La mayoría de las personas creemos ser felices
pero esa felicidad no es real, está determinada por lo que creemos que tenemos
en comparación con lo que tienen los demás. Somos felices cuando sentimos la
desgracia humana que nos rodea o cuando vemos que otras personas están en peor
situación que la nuestra. Eso no es felicidad, eso es una autocomplacencia
basada en la comparación con los que están en peor situación económica, social
o personal, que nosotros.
¿Por qué pensamos que somos felices o que
estamos bien? Si fuéramos felices, o si estuviéramos bien, no estaríamos
buscando el placer a través de otros, no tendríamos miedo ni inseguridad. Somos
hipócritas, contradictorios, pensamos de una forma, sentimos de otra forma
distinta y actuamos de otra bastante diferente.
Vivimos de una forma completamente convencional,
somos funcionarios del trabajo, justificamos nuestro sueldo con papeles que
jamás han demostrado que sirvan para algo. En nuestro tiempo libre leemos los periódicos,
hacemos meditación y vamos a la iglesia, para no se sabe qué. Nos gusta tirar
el dinero que ganamos para justificar la necesidad de trabajar y por eso nos
pasamos la vida descuidándonos y tratando de cuidarnos. Tenemos la casa
atiborrada de productos, de recuerdos, de cosas por si acaso y de la misma
forma tenemos la cabeza llena de relatividad sin un ápice de sentido de la
verdad.
¿Cómo se muestra la felicidad? ¿Cómo sabemos que
alguien es feliz?
Pensamos que una persona que da saltos de
alegría es feliz o que una persona que monta en su yate mientras los sirvientes
le sirven una copa de champan francés es feliz.
Quizás nunca se nos ha ocurrido pensar que una
persona que muestra bondad, que no tiene problemas ni crea conflictos, que vive
con sencillez, que no pertenece a ningún tipo de ideología o creencia, que es
sensible y se siente responsable de la condición humana es feliz.
Las personas que se rodean del mundo del
conocimiento, que son profesores de universidad, que son filósofos, escritores
o científicos, tienen cierta facilidad para entender como el ser humano se auto
engaña, pero ellos mismos no dejan de engañarse y es su propio conocimiento lo
que les mantiene subyugados a una vida estéril de conceptos y explicaciones
intelectuales. Esas personas no pueden ser felices.
Las personas que se rodean del mundo de las
creencias, que son sacerdotes, que son creyentes, militantes, de religiones o ideologías,
tienen cierta vocación para dedicar sus vidas por una causa justa y sin embargo
no se dan cuenta que no hay mayor injusticia y estupidez que estar subyugado a una
idea que nos aleja de la realidad. Esas personas no pueden ser felices.
Nos conformamos con ser seres mediocres,
amoldados a un sistema mecánico falto de humanidad y como estamos con el agua
hasta el cuello en esta charca de lodo, agarramos a los demás y no les dejamos
intentar salir tratando de convencerles que no hay otro mundo que esta sucia y
mezquina charca.
¿Qué puede hacer una persona que realmente
quiere ser feliz, que ha comprendido, aunque solo sea de forma superficial, que
su vida carece de plenitud?
No me refiero a esas personas que se sienten
bien, que creen sentirse bien, que están a gusto consigo mismas, que no quieren
mirar más allá de esa comodidad que se han creado, que en el fondo están llenas
de un miedo escondido que jamás les permitirá cuestionarse a si mismas.
Para las personas que queremos ser felices, lo
primero es dejar de querer ser felices, comprender que la búsqueda de la
felicidad al ser la búsqueda de una idea no es posible alcanzarla, no es
posible hacerla real y mientras mantengamos esa idea nunca podremos ser felices
por mucha motivación que tengamos.
Aunque suene bastante ridículo, es muy
importante liberarse de la idea de felicidad para encontrar la felicidad. En
realidad uno ya empieza a ser feliz cuando deja de querer serlo.
¿Qué significa dejar de querer ser felices? Es
evidente que no vamos a dejar algo que tiene valor así como así, sin embargo si
comprendemos que la búsqueda de la felicidad es un engaño entonces es cuando la
propia idea se desvanece en el aire para siempre.
Si consiguiéramos todo lo que queramos imaginar
que nos haría felices, ¿seriamos felices? No lo sabemos, tendríamos que
conseguirlo para saberlo, pero también podemos ver si son felices aquellas
personas que lo han conseguido.
En esta vida hay ricos y muy ricos y también los
hay inmensamente ricos, pues lo cierto es que no son más felices que nosotros y
que gran parte de su desgracia es su riqueza.
