lunes, 27 de febrero de 2012

¿Qué es la paz?

¿Podemos reflexionar sobre la paz, de tal forma que podamos “aprender juntos” su significado profundo?

Aprender juntos significa que en este momento no hay nadie que nos va a enseñar, que tanto la persona que habla como las personas que escuchan aprenden a la vez, ya que en estos asuntos de la vida, como son la paz, el amor, la belleza o el arte de vivir, no hay maestros, uno mismo tiene que ser su propio maestro.

Esto no es una clase donde un profesor nos explica ciertos conocimientos que nosotros debemos memorizar porque luego habrá un examen, esto es más bien una charla entre amigos que desean comprender, darse cuenta, por si mismos sobre que es la paz y ver si es posible vivir en un mundo sin conflictos, sin guerras.

En el instituto, o en el colegio, nos enseñan lo que tenemos que pensar al respecto de las asignaturas de cada curso escolar: matemáticas, física, geografía, naturaleza del medio, inglés o francés, etc. nos enseñan conocimientos que van a ser útiles para que podamos más adelante ejercer una profesión, tener un empleo y poder ganarnos la vida, pero en el instituto, o en el colegio, no nos enseñan como pensar, es decir, nos enseñan lo que hay que pensar respecto de cualquier cosa pero no nos enseñan cómo se piensa, de tal forma que la habilidad de pensar se limita a repetir lo que nos han explicado.

En nuestras casas, los padres también nos enseñan el conocimiento que ellos han adquirido a través de su experiencia y de esa forma nuestro cerebro se va llenando de conocimientos o experiencias de segunda mano que no ayudan a desarrollar la habilidad de pensar con libertad, eso es algo que tenemos que desarrollar o descubrir nosotros mismos o de lo contrario nos convertiremos en máquinas que únicamente, repiten, hacen lo que se les ha programado y quién sabe si en esa programación está el hacer la guerra como un medio para alcanzar fines personales.

Parece que hay dos maneras de aprender: una es adquirir una gran cantidad de conocimientos, bien sea por el estudio o bien sea por la propia experiencia, y hay otra manera de aprender que es observando, observando las cosas que nos rodean, observando la naturaleza, observando a las personas, sus gestos, las palabras que utilizan, su forma de vestir, su forma de relacionarse. También aprendemos observándose uno mismo, observando los pensamientos, observando cómo nos comportamos, etc.

Cuando el aprender se basa en la observación entonces ese aprender conduce a la comprensión, a la percepción de lo que es observado y ese aprender hace que la verdad se non muestre.

Sin embargo nuestra capacidad de observación es prácticamente anulada porque adquirimos conocimientos que condicionan o deforman la realidad. Estos conocimientos son opiniones, creencias, prejuicios, valores, temores, conclusiones, deseos, ideales, etc. Este tipo de conocimiento no es producto de nuestra observación sino que es contagiado o enseñado por la propia cultura a través de las personas adultas.

Este tipo de conocimiento que podríamos nombrar como conocimiento psicológico no permite desarrollarnos como seres humanos sanos y equilibrados, y nos convierte en esclavos de ideas que nos llevan a enfermar psicológicamente y a crear conflictos en nuestras relaciones y en última instancia este tipo de conocimiento es la principal causa de las guerras.

Llegados a este punto debemos poner énfasis en que hay un tipo de conocimiento, como es aprender a cocinar, a hablar un idioma, a pintar o tocar el piano, etc., que es necesario para poder vivir, para poder optar a un trabajo, sin embargo hay otro tipo de conocimiento del que tenemos que estar alerta, poner toda nuestra atención porque ese tipo de conocimiento nos hace ser esclavos de ideas, ser esclavos de creencias, ser esclavos de miedos, ser esclavos de deseos, y cuando uno es un esclavo ya no es más un ser humano, es más bien una máquina al servicio de un sistema que funciona de manera mecánica, repitiendo siempre lo mismo, sin capacidad de dialogar ni compartir ni aprender, a la vez que va enfermando física y psicológicamente, y creando conflictos en sus relaciones.

La causa de los conflictos, de las guerras, es el egoísmo humano. Los adultos hemos sido educados y ahora los jóvenes estáis siendo educados en el egoísmo, en el logro personal, en la realización personal, en el deseo de conseguir en el menor tiempo posible dinero y propiedades, en llegar a ser famosos y alcanzar la gloria, en la búsqueda de placeres y entretenimientos… y para lograr todo ello necesitamos luchar, necesitamos combatir, necesitamos pelearnos, necesitamos competir con el único objetivo de vencer y ganar.

El egoísmo, el individualismo, parte del supuesto hecho de que somos seres únicos y separados del resto de los demás seres, lo cual nos produce un sentimiento de soledad que hemos de suplir tratando de poseer todo lo posible para sentirnos unidos a algo. De esa manera nos pasamos la vida deseando tener más y más, y nos convertimos en seres ansiosos, apegados y posesivos.

Entonces uno se pregunta: ¿qué es la paz?, ¿es la paz algo que uno puede poseer, algo que uno puede conseguir como comprar un coche, o es la paz algo completamente diferente?

¿Para qué quiere un ser egoísta la paz? Un ser egoísta piensa que son los demás los causantes de los conflictos. Seguramente que a un ser egoísta le gustaría seguir acumulando sin necesidad de tener conflictos y no se da cuenta que el origen del conflicto es el propio acumular.

