¿Hasta qué punto es importante la comunicación
entre las personas? Cuando las personas mantienen relaciones duraderas, bien
sea porque conviven juntas desde hace años o bien sea porque se ven
habitualmente, pareciera como si ya estuviera todo hablado, como si ya se conocieran
tanto el uno al otro que cualquier cosa que se diga ya se sabe.
Hay personas que pierden su capacidad de
sorpresa en la relación y llegan a no sentir curiosidad ni interesarse por lo
que su compañero pueda pensar u opinar al respecto de las noticias del momento
o incluso de cuestiones existenciales.
Estas personas cuando viajan apenas dialogan y
el silencio lo llena el sonido de la radio o simplemente el ruido del motor del
coche. Cuando están en casa, cada uno sabe exactamente lo que tiene que hacer y
sin mediar palabras lo hacen mecánicamente. En determinadas ocasiones hay una
especie de acuerdo tácito para decirse unas buenas noches o incluso darse un
beso sin apenas pasión. Y si les preguntamos cómo les va en la relación su
contestación suele ser que muy bien, que no tienen problemas y que se sienten
seguros y estables en una relación sin sobresaltos.
En este sentido podríamos decir que la palabra
comunicación se suele entender como una forma de expresarse o de mostrarse uno
a otro y por consiguiente en relaciones duraderas apenas hay este tipo de
comunicación, porque en definitiva ellos creen conocerse bastante bien.
El arte también es una forma de este tipo de comunicación.
El artista nos expresa a través de una medio, como la pintura o la escultura, sus
sentimientos hacia un aspecto de la realidad según él la ve o la percibe. El
artista de alguna manera busca el reconocimiento de sí mismo a través de la
aceptación y valoración que hagan los demás de su obra.
¿Qué clase de comunicación es esa que busca
reconocimiento o reforzamiento personal? Es obvio que ese tipo de
comunicación no es comunicación en absoluto.
Comunicar tiene el sentido de poner en común o
de compartir y para eso es necesario que las personas hablen un mismo lenguaje
donde las palabras tengan idéntico significado.
Parece lógico que dos personas que hablen en
idiomas diferentes apenas se podrán comunicar. De la misma forma si dos
personas hablan con palabras que tienen diferente significado tampoco se van a
comunicar. Por ejemplo para una persona la palabra felicidad puede significa
obtener todos los placeres del mundo mientras que para otra persona la palabra
felicidad puede significar encontrar paz, serenidad y quietud mental, es decir,
es evidente que esas dos personas hablando de felicidad no se van a comunicar
ni a entender porque hablan lenguajes distintos.
También es de sentido común que si una persona
habla de sí misma y otra persona hace lo mismo, entonces nunca se van a
encontrar porque no están interesados en modo alguno en escuchar lo que la otra
persona les quiere decir.
Para que haya comunicación tiene que haber
interés y curiosidad por lo que la otra persona trata de contarnos. Eso
significa que ha de haber una escucha activa donde surgen preguntas al respecto
de lo que la otra persona nos expresa, con el propósito de comprender en
profundidad la forma de percibir de la otra persona.
Algo que impide la comunicación es interpretar o
juzgar lo que la otra persona nos cuenta. Todo lo que expresa una persona, por
muy macabro que parezca, tiene una raíz común a todas las personas y la
comunicación se basa en encontrar dicha raíz.
Estar de acuerdo, o en desacuerdo, con lo que se
expresa no es comunicación, ya que no es una cuestión de tener ideas iguales
sino más bien es cuestión de observar los mismos hechos y con la misma intensidad.
Por lo tanto los ingredientes para comunicarnos
con alguien son interesarnos realmente y afectuosamente por la otra persona,
hablar un mismo lenguaje donde las palabras tengan un mismo significado y
encontrar los hechos que se esconden detrás de nuestras ideas.
Por último quizás no haya una verdadera comunicación
si no hay pasión. Necesitamos despertar en nosotros las ganas y la energía que
permita comenzar una charla para reflexionar o cuestionar al respecto de los
problemas humanos de una forma abierta, sin partidismos o ideologías que nos
limiten nuestra capacidad de ver, de tal forma que podamos aprender por el
simple hecho de dialogar juntos.
Una de las cosas que no nos permite comunicar
con las personas en general, sean conocidas o desconocidas, es pensar que esas
personas no están interesadas en hablar y que quizás les molestemos con nuestra
charla, lo cual es falso porque el ser humano necesita expresar y compartir,
aunque le cueste hacerlo.
Otra de las cosas que no nos permite comunicar
con las personas es pensar que no sabemos mucho sobre lo que queremos hablar,
lo cual es falso porque el ser humano no necesita saber nada para poder
comunicar y de hecho es necesario ser humilde y cuestionar lo que uno sabe para
una comunicación real.
Otro de los aspectos que no nos permite
comunicar es que no queremos meternos en problemas porque sabemos que de una
forma u otra acabamos discutiendo. ¿Por qué discutimos, porqué sostenemos una
postura personal que nos separa de las otras personas? Si yo pienso que es de
día y él piensa que es de noche, ¿Por qué en lugar de intentar convencerle de
que es de día trato de comprender lo que le hace pensar que es de noche? De esa
forma quizás pueda descubrir que tiene un problema en la vista o que diga lo
que diga quiere llevarme la contraria, etc. Discutir no es comunicar.
Otro de los inconvenientes para comunicar es el
miedo. El miedo a ser rechazado, el miedo al desprecio, el miedo al daño y a
ser herido, el miedo a que no te escuchen o incluso el miedo a cambiar. Sin
embargo la realidad es que es el miedo quien nos rechaza y nos anula, es el
miedo quien nos desprecia y quien nos hace daño y nos hiere, y es el miedo
quien nos silencia y no permite que cambiemos. Parece una tontería pero el
miedo nos trae lo que intentamos evitar.
No es cuestión de dejar nuestros prejuicios y no
tener miedo o vergüenza a la hora de comunicar, sino de compartir nuestros prejuicios
y miedos con todas esas personas con las que convivimos. Seguramente al
comunicar descubramos que nuestros miedos no son muy diferentes de los miedos
de los demás y que hablando sobre ello podemos aprender juntos, lo cual es el
alma de la comunicación.
Anímate a compartir con tus semejantes un momento
de reflexión donde puedas sentir que hay un sinfín de aspectos en común con ellos.
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