sábado, 18 de febrero de 2012

El pensamiento y la obsesión

Ayer iba sentado en un autobús y detrás de mí iban dos mujeres de mediana edad hablando sobre sus cosas.
La una le decía a la otra que no tenía buena cara, que la encontraba bastante pálida y la otra le contestó que el día anterior de repente y sin saber por qué sintió un fuerte dolor en el pecho, le empezaron a sudar las manos y los pies, tenía temblores, se ahogaba y pensaba que le estaba pasando algo muy grave como un ataque al corazón o que se estaba volviendo loca.
La una le preguntó a la otra qué estaba pensando con anterioridad para que le sucedieran todas esas sensaciones y la otra le contestó que un poco antes estaba pensando en que su madre murió de cáncer de mama y en las posibilidades de que a ella le pasara lo mismo ya que había notado un pequeñito bulto en un pecho.
Esta pequeña historia demuestra lo importante que es el pensamiento en nuestras vidas y que si no se utiliza de forma correcta el pensamiento puede hacernos pasarlo fatal.
Apenas reflexionamos sobre nuestro propio pensamiento, pensamos que no es necesario pensar lo que pensamos, que eso es más bien de entendidos o de especialistas de la mente pero lo cierto es que no hay nadie mejor que nosotros mismos para ser conscientes de nuestro pensamiento.
Queramos o no queramos siempre estamos pensando pero pocas veces pensamos acerca de lo que pensamos e incluso escasamente cuestionamos si es posible pensar de otra forma o incluso llegar a detener el pensamiento.
Sin el pensamiento sería muy difícil sostener la forma de vivir actual que llevamos ya que no sabríamos ni en la calle que vivimos, ni la persona con la que estamos casados, ni cuál es nuestra profesión o nuestro propio nombre.
El pensamiento gestiona nuestras emociones y dirige nuestra conducta, es como un intermediario entre la memoria, la experiencia pasada, y el presente o el futuro. Sin el pensamiento no habría ni pasado ni futuro.
El pensamiento útil no permite razonar con cierta lógica al respecto de poder recordar para encontrar una calle, para cocinar un plato, para hablar un idioma, para reparar una máquina y de alguna forma facilita ordenar los datos o la información contenida en la memoria para tomar decisiones de carácter práctico o manual.
El pensamiento también tiene una gran utilidad para describir lo que observamos de tal forma que nos permite percibir los hechos, lo que está sucediendo, sin necesidad de interpretarlos. Esta cualidad del pensamiento de mero observador pasivo de lo que sucede tanto interiormente o exteriormente a uno mismo nos da la posibilidad de crear un espacio impersonal, no egocéntrico, que da lugar a la comprensión.
Sin embargo existe una forma de pensamiento obsesivo que se apodera totalmente de la persona y nos hace tener conductas compulsivas. De la misma forma, pero con otra cara, este tipo de pensamiento también se muestra de apariencia maniaca y depresiva ejerciendo tal presión sobre la persona que nos mantiene fuera de la realidad en un estado de desequilibrio emocional.
Para hacer frente a este tipo de pensamiento los psicólogos han utilizado técnicas de parada de pensamiento y también de restructuración cognitiva donde es posible desmontar creencias erróneas. Ósea que debemos entender que es necesario afectar al pensamiento de una forma funcional, parándolo con otro pensamiento, o de una forma psicológica cuestionando creencias que en el fondo se muestran con este tipo de pensamiento neurótico.
¿Cuáles son nuestras obsesiones?
Hay muchísimas obsesiones en nuestras vidas y cada uno de nosotros debería echarles un vistazo pues tienen consecuencias bastante negativas en nuestro desarrollo y para empezar podríamos nombrar entre ellas la obsesión por llegar a ser, por alcanzar ser otra persona. De alguna forma hemos aprendido a desear ser mejor de lo que creemos ser, pero lo cierto es que siempre somos la misma persona. Nunca vamos a cambiar porque lo único que habría que cambiar es ese pensamiento obsesivo de desear cambiar. Eso no quiere decir que vamos a dejar de aprender y moldearnos a través del tiempo.
Basta con que nos miremos un momento al espejo o cerremos los ojos para sentirnos y enseguida aparece la obsesión de que deberíamos ser diferentes, mejores, mas esto o menos lo otro.
El deseo de cambiar que surge, entre otras cosas, por juzgar que no nos gusta como somos es un pensamiento obsesivo que no nos permite aprender.
Si soy gordo puedo tener la obsesión de querer ser delgado y todo mi empeño y energía se van a proyectar en esa imagen maravillosa de la delgadez y de lo bien que me sentaría y de lo bien que me mirarían los demás y de las cosas que podría conseguir siendo delgado. Todo eso no es más que una obsesión cuyas consecuencias para empezar es que uno va a aumentar su nivel de ansiedad y por consiguiente va a estimular el apetito y va a engordar aún más si cabe.
Por otra parte esa obsesión por ser delgado y el consiguiente desprecio de la obesidad no nos va a permitir aprender de lo que realmente es la obesidad, sus causas, su estado y sus consecuencias, y sobretodo darnos cuenta como hemos llegado a todo ello, porque en definitiva puede haber sido por otra obsesión como el placer de comer o la obsesión de sentirnos vacios. Aprender sobre algo acaba por transformarnos, pero sí de antemano rechazamos algo esa actitud no nos va a permitir mirarlo frente a frente.
Las obsesiones, como dicen los psicólogos, hay que pararlas pero sin caer en otra obsesión y sobre todo teniendo en cuenta las creencias erróneas que nos han llevado a ellas.

2 comentarios:

  1. Qué importante es el poder del pensamiento.
    Gracias por el texto

    Saludos amigo Goyo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El pensamiento es tan importante como cualquier aspecto de nuestro cuerpo pero lo cierto es que hemos hecho del pensamiento nuestro centro, nuestro yo, nuestra obsesión y por eso hemos de ponerlo en el lugar que le corresponde.

      Gracias por compartir y saludos también para ti.

      Eliminar