lunes, 20 de mayo de 2013

¡Con qué facilidad se rompen las parejas!


Personas que en un momento de sus vidas se encuentran y se atraen, se enamoran, se desean y hacen todo lo posible por conquistarse hasta convertirse en parejas.

Parejas que han estado años conformando su relación, que se han ido conociendo, que han moldeado sus hábitos y costumbres para adaptarse a convivir en compañía, que han hecho proyectos en común, que han viajado y han descubierto experiencias nuevas, y que incluso han tomado juntos la responsabilidad de tener hijos, deciden o sienten en un momento que ya no se quieren, que los roces o las discusiones han hecho perder el atractivo que tenía la relación y se separan.

En todas estas separaciones siempre hay uno que tiene más iniciativa que el otro, bien sea porque el otro le ha puesto los cuernos, o porque se ha cansado del otro, o porque han llegado a tal nivel de enredo que ya es imposible convivir, o porque hay terceras personas que están influyendo negativamente en la pareja. El caso es que llega un momento que se decide dar un paso firme en la separación con más o menos explicaciones, pues para eso de dar explicaciones los humanos estamos a la cabeza de los animales, explicaciones que no son más que justificaciones de lo que hemos hecho o vamos hacer.

En toda separación hay que ponerse de acuerdo en separar o repartir lo que es común, es decir en lo que es de los dos: bienes materiales e hijos. Los bienes materiales son relativamente fáciles de separar aunque muy a menudo las personas llegan a hacerse daño por pura mezquindad o por odio, que es una forma cruel de egoísmo.

Pero la cuestión principal es: ¿Cómo se separan o reparten los hijos? Podemos decir de mutuo acuerdo, también podemos decir que hay leyes para eso, también podemos decir que son las madres las que se quedan con la custodia de los hijos porque para eso los han parido, también podemos estar actualizados y decir que el sentido común dice que haya custodia compartida. Lo cierto es que los hijos no se pueden repartir, porque los hijos son creación de dicha unión y desde un punto de vista psicológico se crea una situación de difícil solución que requiere de una gran madurez, algo de lo cual carecemos la mayoría.

A veces he pensado que los hijos deberían ser como pompas de jabón que explotan cuando las parejas se separan, o que la sociedad debería quitarles a los padres esos hijos porque los han perdido al perder la relación, o que fueran los hijos quienes tomaran la decisión de separar a sus padres cuando a ellos les conviniese. Entonces las personas se pensarían con más cuidado este asunto tan delicado de las separaciones donde hay hijos de por medio.

No es cuestión de estar de acuerdo o en descuerdo con las separaciones, cada persona puede y debe decidir con la persona que quiere o no quiere convivir, pero no quita que podamos observar este fenómeno de las separaciones y de la ligereza con que formamos pareja.

La vida es un proceso de maduración, pero a base de guerras y separaciones lo que conseguimos no es tanto madurar sino hacernos daño, conseguir heridas difíciles de cicatrizar, y al final envejecemos sin madurar y sin la posibilidad de florecer y crear multitud de semillas fértiles que rieguen el extenso campo de la conciencia humana.

¿Cuál es el sentido de formar una pareja, si es que tiene algún sentido?

Desde un punto de vista biológico y social podríamos decir que la pareja se forma para crear una familia y la familia es la base de la sociedad. Según las diferentes especies la pareja puede durar un solo instante o pueden permanecer unidos durante el resto de sus vidas.

Pero aparte de lo biológico y social: ¿Qué sentido tiene una pareja desde un punto de vista psicológico? Desde un punto de vista psicológico la pareja tiene un sentido de relación, y ya sean dos personas que se conocen en la parada de un autobús y charlan durante un rato o ya sean dos personas que conviven toda su vida bajo el mismo techo, el sentido de relación es el mismo y es esa relación la que realmente crea la sociedad.

