de lo que les sucede y lleguen a percibir la causa de la totalidad de los problemas humanos.

Nos han educado para sentirnos aislados y solos en medio de un mundo complejo, pero el mundo no es tan complejo como nos parece ya que al menos psicológicamente es como uno mismo. Los políticos, los religiosos, los artistas, los científicos, los intelectuales, los filósofos, los albañiles, o la gente corriente  somos psicológicamente idénticos y por tanto padecemos de los mismos problemas mentales.

Es un error creer que las organizaciones o los gobiernos solucionaran nuestros problemas humanos, ya que ellos mismos han surgido como consecuencia de no nuestras dificultades. La sociedad es una consecuencia de nuestros problemas y por tanto es a su vez una causa de mayores y más complejos problemas.

Una mente religiosa es aquella que se da cuenta de que psicológicamente toda la humanidad comparte un mismo conflicto y sus consecuencias. Esa mente religiosa ha dejado de ser personal y se ha transformado en compasiva al comprender que nuestra ignorancia es creer que nuestros problemas son personales cuando en realidad brotan de una fuente común que hay en nuestro cerebro en forma de conflicto y que se transmite de generación en generación hasta que seamos conscientes de ello.

Si quieres resolver tus problemas no te quedará más remedio que resolver todos los problemas de la humanidad o de lo contrario todo lo que hagas será en vano. Es mucho más fácil resolver algo real, por muy grande que sea, que intentar solucionar algo imaginario por muy pequeño que parezca, y en este sentido el primer paso es el último.

No hay comentarios:

Publicar un comentario