Vivimos en un mundo de ideas donde la verdad
brilla por su ausencia. Cada cual vende su verdad y trata de influenciar en los
demás para sacar provecho de ello.
La verdad es como una joya preciosa, es como una
gota de rocío en el desierto, es como una delicada flor, es como un amanecer
sobre el horizonte que nos anuncia la gracia de vivir un nuevo día.
Tenemos necesidad de la verdad porque vivimos
engañados, manipulados hasta tal punto que no sabemos quiénes somos. Conocernos
a nosotros mismos es conocer la verdad.
Nuestra manera de pensar y de sentir es producto
de influencias. Confundimos las ideas con la realidad. Tratamos de convencer de
ideas que nosotros mismos o no estamos convencidos o sabemos que son falsas.
Creamos continuos conflictos con las personas
que nos rodean y pensamos que son los demás los culpables, y llegamos a vivir
con una imagen de nosotros en lugar de vivir con el ser humano real.
Encontrarnos con la verdad es necesario para
liberarnos de toda falsedad, para aclarar toda confusión, para no vivir en
conflicto y para dar una respuesta a los problemas e inconvenientes que surgen
en nuestra vida personal o en nuestra relación con el mundo.
Sin la verdad estaríamos sumidos en la
esclavitud de las ideas, en la esclavitud de un sistema que nos va destruyendo
sacando provecho de nuestro sufrimiento hasta el final de nuestros días y no tendríamos
ninguna posibilidad de salir de esa paranoia psicológica.
La verdad es que mentimos, nos pasamos la vida
mintiendo, y llevamos tantos miles de años mintiéndonos que vivimos en un mundo
lleno de falsedades y ver la realidad se ha convertido en algo tremendamente
difícil.
La verdad existe, es algo puramente objetivo, no
depende de interpretaciones. Verdad y realidad pueden ser sinónimos en cierta
manera pues la verdad es un instrumento de la realidad, es como la conciencia
de la realidad donde puede verse a sí misma.
La verdad puede ser muy superficial y puede ser
muy profunda, todo depende hasta donde uno quiera llegar. Uno mismo puede ver
que es egoísta, lo cual es bastante superficial, y también puede observar e
indagar en su egoísmo y ver como se muestra, como se mueve, su sutileza, su
astucia, sus consecuencias, sus escapes, su causa y su sustento, entonces es
cuando esa verdad superficial se hace realidad.
Después de las verdades superficiales pueden
venir verdades profundas si uno tiene suficiente curiosidad y es cuando tiene
sentido indagar en preguntas imposibles como si es posible terminar con el
sufrimiento o cual es el origen de la vida.
La verdad no es algo intelectual. Es evidente
que para comunicar cualquier aspecto de la realidad necesitamos expresarnos,
hacer uso del pensamiento y del lenguaje, pero no podemos confundir la
expresión con la verdad. La expresión de la verdad puede servirnos como un
indicador para explorar y poder encontrar su significado vivencial, de lo
contrario la simple expresión sería algo intelectual, una idea más.
¿Qué hacemos cuando vemos o escuchamos una
verdad?
Encontrarnos con una verdad significa que por un
momento y con cierta claridad nos hacemos conscientes que actuamos falsamente,
que estábamos equivocados o engañados.
Nosotros podemos construir un castillo en el
aire y pensar que es sólido, maravilloso y puede que vivamos en él durante toda
nuestra vida sin que aparentemente nos cause ningún problema. La cuestión está
cuando vemos por un instante con cierta claridad que el castillo está en el
aire, que no se sostiene, que toda la construcción en la que habito es una
invención ¿Qué sucede a partir de ahí? ¿Qué hacemos con la verdad?
Lo normal, lo lógico, lo sano, sería que todo el
castillo se desvaneciera en el aire y que a partir de ahí uno comenzara a vivir
en la realidad. Pero lo cierto es que la mayoría de las veces que el ser humano
se encuentra con una verdad escapa de ella y se encierra aún más en su
castillo.
La verdad tiene una profunda belleza y no puede
sostenerse sin que nos transforme, sin que haga añicos nuestra imagen de
cristal.
Por esa razón hemos inventado todo tipo de
trucos y de escapes para no sostener ninguna verdad y de esa forma evitar ser
libres. No queremos ser libres porque nos produce un enorme miedo sentir que a partir
de ahí no tenemos control de nuestra propia vida y no tenemos ninguna capacidad
de decisión, porque una persona libre no necesita tomar decisiones para actuar.
Entre las muchas formas de escapar de la verdad
tenemos esa que al oírla las personas nos encerramos en que no la vemos, que no
la entendemos, y queremos que nos la muestren o nos la expliquen de diferentes
maneras con tal de no aceptar lo que se nos viene encima. Estas personas se
quedan aturdidas, perdidas en el espacio y en el tiempo, y no pueden responder
porque no saben desde donde hacerlo y lo único que se les ocurre para no
desaparecer es expresar una y otra vez que no lo entienden, es decir hacernos
los tontos. En realidad estas personas preferirían no saber nada de la verdad.
La forma más utilizada para escapar de la verdad
es convertirla en una idea, es decir cuando oímos la verdad nos damos cuenta
que es un hecho tan directo en nuestras vidas que prácticamente no tenemos nada
que hacer para cambiar ya que el simple hecho de haberlo entendido ya es
transformador, pero momentos después o un día después hemos dejado de sostener el
hecho y lo hemos convertido en una abstracción, en una idea con la que jugar
intelectualmente. De esa forma nos vamos convirtiendo en seres indolentes y
vamos perdiendo sensibilidad.