¿Es la paz una idea, una ilusión, una esperanza, algo que está en mi cabeza pero que no es parte de mi vida cotidiana? ¿Es la paz algo imaginario o es algo real?

No debemos engañarnos a nosotros mismos identificándonos con la paz, manifestándonos a favor de la paz y al volver a casa darle una patada al perro, pelearnos con nuestro hermano o jugar con la PlayStation a matar soldados.

Se supone que la paz es el período entre dos guerras, pero durante ese período los países desarrollan mejores aviones de caza, fragatas, carros de combate, desarrollan nuevas armas y nuevas estrategias diplomáticas, espías más eficaces y en definitiva ese período es la preparación de una nueva, más potente y destructiva guerra.

Todos nosotros hemos heredado un mundo lleno de guerras y violencia. Hay guerras entre países, hay guerras nacionalistas, hay guerras entre grupos religiosos, pero también hay guerras y disputas entre el hombre blanco y el negro, entre el pobre y el rico, entre hombre y mujer, y también está la guerra contra los animales que llegamos a matarlos para comerlos o incluso los matamos por diversión.

Nosotros no somos diferentes del mundo, no somos diferentes de otro ser humano, lo que nos diferencia de otro ser humano es la apariencia física o la forma de vestir y las etiquetas que nos han impuesto de ser español, francés, católico, protestante, comunista o capitalista. Dichas etiquetas o ideas, como ser español o católico, se han hecho más importantes que el hecho de ser humano y por consiguiente estamos dispuestos a matarnos cuando alguien desprecia nuestro país o nuestra religión o incluso nuestro equipo de futbol.

Nosotros no somos diferentes de aquellos alemanes que mataron judíos en el holocausto, ni tampoco somos diferentes de esos judíos que matan palestinos y los echan de sus tierras porque los estorban para crear su nación. En realidad toda esa crueldad y violencia que hemos tenido a lo largo de siglos y también la que estamos teniendo actualmente y aquella que queda por venir, que está llamando a la puerta, la sostiene nuestra actitud patriótica, nacionalista plagada de ideales políticos y creencias religiosas.

Si somos conscientes que cada uno de nosotros, jóvenes y adultos, con nuestras guerras y disputas personales estamos creando un mundo de guerras, entonces nos hemos de preguntar ¿Qué podemos hacer para acabar con todas las guerras?

Nadie nos va a solucionar este asunto por nosotros, políticos, religiosos, economistas o diplomáticos, todos ellos han fracasado una y mil veces, somos nosotros mismos quienes debemos comprender que la solución está en nuestras propias manos.

¿Qué podemos hacer para acabar, no solo con todas las guerras que hay en el mundo sino, con todas las guerras y conflictos que hay en nosotros mismos?

Las guerras que hay en el mundo, aunque son espectacularmente sangrientas, nos son en esencia diferentes de las disputas personales que tenemos en nuestra vida diaria y son en definitiva el resultado colectivo de nuestras actividades individuales. Por lo tanto, somos nosotros los responsables de las guerras y para detenerlas hemos de empezar deteniendo nuestras propias guerras personales.

Lo que causa las guerras evidentemente es nuestro deseo de poder, de posición, de prestigio, de dinero, así como esa enfermedad llamada nacionalismo, con el culto a una bandera, y enfermedad de las religiones o sectas organizadas con el culto a un dogma. Todo esto es causa de guerras y si nosotros como individuos pertenecemos a cualquiera de estas creencias organizadas, si codiciamos el poder, si somos envidiosos, inevitablemente crearemos una sociedad que acabará destruyéndose.

Depende de nosotros y no de los políticos o de los dirigentes acabar con todas las guerras, porque dicha responsabilidad no podemos delegarla en otros.

Pero parece ser que no nos importa mucho y no queremos ser conscientes de nuestra responsabilidad. Sólo se detendrán las guerras cuando nos demos cuenta del peligro, cuando no dejemos nuestra responsabilidad en manos de otros. Si nos damos cuenta del sufrimiento, si vemos la urgencia de hacer verdaderamente algo de forma inmediata, entonces la paz vendrá cuando nosotros mismos seamos pacíficos, cuando nosotros mismos estemos en paz con nuestro prójimo.

Es obvio que debemos despertar en nosotros esa capacidad de observación que nos permita conocernos a nosotros mismos y ver lo falso en lo que pensábamos era verdadero, descubrir la falsedad de lo que nos han enseñado, darnos cuenta que somos seres culturalmente condicionados y entonces seremos libres y esa libertad será la paz.

En la paz un ser humano no juzga, ni critica, ni condena, a otro ser humano porque comprende que la ignorancia de otro ser humano es su propia ignorancia.

En la paz un ser humano no compite ni lucha contra otro ser humano. En la paz un ser humano colabora con otro ser humano por el bien común, que no es mi bien o tu bien, sino el bien común.

En la paz un ser humano no se compara con otro ser humano, en la paz un ser humano no crea dolor a ningún ser vivo.

En la paz la mente tiene una cualidad de quietud, serenidad y armonía. En la paz la mente es flexible, es despierta y es creativa. En la paz la mente no vive en el pasado o en el futuro, solo vive en el instante presente.

En la paz un ser humano percibe el amor que todo lo envuelve y le da sentido.

En la paz un ser humano mira las estrellas en una noche clara, observa la naturaleza, siente el viento y el perfume de las flores y percibe la belleza de la vida en cada instante.

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