lunes, 6 de mayo de 2013

Como cambiar el comportamiento de los hijos


¿Por qué hay esa manía generalizada de decirles a los hijos que no hagan determinados comportamientos y que se porten de otra manera a como lo hacen? ¿Qué queremos conseguir con ello?

Supongamos que tenemos un hijo violento, que trata de envalentonarse en las discusiones, que se altera por nada, que no quiere colaborar con la responsabilidad común de la casa, que juega con juegos bélicos, que se opone a lo que le decimos con cierto desprecio, y nosotros le hacemos ver con palabras que no sea violento, que sea colaborativo, que comprenda que todo lo que se le dice es por su bien. ¿Por qué hacemos eso y que vamos a conseguir con esa actitud de decirle lo que no tiene que hacer y de decirle lo que tiene que hacer?

Para empezar es necesario entender que al decirle a un hijo que no sea violento o que no sea miedoso o que sea un buen hijo, lo primero que entiende el hijo, quizás de una forma inconsciente, es que aceptamos que sea violento, miedoso, o un mal hijo. Esto es importante de entender pues al aceptar su comportamiento estamos de alguna forma potenciándolo. Al decirle que no sea violento, en realidad le estamos diciendo que nos gustaría que no fuera violento pero que aceptamos de buen grado su violencia como si fuera algo normal. Eso ha dado lugar a una sociedad permisiva con actitudes como el botellón, el fracaso escolar, la violencia de hijos a padres o la corrupción en general.

Es necesario comprender que no querer que sucedan las cosas que están sucediendo es reforzar y colaborar con que sigan sucediendo esas cosas, primero porque las permitimos y segundo porque no las resolvemos.

Todas las personas en un momento determinado se encuentran con un problema y la primera reacción al problema es rechazarlo, no aceptarlo, pensar que el problema no es de uno, o intentar quitarse uno el problema como sea. Todas esas formas de encarar un problema lo que hace es empeorarlo, bien sea porque posponemos la solución del problema mientras el problema se agrava o porque el problema se transforma en otros problemas aún más complejos.

El problema existe en la medida en lo que yo lo reconozco como tal, porque de lo contrario, si no reconozco el problema, entonces el problema no existe.

Si mi hijo es violento y yo no veo en su violencia nada anormal o incluso lo veo como un recurso para defenderse de este mundo hostil, entonces no voy a ver ningún problema en ello. Eso quiere decir que los problemas que nos surgen o las cosas que no aceptamos tienen una relación directa con nuestra percepción de las cosas.

Si yo no acepto la violencia de mi hijo y mi reacción es de decirle que no sea violento, eso quiere decir que reconozco la violencia como un problema, que tengo una idea al respecto y que actúo según esa idea tratando de no ser violento, actitud que ahora traslado a mi hijo. Pero una cosa es la actitud de negar la violencia y otra muy distinta resolver la violencia, porque al fin y al cabo negar algo es una continuidad de la misma violencia.

Si queremos resolver, que no cambiar, la violencia, hemos de cuestionarla, reflexionar, aprender de ella, descubrir lo que es, observarla en profundidad con seriedad. Lo que no nos permite aprender de las cosas es que creemos que ya las conocemos, lo cual no es cierto pues lo que conocemos de las cosas deja mucho que desear ya que la mayoría de las veces solo tenemos una idea superficial de ellas.

¿Qué es la violencia? Todo el mundo sabe más o menos como se expresa la violencia en forma de agresión, de furia, de crueldad, de ira, de odio, pero ¿Cuál es la causa de la violencia? ¿Cómo es posible que una persona de repente tenga una respuesta violenta? Si somos capaces de mirarnos a nosotros mismos nos daremos cuenta que la violencia surge del miedo, es decir, la violencia es una forma o una respuesta del temor.

El temor tiene dos respuestas básicas: la primera es la huida que está asociada a conductas evitativas y la segunda es el enfrentamiento que está asociada a conductas de violencia.

Al reflexionar de esta forma descubro que la conducta violenta de mi hijo se basa en el miedo y entonces ya no necesito decirle que no sea violento porque de lo que se trata ahora es de ver a que tiene miedo para actuar de esa forma violenta.