Esto ha hecho que haya un ejército de personas
que tengan un montón de verdades con las que juegan intelectualmente aunque
ninguna de ellas forme parte de su vida. Utilizan las verdades para mantener
una imagen más alternativa y van cambiando de verdades según se suceden las
modas. Podríamos decir que en estas personas nos encontramos los creyentes de
la verdad, de una verdad que no es más que una idea, una forma de escapar de la
realidad.
Otra forma de escapar de la verdad es buscarla.
¿Cómo podemos escapar de la verdad si no la hemos encontrado?, eso es un
escape, pensar que no la hemos encontrado. El ser humano lleva milenios
buscando la verdad, intentado descifrar el significado de la vida, ha hecho
todo tipo de sacrificios para encontrar algo que tenga un sentido propio, que
no tenga causa, que sea eterno y en ese intento ha creado una gran cantidad de
conocimiento que no solo no le ha servido para acercarse a la verdad sino que
ha hecho aún más complejo el poder verla.
Otra forma de escapar de la verdad es pensar que
necesitamos de otros para verla, que necesitamos estímulos para sentirla, que hay
que leer libros o asistir a conferencias o grupos de dialogo para encontrarnos
con esa verdad que los demás ven y que uno, por las razones que sea, no es
capaz de ver por sí mismo. La verdad es una vivencia, no es posible verla a
través de otro, lo que vemos a través de otro son simples ideas que la mayoría
de las veces más que ayudarnos nos impiden hacer nuestro trabajo interior.
La verdad está delante de nuestros ojos y la
podemos ver si realmente queremos mirar, pero hemos de sostener la mirada porque
la verdad, como la realidad, es algo vivo, en movimiento.
La cualidad de una mente que sostiene la verdad es
una cualidad silenciosa y vacía, con un profundo e inmenso espacio donde se la observación
es el principio de toda relación y de cualquier acción. En dicha acción no hay elección,
no hay ventajas ni inconvenientes, de la percepción directa de la verdad surge la
acción y dicha acción libera al ser humano de la ignorancia.
Las formas de escapar de la verdad son incontables. Como bien dices, intuimos, que de ser capaces de sostener su mirada, nuestra imagen podría verse dañada, hecha añicos. Internamente sabemos que es incorruptible, no se puede moldear, manipular o adaptar a nuestras necesidades, que exigirá de nosotros cuidado, presencia, atención y compromiso. Sabemos, que si la miramos frente a frente, seremos inevitablemente afectados por ella, que esto, nos llevará a un destino incierto, del cual, desconocemos sus consecuencias. Pocas cosas nos causan tanta pavor, como la sensación de abandonar la ilusión, de dejar de tener el control sobre nuestras vidas.
ResponderEliminarA simple vista, parece mucho más fácil y cómodo permanecer pasivos en el terreno de lo conocido aunque, éste, haya sido abonado con el victimismo, la tristeza, la ira, la soledad o cualquier otra de las lindezas que nos hacen sentir que somos alguien, que tenemos una identidad y una historia detrás que la avala. Le damos la espalda, la negamos, pensando cándidamente, que con no mirarla desaparecerá. Aferramos los mandos con fuerza sin saber que la huida nos obligará a ir cada vez más lejos y más deprisa, sin comprender que nos auto esclavizamos, convertiéndonos en pobres seres, absolutamente controlados por nuestro propio control.
La verdad está siempre ahí, presente para quien quiera volver sus ojos hacia ella, emitiendo igual claridad para todos. Podemos limpiar nuestro cristal hasta permitir que su luz nos descomponga hasta transformarnos en colores vivos y brillantes del arco iris o podemos dejar que nuestro cristal permanezca opaco por capas de miedos y creencias, que harán de nuestro castillo, un lugar frío y oscuro.
La Verdad, tierra virgen e impredecible, ofrece el mayor de "Los Dorados" a quienes, con mente abierta a lo extraordinario y corazón puro, se atrevan a andar sus caminos,....... "La libertad".
Gracias Inma, ha sido un hermoso regalo esta observacion que nos has mostrado tan clara y tan transparente que asusta leerla dos veces.
EliminarLa verdad solo conduce a esa libertad que nombras y que tanto miedo produce.
Un abrazo.
...Goyo, dices:
ResponderEliminar"... donde la observación es el principio de toda relación y de cualquier acción. En dicha acción no hay elección, no hay ventajas ni inconvenientes, de la percepción directa de la verdad surge la acción (yo añado) CORRECTA.
Sin embargo, la mayoría de nuestras acciones no son de este tipo y no obstante (creo) cumplen (como todo) una función: yo la llamo Resistencia o Inercia. Cumple su función.
La Acción Correcta no ofrece Resistencia. Eatá alineada con la Verdad y es transparente a esta. Proviene de un ser luminoso, de un ser plenamente en el Ser.
Un fuerte abrazo.
Juan Crisos
Un fuerte abrazo.
Muy interesante esa observación. La acción correcta surge de la percepción de la realidad, mientras que la acción que surge de la experiencia es más bien una reacción, una resistencia, cuya función es el reforzamiento de la experiencia, la supervivencia del yo.
EliminarLa Verdad tiene su propia acción, es un movimiento de la inteligencia (no del intelecto), y no puede ser atrapada por ningún ser, ni siquiera por aquellos que se creen luminosos.
Gracias Juan. Un fuerte abrazo.