sábado, 30 de julio de 2011

Chiste de iluminación y reflexión de Dios

Había un ser humano sentado tranquilamente en un cojín, sobre la alfombra del salón, en su humilde hogar de campo mientras observaba una vela encendida y una barrita de incienso desprendía una fina estela de humo blanco hacia el espacio. En el ambiente había un intenso olor a jazmín y se respiraba un profundo silencio que invitaba a la meditación.

En esto que apareció de la nada una inmensa luz con una profunda y majestuosa voz. El ser humano atónito enseguida reconoció que debía ser Dios y al escucharlo entendió con suma claridad que venía a iluminarlo y que a partir de ahora su vida se dedicaría a poner luz donde hubiera sombra, a hacer ver a los ciegos, a oír a los sordos, a escuchar a los que nunca escuchan, a comprender a los necios, a dar de comer al hambriento y de beber al sediento…

Dios no paraba de expresar todas las labores que se le encomendaba a este ser humano que iba a ser iluminado, pero éste poco a poco se iba inquietando hasta llegar un momento en que ya no pudo más y le preguntó a Dios: ¿Por qué has de servirte de mí, de este humilde siervo que después de tanto sufrir durante años ha llegado a encontrar esta humilde quietud de vivir con sencillez? Dios enmudeció, quedó perplejo ante tanta ignorancia y arrogancia.
Entonces el ser humano casi exhausto de pensar en todo el esfuerzo que tendría que hacer en su estado de iluminación rechazó la oferta de Dios y le aconsejó que se buscara personas intranquilas e incrédulas. Dios decepcionado del ser humano no tuvo más remedio que buscar intermediarios para los que su labor sería algo imposible.

Entonces en ese momento este ser humano despertó, todo había sido una cabezadita, una pequeña pesadilla, mientras la vela se había consumido y la barrita de incienso yacía en forma de ceniza derramada sobre la mesa.

¿Qué nos hace pensar que Dios necesita de intermediarios, que la palabra de Dios haya de ser traducida, que Dios dé el privilegio de hablar a unos y niega su voz a otros?

¿A quién se le ha ocurrido, y con qué insana intención, hacer creer que Dios es un coto privado de algunos?

Es fácil hablar en nombre de Dios, y también es fácil hacer en nombre de Dios, pero dichas palabras o acciones son meros instrumentos del ser humano para manipular a otros seres humanos. Además siempre lo pagan los pobres, los débiles, los marginados, las familias que con un bárbaro esfuerzo apenas sobreviven. Sobre ellos recae la insensibilidad de los políticos y la rapiña de las religiones.

Si Dios es algo sagrado, algo santo, algo puro, nadie debería osar en utilizar el nombre de Dios en vano y uno está absolutamente seguro que ello tendrá su justo precio, su karma, su destino, porque nadie escupe al cielo sin escupirse a sí mismo.



2 comentarios:

  1. Si Goyo,

    Hay muchos -que por provecho propio y con insana intención- acotan la palabra Dios y dicen que Dios está por aquí, y no por allá, más aquí, y no más allá, en estas acciones y enseñanzas y no en aquellas otras, etc... Puro error y pura ilusión producida por mentes codiciosas, mentirosas y avariciosas...

    Dios es en todo lo manifestado y en todas las acciones, como pura energía eterna, silenciosa y maravillosa... ¿Cómo podría ser "coto" de unos pocos?

    Gracias por la entrada Goyo y por la reflexión que ha provocado!

    Un abrazo!

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  2. Hola Gorka,

    A decir verdad el chiste da mucho que pensar.

    Un abrazo.

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