Desde muy pequeños se nos educó en la idea del
deber moral de ser buenas personas, de decir la verdad, de hacer el bien común,
de ser honestos, de ayudar al prójimo, de asistir a los enfermos.
También se nos educó en la idea de llegar a ser,
de disciplina y de esfuerzo para conseguir nuestras metas, en la idea de competir
y luchar para ganar, en la idea de que es más feliz quien más tiene.
¿Es posible conjugar el deber moral y el deber
de conseguir?
Una respuesta astuta sería que para hacer el
bien común o para ayudar al prójimo lo mejor sería llegar a ser rico y de esa manera
tendríamos la posibilidad de ayudar a mucha gente, pero para creernos esa idea
no tendríamos que caer en la cuenta que la riqueza de una persona se consigue
con la pobreza de muchos.
¿Es importante decir la verdad?
No nos referimos a una verdad metafísica o
teórica sino, verdad en el sentido que nos enseñaron, es decir en el sentido de
no mentir, de no ocultar, de no engañar, y en definitiva de ser honestos y
responsables con los hechos.
Como consecuencia de la gran cantidad de casos
de corrupción que han surgido en este país, se está desarrollando una ley de
transparencia que permita al ciudadano fiscalizar donde va a parar sus
impuestos y obtener un sinfín de información relativa a las instituciones y al
consumo. Lo cierto es que hay tan poca cultura al respecto de la transparencia
o de la verdad que ni políticos ni ciudadanos están por la labor de hacer algo
serio y dentro de poco los políticos se habrán hecho una ley a su medida que ampare
su actitud de seguir engañando al ciudadano.
Las personas en general no somos transparentes,
nos da mucho temor que las demás personas sepan lo que ganamos, nuestras
creencias, si jugamos en bolsa, a qué colegio van nuestros hijos, si tenemos
asistenta en casa, dónde vivimos, etc. De hecho tenemos una ley de protección de
datos que sirve para justificar nuestro derecho a vivir ocultos entre la muchedumbre,
lo cual es falso porque con internet se puede saber hasta de qué color tenemos la
ropa interior. Nos han enseñado a dar mucha importancia a nuestra intimidad y
por esa razón no sentimos que tenemos el deber de decir la verdad. Quizás esta
es una las principales causas de la corrupción.
El deber de decir la verdad es parte de un
sentido de responsabilidad integra y no ese sentido de responsabilidad que solo
cubre el ámbito personal. Una persona responsable es una persona honesta
consigo mismo y con los demás. Pero ¿Cómo puede ser honesta una persona que
vive para sí misma, que trata siempre de sacar provecho de las circunstancias o
de crear las circunstancias oportunas para sacar provecho? Es por esa razón que
en la sociedad, la verdad brille por su ausencia, es como si a casi nadie le
interesase.
¿Cómo es posible que los seres humanos vivamos
tan fragmentados, tan separados unos de otros, tan divididos, tan aislados en
nuestros deseos mezquinos? ¿Por qué aceptamos vivir de esa forma?
La mayoría de las personas pensamos que no hay
más remedio, que la vida es así, que somos como animales que luchan por
sobrevivir comiéndose a otros animales menos fuertes o menos astutos, que basta
con que uno de indicios de ser bueno para que los demás se le echen encima.
¿Entonces cuando nos quejamos de la corrupción o de lo mal que lo estamos
pasando es puro victimismo o realmente es algo injusto e inhumano? ¿Dónde está
la moral, donde queda la verdad?
Se nos ha enseñado una doble moral, porque por
una parte nos han enseñado a no ser honestos con nosotros mismos, a guardar y
esconder las cosas, a engañar y mentir a los demás, a ser astutos, a justificar
nuestros errores y por otra parte se nos dice que seamos sinceros, buenos
ciudadanos, que cumplamos con las leyes, que apoyemos las causas sociales.
¿Cómo de posible que un sacerdote cometas actos
de violación? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un sacerdote sino miles
los que han violado reiteradamente a niños y adolescentes?
¿Cómo es posible que un policía cometas actos
delictivos? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un policía sino miles de
policías los que han cometido reiteradamente delitos?
¿Cómo es posible que un político cometa actos de
corrupción? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un político sino miles de
políticos los que han cometido reiteradamente actos de corrupción?
¿Cómo de posible que un esposo asesine a su
esposa? ¿Cómo es posible que no solo haya sido un solo esposo sino miles de
esposos los que han asesinado a sus esposas?
