
La realidad es algo infinitamente extensa y
profunda, lo que hace prácticamente imposible darnos cuenta de ella de una
forma amplia. Sin embargo no cabe duda que la realidad está ahí delante de
nuestros ojos, en todos nuestros sentidos, somos nosotros mismos e incluso va
más allá de lo que imaginamos.
Percibir la realidad, tal cual es, es sumamente
extraordinario. Al percibir la realidad somos conscientes de todo aquello que
está sucediendo, no solo desde un punto de vista superficial y aparente, sino
sutil y profundo.
La realidad tiene un sentido total, holístico,
donde no es posible quitar o despreciar ninguna parte por muy insignificante
que esta sea. Por esa razón mirar la realidad como partes separadas, donde cada
cosa tiene su propia identidad, no es un hecho de la realidad sino que es una
abstracción o idea de la realidad.

De la misma forma cuando tratamos de comunicar
algo que nos ha sucedido, no solo es una idea de lo que realmente sucedió sino
que a la misma vez nos expresamos nosotros mismos y lo hacemos hasta tal punto
que utilizamos lo sucedido para hablar de nosotros mismos, es decir estamos
ensimismados.
Pero lo que tratamos de expresar de nosotros
mismos es una idea de nosotros mismos que no es real, porque lo cierto es que
somos muy diferente a como creemos ser, a la imagen que sostenemos y que
queremos comunicar.
La realidad no es manipulable. Nosotros podemos
pensar, sentir o hacer lo que sea y todo ello forma parte de la realidad. Si
estamos cabreados porque las cosas no han sucedido como esperábamos y le
echamos la culpa a los demás, eso es la realidad. Lo que no es real es que las
cosas podrían haber sucedido de otra manera cuando ya han sucedido. Eso quiere
decir que en la realidad no existe el pasado, solo existe el pasado en nuestra
cabeza como una idea. Solo es posible afectar a la realidad en el momento
presente, es decir solo podemos cambiar, esa idea de la realidad que tenemos,
en el ahora. Posponer el cambio, dejarlo para mañana, no es real, es un engaño,
porque la realidad solo existe en el ahora.

La realidad tiene la cualidad del movimiento. La
realidad es movimiento y no es posible ni parar ni cambiar su curso. Mientras
el universo se mueve, el ser humano hace inmensos esfuerzos por cambiar el
curso de los acontecimientos psicológicos y ni siquiera se da cuenta que él es
el responsable de dichos acontecimientos. En realidad ese movimiento
psicológico de cambio, de llegar a ser, no tiene realidad alguna porque lo que
busca niega lo que es. ¿Cuándo vamos a comprender que esas actitudes de
crítica, juicio, de no aceptar, de desprecio, es lo que no permite que seamos
conscientes del profundo y majestuoso movimiento de la realidad?

¿Cómo podemos describir o comunicar la realidad?
Para comunicar la realidad no podemos caer en lo
personal pues la realidad personal no es común y por lo tanto no es
comunicación. De la misma forma no podemos expresar nuestro encanto, desencanto
o frustración porque es como no querer mirarla y por consiguiente no podemos comunicar
lo que ni siquiera aceptamos mirar.

Para describir la realidad hemos de encontrarnos
primero con la verdad, con nuestras propias limitaciones, con aquello que nos impide
mirar directamente y sin prejuicios, con nuestras propias falsedades. Estando libres
de toda confusión, comprendiendo en su profundidad la confusión, surge la realidad
inundando nuestros sentidos de algo limpio, inmenso, total, armonioso, bello, profundo
e inteligente y es solo entonces cuando la realidad se comunica.
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