A la misma vez he descubierto que querer que mi hijo no sea violento es también una forma de violencia por mi parte y ahora que he descubierto que la violencia tiene su raíz en el miedo me puedo preguntar ¿a que tengo miedo cuando le digo a mi hijo que no sea violento o que sea de otra forma a como realmente se muestra?, y descubro que si en lugar de negar lo que es mi hijo le invito a reflexionar sobre la violencia, yo mismo acabaré expuesto y no tendré más remedio que hacer frente a mi violencia y a mis miedos.

Por esa razón es preferible ser superficial con los hijos porque de lo contrario nos obligamos a profundizar en nosotros mismos, cosa que aparentemente no deseamos, bien sea porque estamos frustrados o porque sencillamente somos egoístas y no queremos dejar de serlo.

Pero si aún queda una pizca de amor propio, de curiosidad por aprender, uno ha de seguir hacia delante en su observación de las cosas sin pretender cambiarlas y será la propia observación la que nos transforme en seres sensibles a lo que sucede en lugar de actuar con prejuicios sobre ello.

Es evidente que tenemos muchos miedos que no nos permiten vivir con soltura y libres de hacer un montón de cosas que nos gustaría hacer.

El miedo siempre es con relación a algo, nunca existe el miedo por sí mismo. Uno tiene miedo a morir, a enfermar, a no conseguir determinada meta o logro, a fracasar, a no ser apreciado, a estar solo, a caer en desgracia y tener que vivir en la calle pidiendo limosna.

También hay miedos a los fantasmas, a lo desconocido, a los extraterrestres, a las sombras, al propio miedo.

Miedo a que les suceda algo a nuestros hijos, miedo a que nos roben o nos hagan daño, miedo a tener que enfrentarnos al jefe, miedo al ridículo, miedo a que se rían de nosotros, miedo al futuro, miedo a no ser nadie.

También existe el miedo físico y natural, como una reacción instantánea a un peligro, pero en esa respuesta refleja del miedo que nos puede salvar la vida no vamos a entrar y únicamente vamos a tener en cuenta en esta observación a esos miedos psicológicos que son creados por el pensamiento.

Si observamos todos esos miedos que existen en la sociedad y que se repiten de alguna forma en gran parte de las personas, podemos ver que tienen un denominador común, es decir, el miedo es la posibilidad de perder algo o de ser dañado.

Perder algo o ser dañado significa que tenemos algo que podemos perder y además somos alguien que puede ser dañado.

Si tenemos en cuenta que estamos tratando con el miedo psicológico y no con el miedo real, ¿Qué supone tener algo psicológicamente o ser alguien psicológicamente?

Tener psicológicamente algo supone tener apego a ese algo, es decir un sentido de posesión sobre esa cosa que me hace dependiente de ello. Y por otra parte ser alguien psicológicamente es simplemente tener una imagen de uno mismo creyendo que es real.

El apego, bien sea a personas como a uno mismo, es un sentimiento que se basa en una ilusión, en algo que no es real. Todo el mundo puede entender que mi hijo no es mío, sin embargo al estar apegado a él actúo como si fuera mío, lo cual es una tragedia porque voy a dedicar el resto de mi vida a alguien que no soy yo como si fuera yo. De igual modo pasa con la imagen que tengo de mi mismo, es simplemente una imagen y no algo real, pero cuando existe el apego a uno mismo uno cree que la imagen es real y eso crea un conflicto continuo con la realidad.

Por lo tanto he aprendido que el miedo psicológico existe en la medida en que estoy apegado a algo, en la medida que tengo un sentimiento de posesión sobre algo.

Por otra parte el miedo es creado por el pensamiento. Uno piensa que puede perder a su hijo o que puede coger una enfermedad y automáticamente la sensación de miedo surge. Asimismo ese tipo de pensamiento demuestra que el miedo surge con respecto a algo que puede pasar en el futuro, luego el miedo tiene también su raíz en la idea de futuro, lo cual no deja de ser una idea y no un hecho, por consiguiente una cosa es el miedo que surge de una idea y otra muy distinta nuestra respuesta al hecho.

Uno puede tener miedo durante toda su vida a coger el cáncer y si uno tiene la desgracia de sucederle lo primero que sucede es que se le quita el miedo a coger cáncer, lo cual no quiere decir que no tenga otros miedos pero desde luego el miedo al cáncer se le quita, entonces qué necesidad había de sostener ese miedo durante tantos años. Es bastante habitual ver a personas con cáncer animar a sus familiares a que se tomen la enfermedad sin necesidad de hacer una tragedia de ella.