Nada de lo que desees y consigas te hará ser
feliz. Al conseguir ciertos deseos podrás tener momentos psicológicos de
satisfacción, de tranquilidad y de bienestar, pero siempre mirarás hacia lo que
no tienes, hacia lo que te falta, y eso te producirá ansiedad, desasosiego,
deseo y miedo.
Y si eres honesto te darás cuenta que hasta
ahora tu vida siempre se ha basado en conseguir lo que te faltaba, como una
carrera sin final o como un burro girando en una noria sin saber que muele el
trigo del amo.
Esa felicidad que se basa en conseguir es un engaño
cuyas consecuencias son que se pasa uno la vida jugando al mono poli para
obtener propiedades, experiencias, sensaciones y al final del juego nos vamos
de este mundo perdiendo todo aquello que tanto esfuerzo y dedicación nos ha
costado.
La felicidad que se basa en los logros es un
engaño social cuyas consecuencias son entre otras cosas que nos hemos
esclavizado con el trabajo para conseguir dicha felicidad, que hemos creado una
sociedad corrupta y cruel para conseguir dicha felicidad, que es tal el enredo
de engaños psicológicos que hemos creado que estamos en una especie de cárcel
de la que es difícil conseguir liberarse.
La principal consecuencia de la felicidad que se
basa en logros psicológicos es el sufrimiento porque tarde o temprano lo que
crees poseer te lo pisotean, se desvanece, lo pierdes, te lo quitan o se muere.
Si nuestra felicidad se basa en la infelicidad
de otros es que estamos degenerados. Podemos hacernos los locos, los que no
entienden, los que creen que esta película no va con ellos, mirar para otro
lado, pero cuando vivimos para ser felices vivimos para crear infelicidad en
nuestro propio mundo.
Convirtamos esa energía de querer ser felices en
una energía para mirar la vida tal cual es y comprender todos esos engaños
sociales y culturales que nos mantiene ocupados, y llenos de compromisos, no
permitiendo entrar en contacto con lo que realmente tiene valor más allá de los
tiempos: el ahora y la naturaleza.
Vivir en el ahora es vivir percibiendo, es vivir
sin necesidad de estar anclado en el pasado o sin necesidad de conseguir logros
en un futuro. El verdadero logro es ser sensibles a lo que sucede, tener la
mente abierta y poder responder ante cualquier contratiempo sin hacer de ello
algo personal.
Una de las cosas que no nos permite vivir en el
ahora es el pensamiento, ese pensamiento que es una respuesta del pasado y que
no cesa en su intento de conseguir, de lograr, de adquirir, de obtener y de
poseer. Ese pensamiento que expresa ´estoy bien´ o ´soy feliz´, es el mismo
pensamiento que no nos permite ni solucionar nuestros problemas de relación ni
nos da la libertad de percibir la belleza de cada instante.
Si no estamos en contacto con la naturaleza no
estamos en contacto con nosotros mismos, nos habremos perdido entre tanto
concepto o creencia. Necesitamos tocar al hermano árbol, ver al hermano pájaro,
sentir las nubes, respirar aire puro del campo, beber agua de manantiales, esa
es la verdadera felicidad y es cuando sin poseer nada lo tenemos todo, entonces
cada cosa por muy insignificante que sea adquiere un sentido profundo de plenitud.
¡Cómo es posible que la felicidad esté tan cerca
de nosotros y nosotros estemos tan lejos de ella!
que verdad hermano tienes como la felicidad estando tan cerca y nosotros sin darnos cuenta.
ResponderEliminarHermano, que alegría recibir un comentario tuyo. Gracias y un fuerte abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCualquier búsqueda, incluida la de la felicidad, esta irremediablemente anclada en el tiempo puesto que por su propia naturaleza, es algo pendiente de que suceda en el futuro, es decir, nunca.
ResponderEliminarAsí es como atrapados, igual que moscas intentando levantar sus patas de una superficie pegajosa, quedamos afanosos y distraídos en la ilusión mental de una percepción pobre y plana de la realidad.
Nos impedimos a nosotros mismos, encerrados entre los límites de los falsos muros de nuestras creencias, penetrar en la profundidad del momento presente, que es donde la vida se da, ilimitada y en plenitud.
Inma
Gracias Inma,
EliminarPoco puedo decir a esa observacion que acabas de regarlarnos salvo que añade aún más claridad a este engaño de la busqueda de la felicidad y a que la felicidad está, como expresas, en la profundidad del momento presente.
Un abrazo para esta Inma que siempre resurge de sus cenizas como un sol radiante.