Y podríamos continuar con una lista interminable
de conductas inmorales y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que vivamos de esta
forma? Está claro que necesitamos honestidad, transparencia, dejarnos de
intimidades, abrir nuestras puertas, armarios, cajones y que todo el mundo vea
lo que somos, ¿Qué necesidad tenemos de vivir ocultando algo? No podemos
moralmente exigir trasparencia si primero no la ofrecemos cada uno de nosotros.
De la misma forma los gobiernos deben ser transparentes y dejarse de secretos
de estado con la justificación de la seguridad nacional que para lo único que
sirve es para que una élite se enriquezca a costa del ciudadano.
Si esta sociedad que hemos hecho es penosa y
huele a podrido, cambiémosla cambiando cada uno de nosotros. Si no hacemos algo
al respecto el futuro será lo que somos ahora, quizás con la única diferencia
que todo habrá ido a peor.
La cuestión no es esperar a que el mundo cambie
o ver si hay mucha gente que cambie, sino si uno puede hacer algo para cambiar
él mismo con independencia de lo que hagan los demás, de esa forma uno podrá
decir que el mundo tiene solución porque de lo contrario no hay solución
posible. Es infantil esperar a que te den un mundo cambiado, a que te digan lo
que tienes que hacer, eso es absurdo y además el mundo está así porque
delegamos nuestra responsabilidad en otros.
¿Qué es lo que nos hace pensar que para ver la
verdad o tener una percepción directa de la realidad se necesita tiempo? ¿Acaso
se necesita tiempo para comprender?
Si alguien me dice que ´tu Dios es una invención
humana´: ¿Cuánto tiempo me llevará comprenderlo? ¿Por qué no quiero
comprenderlo, qué me supone el comprenderlo? ¿Por qué reacciono de forma
violenta o despreciativa contra alguien que te dice una verdad anunciada? ¿Por
qué me apego a una idea semejante?
Si alguien me dice que ´la verdad te hará
libre´: ¿Cuánto tiempo me llevará comprenderlo? La comprensión no depende del
tiempo, sería absurdo que ver la realidad fuera una cuestión de tiempo o de
práctica o de meditación. Adquirir conocimiento necesita de tiempo, tiempo para
entender, tiempo para memorizar, tiempo para practicar y tiempo para exponer,
pero la comprensión de algo es instantánea.
Soy un ser humano corriente, mi forma de pensar
y de sentir son similares a cualquier ser humano, y aunque mi estatura o mi
idioma sean diferentes en el fondo somos idénticos unos y otros. Si uno es
capaz de comprender eso, ¿Por qué no iban a comprender los demás? Sin embargo,
si uno no comprende ¿Cómo puedes ni siquiera plantear que otros comprendan?
¿Cómo piensas que va a cambiar el mundo, quizás por arte de magia, con la
llegada de los extraterrestres o quizás sea mejor y más cómodo entregarnos a la
voluntad del Señor, a las drogas o a los videojuegos?
Cuando uno se da cuenta que es como el resto de
la humanidad y se relaciona en base a esa verdad, entonces ya no hay razón para
ocultar nada, y da igual que estés solo ante un mundo ignorante y pobre mentalmente,
porque en el fondo te encuentras unido a todo, tienes un sentimiento de
compasión y de amor por la vida, y el mundo que observas es un mundo
absolutamente diferente al que ven esas personas que se obstinan en contribuir
al conflicto engañando al personal.
¿Por qué no dejas tus ridículas creencias, que
realmente no son tuyas porque aunque no lo aceptes te las han impuesto? ¿Por
qué no dejas todos esos miedos e inseguridades y todos esos deseos de gloria y
placer, todas esas ideas partidistas, todas esas pobres riquezas y te liberas
uniéndote a todo el universo, a cada pequeña y diminuta parte de la existencia,
a las más grandiosas y espectaculares maravillas del cosmos, a los más pequeños
detalles, a los más profundos sentimientos, a ese movimiento hermoso de la
inteligencia universal, a esa fragancia de la humildad, a esa pasión que es el
amor?
Haz de tu vida una vida con sentido, trata de
compartir la realidad que somos sin tapujos, sin mentiras, vive para unir, haz
hermanos a los que se odian, da de comer al hambriento y de beber al sediento.
Olvídate de tus miserias que en el mundo ya hay bastantes para atender.
Psicológicamente no se trata de ayudar a los
demás o que nos ayudemos los unos a los otros, en el plano físico todos hemos
de colaborar para salir adelante, pero en el plano psicológico hemos de ser
independientes, lo que significa ser seres completos, porque donde hay
dependencia acaba habiendo explotación.