¿Es el miedo diferente del pensamiento? Donde no hay pensamiento no puede haber miedo. ¿Por qué surgen esos pensamientos que producen miedo? Sencillamente surgen del apego, del sentido de posesión o de la idea de sentir que algo nos pertenece.

Recapitulando me doy cuenta que comencé intentando cambiar la violencia de mi hijo, luego me di cuenta que esa actitud mia es una forma de violencia, a continuación vi que en realidad la violencia es una expresión del miedo, y por último he observado que el miedo surge del pensamiento y que el pensamiento surge del apego y que dicho apego es algo ilusorio porque lo que se posee no son más que imágenes. Viéndolo en sentido contrario podemos decir sin lugar a dudas que cuando tengo una imagen agradable de alguien o propia adquiero un sentido de posesión sobre ello, me apego a ello, dependo de ello, y por consiguiente tengo miedo de perderlo y eso me hace mantener respuestas violentas cuando algo o alguien quiere quitármelo.

¿Es posible vivir sin imágenes de los demás e incluso sin una imagen propia? ¿Podemos mirar y relacionarnos con los demás sin imágenes? ¿Podemos aceptar a los demás y a nosotros mismos tal y como somos sin necesidad de intentar cambiarnos, y en lugar de eso observar, reflexionar, indagar, en cómo somos realmente? Entonces y solo entonces será cuando nos habremos transformado en seres con la capacidad de aprender.




2 comentarios:

  1. interesante, veo que un posible desenlace sería un padre sin miedos a que su hijo sea violento y un hijo siguiendo siendo violento por un tiempo más hasta que de con lo que el padre dio. Por lo menos ese hijo violento tendría un referente de no violencia. En esa misma situación pero en el caso de un padre con miedos podría optar por hacerle reprimir su violencia al hijo sin saber porque no debe hacerlo. Esto me hace recordar al encantador de perros que logra que sus perros convivan sin violencia simplemente valiéndose de la estructura jerárquica que se rige por un perro alfa o en este caso de Cesar Millan, que no permite la violencia, a un perro no le puedes explicar la violencia pero se puede amoldar a una estructura. Eso me hace pensar en un problema que tengo con un socio en el trabajo, el esta un poco flojo y desearía que muestre más compromiso con el trabajo, deje un tiempo porque se que es una persona responsable pero sin embargo no cambio mucho a su favor, también me acuerdo que alguna vez me dijo por favor monitoreame porque estoy acostumbrado a trabajar con presión, en mi caso tal parece ser que mi amigo también se adapta a una estructura y teniendo en cuenta que el proyecto tiene que estar en dos meses me resulta más práctico ejercer de papel de líder y ponerle más presión como el mismo me lo pidió. Me imagino que es exactamente lo que les pasa a muchos padres, es mucho más sencillo y práctico decir haz esto así ellos no lo practiquen. Tratar de entender la razón detrás de que mi amigo pase por un mal desempeño de su dedicación en el trabajo y encima tener que dar con mi propio problema y demás. Sencillamente no llegó al plazo de los 2 meses. Luego surge la pregunta ese objetivo de 2 meses quien te lo impuso, yo verdaderamente lo he tomado o fue solo un impulso. De todas formas el compromiso de los dos meses es un hecho y se que debo cumplirlo. De todas formas tengo ahora una perspectiva más amplia y creo que también aprovecharé en observar más que pasa por detrás de esa irresponsabilidad, seguramente también miedo y muchas otras cosas más.

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    1. Gracias por esos interesantes comentarios.

      Otra situación posible entre padre e hijo es que ambos reflexionen al respecto de lo que es la violencia, pero no para justificarla o analizarla sino simplemente para observarla, sentir curiosidad por saber lo que es, ver de dónde surge, cómo se desarrolla, qué consecuencias tiene, cómo se sostiene, etc.

      A veces la forma de vivir que tenemos, con tanta ocupación y responsabilidades personales, no nos permite pararnos a reflexionar sobre el sentido que tiene nuestra vida, o sobre si merece la pena continuar con lo que estamos haciendo, y no es cuestión de tirar piedras sobre nuestro propio tejado sino sencillamente hacer consciente lo que estamos haciendo.

      En la vida nos han enseñado a ser eficaces, eficientes, responsables, competentes, etc., pero no les ha importado convertirnos en seres semi-autómatas con muy poca y escasa libertad de acción y pensamiento.

      Pienso que la observación es un estado mental muy saludable que nos permite ver que hay detrás de lo que sucede.

      Un saludo

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