martes, 11 de junio de 2013

¿Eres feliz?


De una forma u otra casi todas las personas buscamos la felicidad y hacemos lo posible y lo imposible por sentirnos a gusto y satisfechos.

¿Qué es la felicidad?

Si preguntamos a las personas sobre la felicidad cada cual responderá según sus circunstancias o su condición social, según sus creencias o valores, según su filosofía o su manera de percibir la vida.

Para la mayoría de las personas que se sienten pobres la felicidad sería llegar a ser personas ricas, para las personas que se sienten solas la felicidad pasa por sentirse unidos a otras personas de una forma entrañable, para las personas que han perdido su salud la felicidad sería recuperarla, para las personas que están aburridas la felicidad está en encontrar formas de entretenerse, para las personas frustradas y asqueadas de tanta falsedad humana la felicidad sería encontrar algo noble y verdadero que les permita vivir con un sentido profundo.

No sé donde estamos cada uno de nosotros pero seguramente nuestra felicidad está relacionada con nuestros logros, con lo que pensamos que carecemos, con aquello que nos va a dar un sentido a nuestra vida.

Lo curioso de esa felicidad es que cuando se consigue el objeto o la meta que buscábamos casi de inmediato deja de interesarnos, dejamos de sentirnos felices y es entonces cuando volvemos a crear nuevas metas que nos hagan de nuevo sentirnos felices.

De alguna forma da la sensación que la felicidad no está tanto en los logros como en el camino que nos conduce a ellos, ya que nos pasamos casi la totalidad de nuestra vida en dichos caminos mientras que los momentos de logro son más bien efímeros.

¿Es la felicidad un concepto relativo, algo subjetivo, o por el contrario es algo real y objetivo? Si la felicidad es algo importante en nuestra vida bien podríamos dedicarle al menos unas horas a reflexionar sobre ella, porque si no ponemos claridad en lo que significa nuestra felicidad, puede que estemos toda una vida persiguiendo fantasmas.

Para la psicología en general, la felicidad se podría entender como un estado emocional que se acompaña de sentimientos de plenitud, bienestar y satisfacción. Según eso la felicidad es algo que tiene una corta duración de tiempo y a lo sumo lo que queda es el sentimiento de haberla tenido.

Está claro que la felicidad es una emoción básica, una respuesta neuronal ante un acontecimiento sumamente alegre y satisfactorio. Por ejemplo ver el nacimiento de un hijo te colma de felicidad, es una emoción de plenitud, no necesitamos pensar para sentir esa alegría.

Este tipo de felicidad dura mientras dura la emoción y la emoción dura mientras no haya otro acontecimiento que produzca otra emoción, como por ejemplo que tengas que limpiar la caca del recién nacido y eso te produzca asco.

La felicidad de la emoción es una felicidad natural que dura un espacio de tiempo muy corto pero muy intenso, como un orgasmo, que sirve para reforzar nuestros instintos de supervivencia de la especie.

La felicidad también puede ser un sentimiento, una idea valorativa de nuestro estado interno. Por ejemplo si hacemos consciente nuestro estado emocional y corporal, y vemos que estamos sanos, que nada nos impide disfrutar de la vida, que a pesar de las circunstancias podemos dar gracias por tener lo que tenemos, eso nos produce un sentimiento de felicidad y una actitud abierta ante los demás.

Este tipo de felicidad dura mientras dura el sentimiento y el sentimiento dura mientras permanezca la idea o el pensamiento que lo ha creado. Si por cualquier razón nos sale una espinilla en la cara y pensamos que es un indicio de cáncer de piel, entonces ese sentimiento de felicidad anterior que se basaba en la salud ahora se convierte en preocupación, obsesión y temor.

La felicidad de los sentimientos es una felicidad psicológica en el sentido que la creamos nosotros mismos valorando nuestro propio estado y por lo tanto es ficticia. En general podríamos decir que este tipo de felicidad es adaptativa y nos permite ser afectados por lo que nos rodea, poder tomar decisiones y sobretodo induce a los deseos. Sin embargo también es cierto que este tipo de felicidad induce al engaño, a crearnos estados ficticios como pensar que somos Napoleón, que estamos iluminados, que Dios vive en nosotros o que por las noches hacemos viajes astrales.

