martes, 7 de julio de 2020

¿Es posible experimentar la muerte estando vivos? (parte 1)

Quizá la muerte sea uno de los aspectos que más condiciona la vida de los seres humanos. Va a depender de la manera en como interpretamos ese hecho irrevocable y certero para que nos relacionemos con nosotros mismos y con el mundo de un modo sustancialmente diferente.

Cualquier persona, con un mínimo de conciencia, se pregunta: ¿Qué sentido tiene mi vida, el esforzarme en lograr tantas y tantas cosas para que al final lo pierda todo? Pero si observamos la pregunta podemos ver que damos a entender que el sentido que le damos a la vida, antes de reflexionar sobre la muerte, es lograr; llegar a ser quienes no somos; llegar a tener lo que no tenemos; sentir lo que no sentimos, estar en un lugar o en un tiempo diferente y en definitiva agarrar lo que no tenemos. Sin embargo, es fácil ver, si al menos nos queda algo de sentido común, que la vida no se puede agarrar porque es algo vivo que se está transformando a cada instante en un movimiento incesante. Y lo más curioso del asunto es que nosotros mismos somos la vida.

¿Cómo es posible que siendo como somos la vida intentemos agarrarla, poseerla, pues eso es como aniquilarla? Si algo, cuya naturaleza es estar en movimiento, lo paramos seguramente le quitaremos su vitalidad, su energía viva, y lo mataremos como cuando pisamos una hormiga o una mosca.

Parece lógico pensar que esta manera de entender la vida en base a adquirir todo lo que se nos ocurra mientras estemos vivo: conocimientos, experiencias, ideas, propiedades, sentimientos, identidades, opiniones se debe justamente por la interpretación que le damos a la muerte.

Nos han educado para temer a la muerte, para no mirarla frente a frente y preguntarnos qué es, para hacer todo lo posible por librarnos de ella, para demonizarla y verla como un acontecimiento absolutamente cruel, injusto, despiadado, absurdo y falto de todo sentido. Quizás por esa razón, como reacción ante lo que es inevitable hemos dado un sentido a la vida basado en el apego, en las sensaciones y en las ideas que nos dan esperanza de que la muerte sea solo un paso hacia algo que no comprendemos. Hemos configurado la vida según la idea que tenemos de la muerte y por esa razón nos hemos creado y creído ideas sobre nosotros mismos y sobre el mundo tan fijas que nos dan la sensación de que son inalterables y que además nunca morirán. Pero esas imágenes entran en conflicto continuo con lo que realmente somos y con lo que es el mundo, y esa es la principal causa de que surja el deterioro, las enfermedades y la muerte como una forma de renovación de la vida.

¿Es posible comprender la muerte? Pocas personas se atreven a cuestionar semejante hecho. ¿Es posible experimentar la muerte mientras vivimos?

A la naturaleza no le preocupa la muerte porque ella misma la ha creado como un mecanismo de enriquecimiento de las distintas expresiones que tiene la existencia. Únicamente al Yo le asusta la muerte, a ese Yo que se ha pasado toda la vida acumulando experiencias, adquiriendo conocimientos y habilidades, adoptando valores sobre todas las cosas imaginables, identificándose con creencias e ideas que le impulsan a relacionarse como si fuera distinto a otros Yoes. Un Yo que solo busca satisfacción, placer o felicidad y no encuentra otra forma más adecuada conseguirlo que apoderándose de las cosas o de las personas.

Huyendo de la muerte el Yo se ha ido engrandeciendo de generación en generación, pero a pesar de inventar la ideas más sofisticadas sobre la vida después de la muerte, lo cierto es que ese Yo personal termina cuando el cuerpo por fin fallece y con ello se desmorona todo su mundo imaginario. No obstante ahí no acaba su existencia, pues ese Yo que parece ser personal no lo es tanto y en realidad es un Yo común y compartido por toda la humanidad.

La muerte se experimenta en vida cuando el Yo desaparece, cuando percibimos su ilusión y sus consecuencias, cuando comprendemos el miedo y el sufrimiento psicológicos, entonces la muerte da lugar a una nueva vida llena de compasión que actúa para liberar a la humanidad de su ignorancia, pero querer conocer esa vida sin haber muerto no tiene ningún significado. 

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