Se trata de compartir lo que uno observa, lo
cual no requiere de ningún esfuerzo intelectual o de ninguna capacidad
creativa, ni tampoco se trata de persuadir o influenciar o de hacer algún tipo
de propaganda dogmática, sino únicamente de exponer, dialogar y comunicar lo
que somos capaces de ver juntos.
Para hacer esto posible no es necesario
iluminarse, conseguir el nirvana o despertar el kundalini ni tener un tercer
ojo o que te salga una ampolla en la frente, basta con dejar a un lado nuestro
egoísmo y caminar en ese sentido afectuoso, y ya descubriremos lo que sea como
se llame, seguramente que cuando llegue ese momento de iluminación ya no nos
importará en absoluto y quizás ni nos demos cuenta de ello ¿Cómo vamos a ser
conscientes de estar iluminados si no existe el yo, que es el que se mide y
compara en el espejo de los demás? Quizás eso es una de las maravillas de la
iluminación: que jamás sabrás si estas iluminado o eres un payaso.
Esta forma de caminar por la vida no supone
negar el mundo y vivir alejados en alguna cueva en las montañas, más bien lo
contrario, es vivir con el drama humano sin ningún tipo de sentimentalismo y
empezar por las circunstancias que nos rodean. No se trata de escapar o
camuflarnos porque en eso somos unos verdaderos artistas, es más bien dar la
cara y que nos la partan psicológicamente hablando.
Esta transformación del ser humano es posible
para cualquier persona, para una persona corriente y aunque solo sea una
persona, su efecto será para el resto de la humanidad. No es cuestión de
cuantificar el efecto o de calcular el tiempo que tardará en producirse, porque
eso depende de las circunstancias, pero de lo que no cabe duda es del alcance
de su significado.
Necesitamos derribar las barreras que nos
separan y trabajar en común para edificar una sociedad basada en la bondad, sin
necesidad de caer en el error de convencer, de influenciar, de negociar, de
manipular a los demás, sino en base a la comunicación, el dialogo, y encontrar
juntos lo que se puede hacer para construir un mundo que vaya en una dirección
diferente.
Para ello basta con ver algo claro y no
necesitar de años para dejar de creer en dioses inventados, en idealismos
utópicos o pragmáticos, en sueños de seductor o de poder y en miedos e
inseguridades que no nos permiten vivir y que no nos llevan a ningún lugar
salvo a estar en el Limbo. También es necesario ver, no imaginar o convencerse,
que los demás son como nosotros y que nuestro interés debe ser para con ellos,
un interés común.
La verdad no puede imponerse. La verdad está ahí
delante de tus ojos y sin embargo te resiste o te niegas a verla. Para ver la
verdad no necesitamos de preparación alguna, ni que nadie nos guie, más bien
necesitamos ser honestos y permitir que su gracia nos llene de pasión.
Para caminar por esta senda de la verdad no
necesitamos de imágenes, ni nuestras ni de los demás, porque las imágenes
sirven para aparentar y engañarse uno mismo y engañar a los demás. Y tampoco
necesitamos tiempo o estar preocupados con el tiempo, porque el tiempo solo
sirve para tener ilusiones o esperanzas de conseguir nuestros deseos. Vivir
psicológicamente en el presente es vivir sin tiempo y cuando eso sucede, el ser
humano dispone de una inmensa energía para responder, para ser completamente
responsable de todo lo que sucede, sea ello lo que fuere, y no necesitar de
grandes esfuerzos para subsistir.
Llegados a este punto solemos poner como escusa
el miedo a subsistir y por el miedo a subsistir hemos hecho de este mundo un
infierno. Subsistir no tiene demasiados problemas, lo hacen los animales, lo
hacen incluso las plantas que no tienen ni siquiera movilidad, lo hace una
mariposa que acaba de nacer con toda su fragilidad, y sin embargo nosotros
vivimos aterrorizados.
El egoísmo tiene muchas mascaras, muchas
escusas, solo mira lo que quiere ver, solo escucha lo que quiere oír, y se
esconde tras la piel de cualquiera de nosotros. El ego es muy astuto y se viste
de buena acción, de ayudar a los demás a resolver sus problemas, de hacer a los
demás lo que los demás mismos tienen que hacer, porque de esa manera los hace
dependientes. Comprender el egoísmo, ese culto a la avaricia, al orgullo y a la
vanidad humana, requiere de mucha observación y de una persistente atención para
captar su esencia, su fragmentación y su ignorancia.
Tenemos el deber de decir la verdad, y no
estamos hablando de ninguna verdad metafísica, filosófica, o abstracta, sino de
esa verdad que nos desnuda y nos deja con las vergüenzas al aire. Vivamos de
una forma transparente.
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