Sin lugar a dudas a veces el ser humano actúa
guiado por impulsos a la hora de tomar decisiones importantes de su vida y lo
que se debería haber meditado con tiempo, adquiere el carácter de urgente y,
sin apenas reflexión, se decide a la ligera.
Elegir los estudios o una profesión, elegir la
persona con la que casarnos, elegir tener un hijo, elegir comprar una casa,
elegir divorciarse, son algunas de las decisiones más importantes que se toman
en un momento y que indudablemente nos van a afectar para el resto de nuestra
vida.
¿Cómo es que elegimos unos estudios o una
profesión? ¿Se nos ha educado para darnos cuenta del don, de la vocación, de
las aptitudes, con las que hemos nacido o por el contrario se nos ha educado
para ser una proyección de nuestros padres o educadores llegando a realizar una
profesión que ellos les hubiesen gustado hacer?
¿Cómo es que elegimos una persona con la que
convivir? ¿Se nos ha educado para aprender a relacionarnos y compartir un proyecto
común con un ser humano que al igual que nosotros tiene la pasión por
relacionarse o por el contrario se nos ha educado en la búsqueda del placer, para
disfrutar y sacar provecho de la relación?
¿Cómo es que elegimos la responsabilidad de
tener un hijo? ¿Se nos ha educado para cuidar y respetar con afecto la vida
propia de otro ser humano o por el contrario se nos ha educado para poseer y
tratar de inculcar a otro ser humano nuestros valores?
¿Cómo es que elegimos comprarnos una casa? ¿Se
nos ha educado para ser independientes y saber el esfuerzo que conlleva
adquirir propiedades por uno mismo o por el contrario se nos ha educado en el
consumo, en la adquisición sin medida, en el logro sin esfuerzo, con la ayuda y
dependencia de nuestros padres o tutores?
¿Cómo es que hemos elegido divorciarnos? ¿Se nos
ha educado para saber que todo lo que empieza termina, que no merece la pena
sostener lo que se ha apagado y que es más importante saber terminar las cosas
que empezarlas, siempre en el respeto y cuidado a la otra persona o por el
contrario se nos ha educado para ser superficiales e impulsivos, poco
comprensivos, buscando únicamente nuestra satisfacción personal tirando la
toalla cuando apenas empiezan a surgir problemas?
De una forma u otra se nos ha educado y ahora
con el tiempo somos en cierta medida un producto de esa educación. ¿Cómo es
posible sin despreciar la educación recibida, dejándola a un lado, encontrar nuestra manera genuina de entender
las cosas?
Antes de tomar una decisión hemos de tener en
cuenta quién está tomando dicha decisión, es decir necesitamos saber si es
producto de nuestra educación o si es producto de nuestra percepción.
Es cierto que vivir según nuestra educación es
fácil porque solo hemos de dejarnos llevar por las opiniones, valores y
creencias que tenemos, aplicándolas a las situaciones que surgen, pero no menos
cierto es que cuando actuamos movidos por nuestra educación, sea esta correcta
o incorrecta, nuestro destino no es libre y siempre estaremos abocados a vivir
una vida obcecada que no nos corresponde, que es de otras personas.
Vivir guiados por la percepción no es fácil
porque requiere poner todos nuestros sentidos en atención y darnos cuenta
cuando nuestra educación trata de interponerse entre nuestros sentidos y la
realidad que observamos.
Cuando actuamos producto de nuestra percepción,
sea esta correcta o incorrecta, nuestro destino es libre y siempre estaremos
dispuestos a aprender tanto de nuestros errores como de nuestros aciertos.
Percibir es difícil cuando estamos tan llenos de
ideas y requiere abrir los sentidos para ver en profundidad aquello que
tratamos de mirar, entender o descubrir.
El ser humano ha sido educado y condicionado
según unos valores y sin el conocimiento o la comprensión de uno mismo toda decisión
impulsiva, o no impulsiva, será de acuerdo a su condicionamiento y no a su
libertad de percibir las cosas tal cual son.
¿Qué es lo que rige tus decisiones, tu educación
o tu percepción?
Cuando una persona normalmente sabe que es lo
que quiere en la vida, cuáles van a ser sus metas o logros, tiene una vida
planificada y poco a poco va consiguiendo lo que en términos psicológicos se
define como realizarse, entonces es una persona que se rige más bien por su
educación.
Cuando una persona no tiene claro las metas ni
los logros, no puede planificar mucho, apenas toma decisiones, en lugar de
lograr lo que sucede es que cada día sabe menos y sin embargo vive apasionada
observando, se podría decir que su vida se rige más bien por la percepción.
La educación se aprende, es algo ajeno a nuestra
naturaleza, mientras que la percepción es una función inherente a nuestra
naturaleza que nos permite aprender y ser seres sensibles, capaces de darnos cuenta
de todo aquello que está sucediendo a nuestro alrededor y en nuestro interior.
Concedamos a nuestra vida algo más de sensibilidad
y menos de educación.
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