La sociedad no se crea porque existan familias que traen hijos al mundo sino porque las personas se relacionan. La sociedad es uno mismo en relación con cualquier persona y según es mi relación así es la sociedad. Si yo me relaciono en base a mis intereses, si voy engañando y tratando de aprovecharme de los demás, si lo que busco es placer o seguridad, si me relaciono en base al afecto y al cuidado, si me relaciono con un sentido profundo de responsabilidad, eso será la sociedad en la que vivo. Quién sabe, a lo mejor cada persona vive en una sociedad distinta, en un mundo distinto y no deberíamos esperar a que nadie cambie nuestro mundo porque eso nunca va a ocurrir si no hacemos algo nosotros mismos.            

Tenemos que preguntarnos con mucha seriedad: ¿Qué es la relación?, y no es cuestión que alguien nos la conteste por nosotros, que venga algún filósofo o algún sociólogo o que vayamos a comprar un libro especializado en la relación o que busquemos en el wikipedia y nos defina lo que es, porque con eso lo que conseguimos es percibir la realidad con las ideas de otros y al final nos convertimos en inválidos mentales. Necesitamos despertar nuestra propia inteligencia, hacernos sensibles y responsables de nuestra vida, y eso comienza cuando nos preguntamos las cosas que creemos más sencillas.

Todos nosotros nos relacionamos, estamos todo el día relacionándonos, ya sea con familiares, amigos, compañeros de trabajo, cuando vamos a comprar o a resolver algún asunto, con los vecinos, con todas las cosas que salen en televisión o en los periódicos, cuando paseamos por la calle o simplemente cuando hablamos con nosotros mismos.

Relación significa conexión, unión y también significa razón, sentido. No cabe duda que gran parte de nuestra necesidad de relacionarnos con las personas es porque queremos conseguir algo de ellas, ya sea materialmente o psicológicamente y en ello no hay relación alguna, no hay conexión o unión alguna y el sentido que tiene es individual y personal. Podemos también decir que la relación es una cuestión de intercambio de intereses, lo cual no deja de ser puro mercantilismo individual.

¿Por qué en lugar de relacionarnos con los demás en base a lo que no tenemos lo hacemos en base a lo que tenemos en común? Es obvio que si la relación se basa en lo que tenemos en común no habría ese deseo de sacar provecho de lo ajeno y además a la hora de separarnos cada cual se iría con lo mismo.

Si fijamos nuestra atención únicamente en la reflexión que estamos haciendo al respecto de la pareja. ¿Qué cosas en común tienen dos personas que se emparejan?

Los dos son personas condicionadas por una cultura que los ha hecho tener determinadas creencias, valores, ideales y opiniones, teniendo en cuenta el entorno en el que se han educado. El hecho que uno sea comunista y el otro sea capitalista les hace diferentes en la forma pero no en el fondo, ya que ambos lo que tienen en común es que están influenciados por terceras personas y por lo tanto no son libres ni maduros.

Las personas compartimos más de lo que pudiéramos jamás imaginar, pero basamos nuestra vida en lo que nos diferencia y ese error tiene graves consecuencias.

Una pareja tiene que basar su relación en lo que tienen en común y luchar con todos sus medios para liberarse de toda influencia, de toda creencia y de toda idea que no sea por experiencia propia.

Esa pareja en la medida que sean capaces de andar juntos, de cuestionarse esa forma de vivir basada en ser un esclavo del trabajo, de cuestionarse ese afán posesivo absurdo que hace que las personas sean esclavas de sus propiedades materiales y psicológicas, de cuestionarse esa forma estéril, artificial y mecánica de vivir en el asfalto, de cuestionarse el sentido y el significado de la verdadera relación…. entonces será cuando esas personas estén en ese camino que es el encuentro con la vida.

Todos los seres humanos padecemos de ignorancia, lo que nos hace llevar una vida de confusión que crea continuos conflictos, lo que a su vez produce temor y dolor. Tomar decisiones para intentar solucionar los conflictos no lleva a ningún lugar. El hecho que tengamos ciertos placeres en los que nos refugiamos no soluciona nuestra profunda agonía y además la hacen aún más dolorosa.
 
Solamente unidos, únicamente juntos, vamos a poder hacer frente a esta ignorancia que nos hace ciegos ante un mundo que rebosa de hermosura.

Para estar unidos necesitamos percibir en profundidad aquello que tenemos en común y relacionarnos únicamente desde ahí. Es en esa relación donde surge el afecto y donde un mundo nuevo aparece en cada despertar.

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