Si tenemos en cuenta que hemos creado una cultura basada principalmente en ideas y que son las ideas las que crean este tipo de felicidad psicológica, entonces podemos decir que la felicidad se ha convertido en algo muy diverso, complejo y subjetivo, que más bien parece una especie de neurosis colectiva donde las personas incluso encuentran felicidad o placer en hacerse daño. Un ejemplo de ello es el consumo de drogas, la ambición de poseer, la utilización de personas o animales para nuestro entretenimiento, las actividades de riesgo, etc.

El grado de felicidad psicológica sería la distancia que hay entre el estado en el que nos encontramos y aquel que deseamos, entre la realidad y nuestras expectativas. Si fuéramos un poco inteligentes haríamos que nuestras expectativas fueran mínimas para alcanzar altos grados de felicidad pero como las expectativas son generadas por la envidia colectiva, por la comparación con lo que tienen los demás, entonces estamos obligados a desear siempre hasta el límite de nuestras posibilidades.

Son nuestros propios deseos, ilusiones y esperanzas, los que nos producen infelicidad aunque nosotros pensamos que sin ellos la vida no tendría sentido alguno, ya que creemos que son ellos los que nos impulsan o motivan a vivir.

Por tanto el estado normal de las personas, al darse cuenta que no han conseguido lo que otras personas tienen, es de infelicidad psicológica, lo que les produce emociones como: frustración, malestar, intranquilidad, culpabilidad, indignación, apatía, ira y tristeza.

En la medida que nuestra felicidad es producto de influencias, no es felicidad en absoluto sino más bien un engaño, quizás uno de los mayores engaños de nuestra miserable vida y no cabe duda que la verdadera felicidad es consecuencia de la comprensión de nosotros mismos y del mundo en que habitamos.

¿Existe alguna felicidad que no sea emocional o que no sea producto del pensamiento?, es decir ¿existe una felicidad que no tenga causa y que por lo tanto sea eterna, sin tiempo?

Para que una persona pueda percibir lo que es la felicidad sin engaños, antes tiene que comprender que las ideas pueden inducirnos cualquier estado hipnótico, experiencia subjetiva, sensación, y que todo ello no es más que una proyección de nuestros propios deseos.

La verdadera felicidad es parte de la realidad, no es una idea, y para encontrarla necesitamos conectar con la realidad, dejarnos de ilusiones y de metas imaginarias, comprender los deseos, y observar atentamente lo que sucede en cada momento de tal manera que nuestra observación se mueva al mismo tiempo que cambia lo que sucede.

No necesitamos de expectativas psicológicas, lo que necesitamos es aprender de lo que creemos que sabemos, y que realmente no sabemos, esa es nuestra ignorancia, lo que creemos saber, y por esa razón vamos ciegos con nuestras verdades deseando conseguir todo lo que el mundo nos ofrece. Quizás la puerta de la felicidad está en percibir que no sabemos nada, que somos un cúmulo de ideas de otros que solo sirven para enajenarnos y limitar nuestra naturaleza humana.

Despreciamos la realidad porque vivimos en un mundo de ideas y no somos sensibles a que la felicidad está en la misma percepción de la naturaleza de las cosas.

Percibir la realidad es estar libre psicológicamente de toda idea, es contener toda esa energía que se malgasta en la búsqueda del placer o de seguridad, sin necesidad de utilizarla buscando nuevos conocimientos o experiencias y permitir que ella misma se exprese de una forma completamente creativa.

No puede haber felicidad sino hay libertad. La libertad trae felicidad y esa felicidad se manifiesta como un estado de tranquilidad, serenidad, armonía y paz.

La verdadera felicidad es plenitud en el sentido que ya no es necesario lograr nada desde un punto de vista psicológico, que ya no hay que hacer ni el más mínimo esfuerzo en alcanzar ninguna idea, que todo lo que hay en el universo está delante de ti mismo y puedes disfrutar de ello con toda la profundidad que tus sentidos te permitan.

La verdadera felicidad es una felicidad compartida, no es una felicidad personal, no es un logro, no es una emoción ni un sentimiento, es una apertura, es un encuentro con los demás.

La felicidad tiene un profundo sentido de responsabilidad y predispone a implicarnos de manera responsable en los problemas humanos.

¿Cuál es tu felicidad?

Podemos seguir siendo influenciados o engañados por la sociedad y conformarnos con sentir destellos sublimes de felicidad, podemos incluso auto engañarnos y sentirnos profundamente plenos mientras mendigamos a los demás la confirmación de nuestra plenitud, pero también podemos dejar a un lado toda influencia y permitirnos encontrar lo que realmente somos, será entonces cuando por primera vez encontremos una felicidad jamás imaginada.

En ti está tu destino.


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