miércoles, 29 de febrero de 2012

La pasión

Uno se pregunta si alguna vez hacemos algo con una energía tal que todo nuestro ser vibre con lo que hacemos sin necesidad de medir los resultados y sin dudar de lo que mueve nuestro corazón.

Todo lo que hacemos tiene su impulso en alguna clase de energía. Pero ¿de dónde surge la energía?

El simple hecho de levantarnos de la cama requiere una energía física. Necesitamos tener fuerzas para levantarnos y también necesitamos tener ganas para ello. Por una parte existe un tipo de energía que nos permite hacer cualquier clase de esfuerzo físico y por otra parte existe otro tipo de energía como la motivación que dirije nuestra actividad hacia un propósito concreto.

Es evidente que la energía física que mueve nuestro cuerpo es la que procede principalmente de la alimentación, de la respiración y del sol. Sin embargo la energía psicológica que mueve nuestro cuerpo a través de nuestra mente procede principalmente de nuestros deseos en forma de  motivaciones, propósitos, intereses, valores, ideales, etc.

Todo el mundo es consciente que hay momentos en la vida en que de repente rebosamos de energía y esa energía nos conduce mientras dura su causa.

Lo que suele sucedernos cuando nos enamoramos es que nuestro cuerpo se llena de vitalidad, surge una alegría espontánea que se muestra en todas nuestras relaciones, los contratiempos que puedan aparecer en la vida cotidiana o en el trabajo nos lo tomamos con cierta tolerancia y flexibilidad y nos volvemos más dialogantes y comprensivos con los demás.

El enamoramiento suele ir acompañado de admiración y deseo hacia la otra persona a la vez que uno se siente admirado y deseado. Cualquier cosa que hace la otra persona es bien visto y uno sabe ver el lado positivo de los inconvenientes.

La idea, o el hecho, del enamoramiento es como una gran energía que ocupa todo nuestro ser.

De la misma forma cuando tenemos una creencia o una fe en Dios, en Alá, en Krisna o en cualquier divinidad eso nos hace llenarnos de esperanza porque sabemos que al final todo tendrá un final feliz al lado de nuestro Dios.

Creer en Dios, ser devoto de su inmaculada palabra, orar o rogar por su perdón, nos llena de energía y nos hace ser más comprensivos con la ignorancia de los demás a la vez que nos volvemos más caritativos y más tolerantes.

La idea, o el hecho, de la creencia en Dios es como una gran energía que ocupa todo nuestro ser.

Igualmente sucede con los ideales políticos o filosóficos o cuando uno cree estar en posesión de la verdad, de alguna forma surge una energía que nos motiva a relacionarnos y nos impulsa hacia un camino personal en la realización de dicha idea o verdad.

La cuestión es ¿de dónde surge la energía cuando nos conducimos por ese tipo de ideas como el enamoramiento, las creencias, los ideales o las verdades?

¿Surge la energía de la idea o es la idea la que se apodera de nuestra propia energía?

Parece importante distinguir si las ideas que adquirimos nos traen nuevas energías o si sencillamente las ideas se apoderan de nuestra propia energía.

En el ser humano no es tan importante determinar la cantidad de energía potencial que tiene sino la forma en cómo la gestiona. Todos los seres humanos tenemos más o menos la misma cantidad de energía como consecuencia de la alimentación pero el uso, o el gasto, de dicha energía va a depender en gran medida de las ideas que sostenemos en forma de deseos, creencias, ideales, valores, prejuicios, etc.

Podemos gastar energía apasionados en el amor o en algún tipo de ideal pero algo muy diferente es vivir con pasión.

La pasión, que no es pasión por algo, no es un gasto de energía, no es la energía dirigida hacia algo, es la energía misma y su propia manifestación.
Nosotros podemos apasionarnos en el trabajo por esa búsqueda de seguridad o podemos apasionarnos en el amor por esa búsqueda de cariño y aprecio pero cuando la pasión es quien se apodera de nosotros entonces todo lo que hacemos es su expresión y en esa expresión hay compasión y amor a la verdad.

2 comentarios:

  1. Hola Goyo

    El enamoramiento no es amor, nace de la mente de nuestras necesidades o deseos, pudiendo convertirse en obsesión. El amor, sin embargo, viene directamente del corazón o de la esencia, tiene una cualidad muy diferente, como todo lo que es verdadero, es inmutable, no depende de ninguna circunstancia, es absoluto, completo en sí mismo, siendo todo tiene la humildad de no ser nada.

    La pasión por la vida, surge de la comprensión de la falsedad de lo que creemos ser y de la conexión directa con la fuente o sustancia de la que esta formado todo lo que existe en este mundo que habitamos. Se siente entonces una fuerza ilimitada, perfecta, sin tiempo, que todo lo anima. Esa es la fuerza que te lleva a vibrar con todo tu ser, sin medir resultados, sin dudar. Doy las gracias porque la vida ha hecho posible que descubriera la alegria de vibrar con sencillez, de segundo en segundo, entregada a este momento, sin medir resultados, sin dudar, doy las gracias por sentir la vida, por sentir emoción sincera al contemplar ese hermoso arco iris que nos regalas.

    Un abrazo

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  2. Hola Inma,

    El amor surge de la pasión y la pasión nace de la comprensión del dolor.

    Quizás el ser humano nunca se ha planteado si es posible ir mas allá del dolor, trascender el dolor psicológico, y no volver jamás a alimentarlo. Nos afanamos en conseguir cosas, objetos, personas, sensaciones, experiencias, con la pasion o el deseo de poseerlas y sentirlas, y no nos damos cuenta del enorme gasto de energía que todo ello supone y del dolor que conlleva.

    Donde existe dolor, aunque este dormido, no puede haber pasión. Las personas podemos creer en un sinfín de realidades pero cuando la pasión se expresa no hay lugar para las ideas. Tener pasión es vivir sin separación alguna con nada ni nadie, y en esa pasión no hay lugar para el deseo de lograr.

    Un abrazo

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